¿Qué es el hombre para Scheler?

¿Qué es el hombre para Scheler?

Para Scheler el hombre es un ser espiritual, y las notas que caracterizan el espíritu son:

1) La independencia, libertad y autonomía existencial frente a los lazos y presión de lo orgánico:

“(…) la propiedad fundamental de un ser "espiritual" es su independencia, libertad o autonomía existencial (…) frente a los lazos y la presión de lo orgánico de la "vida" y por ende también de la inteligencia impulsiva propia de ésta. Semejante ser "espiritual" ya no está vinculado a sus impulsos, ni al mundo circundante. Sino que es "libre frente al mundo circundante", está abierto al mundo (…)”

Scheler (1942), p. 55.

Para Scheler, el hombre es el ser capaz de decir no al impulso instintivo; en comparación con el resto de los animales es un “asceta”[1]. Y según él esta ruptura coincide con el despertar de una dimensión nueva respecto a la de la vida: el espíritu.

2) Una segunda nota característica es la objetividad o posibilidad de ser determinado por la manera de ser de los objetos mismos.

“Espíritu es, por tanto, objetividad; es la posibilidad de ser determinado por la manera de ser objetos mismos. Y diremos que es "sujeto" o portador de espíritu aquel ser, cuyo trato con la realidad exterior se ha invertido en sentido dinámicamente opuesto al del animal.”

Scheler (1942). p.56.

Esto es, la conducta animal parte de su propio estado fisiológico- psíquico, es decir, procede de un estado fisiológico de su sistema nervioso, al que se hallan ligados los impulsos y la percepción sensible, por lo cual lo que es dado, lo es siempre en interés del propio impulso, obligando con ello al animal a interactuar con el medio y produciendo una modificación en el mismo que a su vez modifica el estado fisio-psicológico del animal en uno nuevo, sin que existan objetos, sino una mera actitud extática.

Por el contrario, la conducta espiritual del hombre es exactamente opuesta, pues éste es capaz de reprimir libremente un impulso o de dar rienda suelta a otro originariamente reprimido, además de ser capaz, con sus actos, de modificar la objetividad de una cosa, modificación que vive como valiosa en sí y definitiva, por lo cual se demuestra que el hombre no está simplemente sujeto a las condiciones del medio, sino que su conducta es susceptible de una expansión ilimitada hasta donde alcanza el "mundo" de las cosas existentes, y por lo mismo se halla abierta al mundo.

“El hombre es, según esto, la X cuya conducta puede consistir en "abrirse al mundo" en medida ilimitada.”

Scheler (1942), p. 57.

Las diferencias entre animal y hombre quedan expresadas en las siguientes citas:

“Yo diría que el animal está esencialmente incrustado y sumido en la realidad vital correspondiente a sus estados orgánicos, sin aprehenderla nunca "objetivamente". La objetividad es, por tanto, la categoría más formal del lado lógico del espíritu.”

Scheler (1942), p. 58.

“(…) el hombre no solo puede elevar el "medio" a la dimensión "del mundo" y hacer de las "resistencias" "objetos", sino que puede también -y esto es lo más admirable- convertir en objetiva su propia constitución fisiológica y psíquica y cada una de sus vivencias psíquicas. Solo por esto puede también modelar libremente su vida. El animal oye y ve, pero sin saber qué oye y qué ve (…). El animal no vive sus impulsos como suyos, sino como movimientos y repulsiones que parten de las cosas mismas del medio.”

Scheler (1942), p.59.

El hombre objetiva el medio y se objetiva a sí mismo como autoconciencia, con la cual hace del mundo su "mundo" actuando con él, de manera libre, creativa y expansiva. El animal a diferencia del hombre, carece de conciencia de sí.

3) Otra característica del espíritu es la "ideación" o capacidad para aprehender de manera intuitiva e inmediata las esencias.

El ser humano no sólo es capaz de captar intuitivamente las esencias abstractas, tales como las matemáticas, sino que tenemos una "intuición emocional" que nos revela los valores en sus distintas jerarquías, así como la jerarquía misma, en las que se incluyen actos emocionales y volitivos tales como el amor, la bondad, el arrepentimiento, la veneración, etc.

4) El espíritu es actualidad pura.

“El espíritu es el único ser incapaz de ser objeto; es actualidad pura; su ser se agota en la libre realización de sus actos.”

Scheler (1942), p.65.

5) El espíritu es supraespacial y supratemporal.

“Mas lo que llamamos espíritu es no sólo supraespacial, sino también supratemporal. Las intenciones del espíritu cortan, por decirlo así, el curso temporal de la vida. El acto espiritual sólo indirectamente, o en cuanto solicita una actividad, depende de un proceso vital y se halla como inserto en él. Pero aunque la "vida" y el "espíritu" son esencialmente distintos, ambos principios están en el hombre, según nuestra concepción ya expuesta, en relación mutua. El espíritu idea vida; y la vida es la única que puede poner en actividad y realizar el espíritu, desde el más simple de sus actos hasta la ejecución de una de esas obras a que atribuimos valor y sentido espiritual.”

Scheler (1942), p. 99.

El hombre está ávido de traspasar los límites que lo atan al aquí y al ahora.

Conteniendo las pulsiones, el hombre puede reelaborar el propio mundo perceptivo haciendo uso de conceptos e ideas, canalizando y conduciendo la energía de las pulsiones hacia el espíritu, sublimándolas.

El espíritu, que es la nota esencial y característica del ser humano, es la culminación de una serie de grados ónticos que se inician con el mundo inorgánico, al cual le sigue el ser vivo, el animal y finalmente el hombre. Los seres vivientes a diferencia de la realidad inorgánica, se caracterizan por tener un centro óntico con unidad e individualidad.

La diferencia existente entre los seres vivientes, desde las plantas hasta el hombre, es una diferencia gradual, a excepción de la espiritualidad, que es una nota exclusiva y característica del hombre. A esa diferencia gradual la encuadra Scheler en los “grados del ser psicofísico”, que son cuatro:

1) El impulso afectivo, que está presente en las plantas y es el grado ínfimo de lo psíquico. En este grado no hay conciencia, ni sensación, ni representación, falta también la orientación o finalidad específica hacia algo como el alimento o la satisfacción sexual.

2) El instinto, que se caracteriza por: a) tener sentido; b) por transcurrir con cierto ritmo; c) ser importante para la vida de la especie; d) ser innato y hereditario; e) ser independiente del número de ensayos realizados.

3) La memoria asociativa, cuya base es el reflejo condicionado (Pavlov) y que con respecto al instinto es un poderoso instrumento de liberación.

4) La inteligencia práctica, la cual consiste en tener la capacidad de elegir y preferir entre los bienes, tiene sentido, responde a situaciones nuevas, no programadas en la genética de la especie y acontece de súbito (insight) con independencia de los ensayos realizados.

Esta última nota no es en modo alguno un atributo exclusivo del ser humano, ya que se encuentra presente en animales considerados superiores en la escala de la evolución biológica. La diferencia esencial entre el hombre y el animal es el espíritu.

“Ya los griegos sostuvieron la existencia de tal principio y lo llamaron “razón”. Nosotros preferimos emplear, par designar esta x, una palabra más comprensiva, una palabra que comprenda el concepto de razón, pero que junto al pensar ideas, comprenda también una determinada especie de intuición, la intuición de los fenómenos primarios o esencias, y además una determinada clase de actos emocionales y volitivos (aquello relacionado con los actos y fenómenos de la voluntad, esta es la facultad de decidir y ordenar la conducta) que aún hemos de caracterizar: por ejemplo, la bondad, el amor, el arrepentimiento, la veneración, etc. Esa palabra es “espíritu” Denominaremos persona al centro activo en que el espíritu se manifiesta dentro de las esferas del ser finito (…)”

“Hombre“ es , por lo tanto, sinónimo de “ser espiritual.”

Podemos, asimismo llamarlo “persona”, si entendemos por este término el centro de todos los actos por los que se manifiesta el espíritu (principio causante de los actos de objetivación, conciencia de sí, apertura al mundo e ideación abstracta).

 


[1] El hombre es un ‘asceta de la vida’, porque puede reprimir y someter sus impulsos, a diferencia del animal, que siempre dice "sí" a lo que le ofrece la realidad ambiental. Además el hombre puede edificar "sobre" el mundo de su percepción, un reino ideal del pensamiento, y por otra parte canalizar la energía de sus impulsos hacia el espíritu.