Cuerpo, tiempo y sujeto
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Traducción de Murillo, J.I. (2016). Body, Time and Subject. In: García-Valdecasas, M., Murillo, J., Barrett, N. (eds) Biology and Subjectivity. Historical-Analytical Studies on Nature, Mind and Action, vol 2. Springer, Cham. https:// doi.org/10.1007/978-3-319-30502-8_7
Introducción
“Yo soy mi cuerpo”. Podría parecer que esta afirmación resume las tesis de todos aquellos para quienes la biología tiene la última palabra a la hora de describir y explicar qué es el hombre. Sin embargo, aunque a primera vista pueda parecer obvia, no resulta tan sencillo determinar su sentido. Intentarlo nos obliga evidentemente a explicar qué entendemos por cuerpo; pero, además, nos sitúa ante la tarea de definir en qué consiste ese vínculo de identidad que esta expresión parece poner de manifiesto entre yo y ese cuerpo que puedo denominar mío.
A simple vista, esta afirmación parece incompatible con otra que también es común en nuestro lenguaje: «yo tengo un cuerpo». En este caso, parece que se abre una hendidura entre el yo y el cuerpo, y se acepta una distancia entre ambos, que se pretende salvar con una singular relación de posesión. Ahora bien, si nos detenemos a considerar de nuevo la primera sentencia –—«yo soy mi cuerpo»—, nos daremos cuenta de que la relación de posesión también está incluida en ella mediante el determinante «mi», y con ella la distancia que con esta sentencia se quiere salvar. Una distancia sin la cual mentar la posesión carecería de sentido incluso como simple metáfora.
¿Nos vemos obligados, entonces, a aceptar que ninguna de las dos expresiones tiene sentido? Se podría sostener que es precisamente esta confusión, que nuestro lenguaje propicia, la raíz de los problemas que conducen al dualismo. Pero las cosas no parecen tan sencillas. Si la identidad entre yo y mi cuerpo debe ser afirmada es porque no es de entrada evidente. Ambos se me dan de modos diversos en la experiencia, de tal modo que el cuerpo no parece que pueda sustituir totalmente al yo en ninguna de sus versiones. Además, si declaramos la distinción sin sentido, ¿habremos de aceptar que las descripciones científicas acerca de lo que yo soy que atañen a mi cuerpo no podrán guardar nunca una relación con el modo en que yo aparezco ante mí, con mi conciencia o mi subjetividad? Pero, si no es así, y resulta que no soy mi cuerpo, entonces ¿qué soy?
Volvamos a la primera expresión: «yo soy mi cuerpo». ¿Qué pretendemos decir cuando los identificamos? ¿Intentamos eliminar el yo sumergiéndolo en lo corpóreo? ¿O aspiramos más bien a yoificar nuestro cuerpo, a convertirlo en un sujeto? La diferencia entre el itinerario “de arriba abajo” y el “de abajo arriba”, como a veces se les denomina, no es irrelevante. Me interesa detenerme en ella, puesto que nos permite mejor que la segunda someter a prueba las pretensiones de una biología naturalista o reduccionista.
