“1984”, GEORGE ORWELL

Orwell se plantea con fiereza la posibilidad de que la verdad fuera una decisión de los fuertes, del sistema. ¿Quién, por consiguiente, podría negar que dos y dos fueran cinco si así lo estableciera un poder -el “Partido”- por encima del cual no hay nada? ¿Qué defensa puede haber en ese caso para sus víctimas? ¿Hay un lugar para la libertad?:

“1984”, GEORGE ORWELL

-      I      -

“Se preguntó… si no estaría loco. Quizás un loco era sólo una “minoría de uno”. Hubo una época en que fue señal de locura creer que la tierra giraba en torno al sol: ahora era locura creer que el pasado era inalterable… Pero la idea de ser un loco no le afectaba mucho. Lo que le horrorizaba era la posibilidad de estar equivocado.

(…) Al final, el Partido anunciaría que dos y dos son cinco y habría que creerlo. Era inevitable que llegara algún día al dos y dos son cinco. La lógica de su posición lo exigía. Su filosofía negaba no sólo la validez de la experiencia, sino que existiera la realidad externa. La mayor de las herejías era el sentido común. Y lo más terrible no era que le mataran a uno por pensar de otro modo, sino que pudieran tener razón. Porque, después de todo, ¿cómo sabemos que dos y dos son efectivamente cuatro? O que la fuerza de la gravedad existe. O que el pasado no puede ser alterado. ¿Y si el pasado y el mundo exterior sólo existen en nuestra mente y, siendo la mente controlable, también pueden controlarse el pasado y lo que llamamos la realidad?

¡No, no!, a Winston le volvía el valor (…) Había que defender lo evidente. El mundo sólido existe y sus leyes no cambian. Las piedras son duras, el agua moja, los objetos faltos de apoyo caen en dirección al centro de la Tierra…

Con la sensación (…) de que anotaba un importante axioma, escribió:

La libertad es poder decir libremente que dos y dos son cuatro. Si se concede esto, todo lo demás vendrá por sus pasos contados.”

 (G. ORWELL, 1984. Parte 1ª, VII)

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