“Después de todo, quizás seamos hermanos” (Jefe indio Seattlh)

FICHA

  • Comentario a la Carta del jefe indio suwamish Seattlh al Sr. Franklin Peirce, Presidente de los Estados Unidos.
  • VALORES SOBRE LOS QUE SE PUEDE TRABAJAR: CUIDADO DE LOS OBJETOS Y DEL ENTORNO, RESPETO HACIA LAS PERSONAS, RESPONSABILIDAD, AUTOCONTROL, SOLIDARIDAD, GENEROSIDAD Y ALTRUISMO, EMPATÍA, COMPROMISO SOCIAL, DISPOSICIÓN FAVORABLE HACIA LA JUSTICIA
  • EDAD Y NIVEL RECOMENDADOS: 12-16 años (1º-4º ESO)
  • ASIGNATURA: VALORES ÉTICOS
  • DURACIÓN/TEMPORALIZACIÓN: 2 sesiones de clase
  • SINOPSIS: El jefe de los indios Swamish, Seattle, se dirige al Presidente de los Estados Unidos de América, Franklin Pierce, respondiendo a la oferta de éste de comprar una gran extensión de tierras –hoy pertenecientes al Estado de Washington-, en la que vivían los indios. En su escrito manifiesta el significado sagrado que tiene la tierra en que ha nacido y vivido su pueblo: los ríos, el viento, los animales, la tierra misma..., difícilmente canjeable por dinero, como si se tratara de un mero objeto comercial. Contrasta la mentalidad del indígena, que se considera vinculado a su tierra, a sus antepasados y a su identidad, y la del hombre occidental moderno, preocupado por dominar, controlar y explotar su entorno.
  • REFERENTE TEÓRICO: Esta actividad puede encuadrarse dentro del Bloque 6: “LOS VALORES ÉTICOS Y SU RELACIÓN CON LA CIENCIA Y LA TECNOLOGÍA”.

    Nos hallamos ante uno de los escritos antológicos que inspiran la ética ecológica. Desarrollado según una mentalidad impregnada de sensibilidad y de un destacado sentido de lo sobrenatural y lo sagrado, que vincula al ser humano con la tierra que le ofrece sustento e identidad, ofrece puntos importantes de reflexión acerca del respeto y el cuidado que merece “la casa común” de la humanidad, el sentido de la responsabilidad, la solidaridad entre las generaciones.

    La codicia tiene un límite moral. El “mercantilismo” y la explotación a ultranza de los recursos del planeta no son el camino al verdadero desarrollo humano, que implica exigencias y valores que están por encima del deseo de enriquecimiento a toda costa, de la voluntad de poder, del desprecio a la herencia y al bien común de las generaciones.
  • DESARROLLO: Tras la lectura en común del texto, se puede dejar un tiempo para aclarar conceptos, ideas, términos... Después se ofrece un cuestionario.

Actividad

El texto que presentamos a continuación, uno de los más paradigmáticos del sentir ecologista, (se presta a un pequeño montaje audiovisual por parte de los alumnos con ayuda, por ejemplo, de diapositivas, imágenes de Internet y de grabaciones musicales). Ello puede motivarles positivamente y ayudar a la realización de otros trabajos.

En 1854, el “Gran Jefe Blanco de Washington” hizo una oferta económica al jefe suwamish por una gran extensión de tierras indias, prometiendo crear una “reserva” para el pueblo suwamish. La respuesta del Jefe Seattlh ha sido descrita como una bella y profunda declaración ética acerca del medio ambiente. En ella se muestra, entre otras cosas, la impresión que produce el mercantilismo occidental, implícito en la oferta de compra sobre las tierras, a un hombre de diferente mentalidad.

“El Gran Jefe de Washington manda decir que desea comprar nuestras tierras. El gran Jefe también nos envía palabras de amistad y buena voluntad. Apreciamos esta gentileza porque sabemos que poca falta le hace, en cambio, nuestra amistad. Vamos a considerar su oferta, pues sabemos que de no hacerlo el hombre blanco podrá venir con sus armas de fuego a tomarse nuestra tierra. El Gran Jefe de Washington podrá confiar en lo que dice el jefe Seattlh con la misma certeza con que nuestros hermanos blancos podrán confiar en la vuelta de las estaciones. Mis palabras son inmutables como las estrellas.

¿Cómo podéis comprar o vender el cielo, el calor de la tierra? Esta idea nos parece extraña. Si no somos dueños de la frescura del aire ni del centelleo del agua, ¿cómo podríais comprárnoslos? Habéis de saber que cada partícula de esta tierra es sagrada para mi pueblo. Cada hoja resplandeciente, cada playa arenosa, cada neblina en el oscuro bosque, cada claro y cada insecto con su zumbido es sagrado en la memoria y la experiencia de mi pueblo. La savia que circula en los árboles porta las memorias del hombre de piel roja.

Los muertos del hombre blanco se olvidan de su tierra natal cuando se van a caminar por las estrellas. Nuestros muertos jamás olvidan esta hermosa tierra porque ella es la madre del hombre de piel roja. Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros. Las fragantes flores son nuestras hermanas, el venado, el caballo, el águila majestuosa son nuestros hermanos. Las crestas rocosas, la savia de la pradera, el calor corporal del potrillo y el hombre, todos pertenecen a la misma familia.

Por eso, cuando el Gran Jefe de Washington manda decir que desea comprar nuestras tierras, es mucho lo que pide. El Gran Jefe manda decir que nos reservará un lugar para que podamos vivir cómodamente entre nosotros. Él será nuestro padre y seremos sus hijos. Por eso consideraremos su oferta de comprar nuestras tierras, mas ello no será fácil porque estas tierras son sagradas para nosotros. El agua centellante que corre por los ríos y esteros no es meramente agua sino la sangre de nuestros antepasados. Si os vendemos estas tierras tendréis que recordar que ellas son sagradas y deberéis enseñar a vuestros hijos que lo son y que cada reflejo fantasmal en las aguas claras de los lagos habla de los acontecimientos y recuerdos de la vida de mi pueblo. El murmullo del agua es la voz del padre de mi padre.

Los ríos son nuestros hermanos; ellos calman nuestra sed, los ríos llevan nuestras canoas y alimentas a nuestros hijos. Si os vendemos nuestras tierras, deberéis recordar y enseñar a vuestros hijos que los ríos son nuestros hermanos y hermanos de vosotros; deberéis en adelante dar a los ríos el trato bondadoso que daríais a cualquier hermano.

Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestra manera de ser. Le da lo mismo un pedazo de tierra que otro porque él es un extraño que llega en la noche a sacar de la tierra lo que necesita. La tierra no es su hermana sino su enemiga. Cuando la ha conquistado la abandona y sigue su camino. Deja detrás de él las sepulturas de sus padres sin que le importe. Despoja de la tierra a sus hijos sin que le importe. Olvida la sepultura de su padre y los derechos de sus hijos. Trata a su madre, la tierra, y a su hermano, el cielo, como si fuesen ovejas y cuentas de vidrio. Su insaciable apetito devorará la tierra y dejará tras de sí solo un desierto.

No os comprendo. Nuestra manera de ser es diferente a la vuestra. La vista de vuestras ciudades hace doler los ojos al hombre de piel roja. Pero quizás son así porque el hombre de piel roja es un salvaje y no comprende las cosas. No hay ningún lugar tranquilo en las ciudades del hombre blanco, ningún lugar donde pueda escucharse el desplegarse de las hojas en primavera o el rozar de las alas de un insecto. Pero quizá sea así porque soy un salvaje y no puedo comprender las cosas. El ruido de la ciudad parece insultar los oídos. ¿Y qué clase de vida es cuando el hombre no es capaz de escuchar el solitario grito de la garza o la discusión nocturna de las ranas alrededor de la laguna? Soy un hombre de piel roja y no lo comprendo. Los indios preferimos el suave sonido del viento que acaricia la cara del lago y el olor del mismo viento purificado por la lluvia del mediodía o perfumado por la fragancia de los pinos.

El aire es algo precioso para el hombre de piel roja porque todas las cosas comparten el mismo aliento: el animal, el árbol y el hombre. El hombre blanco parece no sentir el aire que respira. Al igual que un hombre muchos días agonizante, se ha vuelto insensible al hedor. Mas, si os vendemos nuestras tierras, debéis recordar que el aire es precioso para nosotros, que el aire comparte su espíritu con toda la vida que sustenta. Y, si os vendemos nuestras tierras, debéis dejarlas aparte y mantenerlas sagradas como un lugar al cual podrá llegar incluso el hombre blanco a saborear el viento dulcificado por las flores de la pradera.

Consideraremos vuestra oferta de comprar nuestras tierras. Si decidimos aceptarla, pondré una condición: que el hombre blanco deberá tratar a los animales de estas tierras como hermanos. Soy un salvaje y no comprendo otro modo de conducta. He visto miles de búfalos pudriéndose sobre las praderas, abandonados allí por el hombre blanco que les disparó desde un tren en marcha. Soy un salvaje y no comprendo cómo el humeante caballo de vapor puede ser más importante que el búfalo al que solo matamos para poder vivir. ¿Qué es el hombre sin los animales? Si todos los animales hubiesen desaparecido, el hombre moriría de una gran soledad de espíritu. Porque todo lo que ocurre a los animales pronto habrá de ocurrirle al hombre. Todas las cosas están relacionadas entre sí.

Vosotros debéis enseñar a vuestros hijos que el suelo bajo sus pies es la ceniza de sus abuelos. Para que respeten la tierra, debéis decir a vuestros hijos que está plena de vida de nuestros antepasados. Debéis enseñar a vuestros hijos lo que le hemos enseñado a los nuestros: que la tierra es nuestra madre. Todo lo que afecta a la tierra afecta a los hijos de la tierra. Cuando los hombres escupen en el suelo se escupen a sí mismos.

Esto lo sabemos: la tierra no pertenece a los hombres, sino que el hombre pertenece a la tierra. El hombre no ha tejido la red de la vida, es solo una hebra de ella. Todo lo que haga a la red se lo hará a sí mismo. Lo que ocurre a la tierra ocurrirá a los hijos de la tierra. Lo sabemos: todas las cosas están relacionadas como la sangre que une a una familia.

Aún el hombre blanco, cuyo Dios se pasea con él y conversa con él de amigo a amigo, no puede estar exento del destino común. Quizá seamos hermanos después de todo, lo veremos. Sabemos algo que el hombre blanco descubrirá algún día: que nuestro Dios es su mismo Dios. Ahora pensáis quizá que sois dueños de Él como deseáis ser dueños de nuestras tierras, pero no podéis serlo. Él es el Dios de la humanidad y su Compasión es igual para el hombre de piel roja que para el hombre blanco. Esta tierra es preciosa para Él y causarle daño significa mostrar desprecio hacia su Creador. Los hombres blancos también pasarán, tal vez antes que las demás tribus. Si contamináis vuestra cama, moriréis alguna noche sofocados por vuestros propios desechos. Pero aún en vuestra hora final os sentiréis iluminados por la idea de que Dios os trajo a estas tierras y os dio el dominio sobre ella y el hombre de piel roja con algún propósito especial.

Tal destino es un misterio para nosotros porque no comprendemos lo que pasará cuando hayan sido exterminados los búfalos, cuando los caballos salvajes hayan sido domados, cuando los recónditos rincones de los bosques exhalen el olor a muchos hombres y cuando la vista hacia las verdes praderas esté cerrada por un enjambre de alambres parlantes. ¿Dónde está el espeso bosque? Destruido. ¿Dónde está el águila? Desapareció.

Así termina la vida y comienza la supervivencia.

ACTIVIDADES

  1. ¿En qué lugares del texto se manifiesta el contraste entre ambas mentalidades?
  2. ¿Qué rasgos definen la actitud del piel roja ante el afán mercantilista?
  3. Comenta el párrafo siguiente (qué dice, por qué lo dice, qué valoración razonada te merece):

    “Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestra manera de ser. Él no sabe distinguir entre un pedazo de tierra y otro, ya que es un extraño que llega de noche y toma de la tierra lo que necesita. La tierra no es su hermana sino su enemiga y, una vez conquistada, sigue su camino dejando atrás la tumba de sus padres sin importarle. Despoja de la tierra a sus hijos sin que le importe.”
  4. ¿Cuáles son las principales sugerencias que el hombre civilizado del siglo XXI debería extraer del mensaje del jefe indio?
  5. ¿Qué fundamento puede concederse a las expresiones: “Esta tierra es sagrada para mi pueblo”; “las flores... el venado, el caballo, la gran águila: estos son nuestros hermanos”? ¿Puede el hombre occidental vivir hoy en día según el modelo propuesto por el jefe indio? ¿Por qué?
  6. Imagina que tú eres el presidente de los EE.UU. Escribe una carta de contestación en la que le respondas personalmente al jefe indio.