TEMA 4.- LA ESTRUCTURA METAFÍSICA DEL ENTE (I): LAS CATEGORÍAS O PREDICAMENTOS

TEMA 4.- LA ESTRUCTURA METAFÍSICA DEL ENTE (I): LAS CATEGORÍAS O PREDICAMENTOS

La consideración "empírica" de la realidad, de las cosas tal como las hallamos a nuestro alrededor, nos muestra una evidencia elemental: la diversidad. A esto sobre todo se refería Aristóteles al decir que "el ser se dice de muchas maneras". Lo que hay a nuestro alrededor se nos muestra, no como un "magma homogéneo", por así decir, sino como un universo o ámbito diferenciado en entidades distintas, uno de cuyos aspecto más llamativos y fundamentales es el cambio o, para ser más precisos, la coexistencia de una cierta permanencia y de un cierto cambio en las cosas.

Entramos así en el estudio de las modalidades del ente en el ámbito de la realidad. Sustancia y accidentes (las llamadas categorías o predicamentos) son los modos fundamentales de ser en el ámbito de la realidad creada, si bien, como veremos, también puede concebirse a Dios como sustancia infinita.

Hallamos, por un lado, cambios o mutaciones profundas y radicales en las cuales una cosa deja de ser lo que era (es lo que llamaremos "cambios sustanciales": la muerte en un ser vivo, la combustión en la hoja de papel que arde, etc.); pero también cambios en los que una realidad experimenta ciertas transformaciones sin dejar de ser ella misma: un árbol que va creciendo con el paso del tiempo según su pauta natural de desarrollo, o que a lo largo de las estaciones se puebla de hojas verdes, que amarillean y se secan, terminando por caer, etc. Este tipo de mutaciones, que se llaman “accidentales”, ponen de manifiesto que en las cosas existe un sustrato permanente y estable, la sustancia, y ciertos aspectos y determinaciones secundarias y mudables, que se llaman accidentes.

En cada ente hay un núcleo sustancial que se ve afectado por múltiples manifestaciones y modificaciones accidentales.

La sustancia.

Aunque pudiera parecer que lo más representativo de la sustancia es su papel o función de sustrato o soporte de los accidentes y de los cambios accidentales (sub-stare, permanecer debajo), no es esta la característica o razón más radical de la sustancia. Lo más propio de ella es subsistir (sub-sistere, ser sujeto de la existencia). Es una cierta "independencia entitativa" (Millán Puelles). Aristóteles insistía en que lo que define a la sustancia es existir en sí misma y no en otro, a diferencia del accidente, a quien le corresponde propiamente existir en otro (es lo que se llama la inherencia) y no en sí mismo. Así, por ejemplo, en una hoja de papel, la blancura no existe o subsiste en sí misma, sino en la hoja, que sería la sustancia, que es el sujeto de la existencia. La definición clásica de sustancia viene a decir que es aquella realidad a cuya esencia o naturaleza le compete ser en sí, no en otro sujeto. (Nota 1)

No es en virtud del acto de ser, sino de la esencia, por lo que algo es sustancia y no accidente; y por eso en la definición de sustancia se insiste en el papel de la esencia, que es el principio diversificador del ser. En sentido riguroso no se puede definir la sustancia como aquello que existe en sí, puesto que la existencia no entra en la definición de ninguna realidad finita, sino como aquello a lo que conviene existir en sí, aquello que es apto para ejercer por sí el acto de ser.

Aunque a menudo el término "esencia" se utiliza como equivalente a "sustancia", y ambos se refieren a la misma realidad, no son en el fondo sinónimos estrictos. La esencia se refiere más al modo de ser determinado de una cosa, por el cual ésta entra a formar parte de una especie (caballo, perro, cuchillo, etc.), mientras que con el término sustancia se indica que esa cosa, ese ente, recibe el ser como propio (subsiste), y que es también el sustrato en el que inhieren los accidentes.

A este respecto, es Aristóteles también quien distingue entre sustancia primera y sustancia segunda:

Sustancia primera es la sustancia real individual, el supuesto, sujeto o sustrato al que se atribuyen las acciones, en el que inhieren los accidentes. Es algo concreto, singular, es lo que subsiste en la naturaleza, lo que existe; es "incomunicable e impredicable". Por ejemplo esta águila, este hombre, etc.

Sustancia segunda es la sustancia según su forma universal (la esencia) al ser abstraída por un acto de la mente (la simple aprehensión). La esencia en cuanto dimensión real existe individualizada en los entes, en los individuos. En cuanto elaboración de la mente a partir de la realidad, adquiere existencia universal. No existe en sí misma (sino en la mente), es comunicable y predicable. Por ejemplo "águila", "hombre", "calcio", "carbono", etc., que pueden atribuirse a ciertos individuos. En virtud de su esencia (real) una sustancia primera pertenece a una "especie" (Nota 2).

La sustancia (primera) es estable, permanece. Es un ente concreto, individual, al que compete tener en sí el acto de ser. Pero aunque sea estable, la sustancia no es estática. Los accidentes son expresión o manifestación de la sustancia. Cuando éstos cambian, la sustancia, aunque permanece la misma, se ve afectada, cambia a su vez (accidentalmente). No hablamos de la sustancia como un núcleo fijo en torno al cual se yuxtaponen los accidentes a modo de "cobertura cambiante". La sustancia es también, en virtud de su esencia (naturaleza), un centro de dinamismo, principio y fuente dinámica de operaciones.

Pero, dentro del cambio sustancial, es concebible asimismo una "evolución transespecífica", la transformación de un ente de una especie en un individuo de otra, o el surgimiento de un individuo de una especie por transformación de un individuo de otra, dado que el último fundamento de la realidad no es una forma “cerrada”, inmutable o clausurada en sí misma (un modo "fijo" o determinado de ser) sino el acto de ser que es acto, “energía”. Por lo mismo, puede hablarse también de la posibilidad de una evolución progresiva, de una tendencia productora orientada hacia un fin, que supondría un perfeccionamiento y transformación de las formas o de la naturaleza de las cosas a partir de un acto creador previo. Nada impide, desde luego, que el acto creador se realice a través de un perfeccionamiento evolutivo. (Nota 3)

En la medida en que la sustancia se concibe más propiamente como subsistente que como sustrato de una serie de accidentes, se puede asumir perfectamente que haya una sustancia que además de ser en sí misma, sea también por sí misma, que no sea sustrato. Es el caso de la Sustancia infinita, Dios, que subsiste pero no "sub-sta", no sustenta accidente alguno.

Los accidentes.

En los entes finitos no hay posibilidad de que la sustancia se dé sin los accidentes. Estos no se añaden a la sustancia como un "suplemento" (Nota 4). Son la manera como la sustancia se determina, se "fenomenaliza" o manifiesta. Hay en cada ente una unidad en el ser y en el actuar: hay un solo ser, propio de la sustancia y en el que se fundan los accidentes; hay un mismo y solo obrar: el sujeto que actúa es único. No es la inteligencia la que entiende o la voluntad la que quiere, o la mano la que agarra, sino la persona por medio de esas facultades.

El existir de los accidentes es un mero "ser en", la inhesión. Los accidentes son realidades a cuya esencia le corresponde ser en otro como en su sujeto. Los accidentes son determinaciones mudables del ente, determinaciones derivadas o secundarias. No son subsistentes sino inherentes en la sustancia, de la que tiene necesidad para ser: son "del ente", "entis entia", no propiamente entes. En todo caso puede hablarse de que son "entes" por analogía de atribución respecto de la sustancia, que es su analogado principal. Dicho de otro modo, tienen un ser "adjetivo", no "sustantivo" (Nota 5). Son formas del ente, formas accidentales, por las cuales algo es de una determinada manera. Pero no son formas que puedan ser sujeto de operaciones: no es el ojo el que ve, sino el sujeto por medio del ojo y de su operación.

Cada accidente posee una forma propia por la que se distingue de otros accidentes y a la que corresponde depender del ser de un sujeto (por ejemplo, el color tiene una esencia diversa de la temperatura; pero a ninguno de los dos le pertenece o compete tener un ser propio, sino que ‘son en’ alguna sustancia).

El ser propio de cada cosa es solo uno. Toda la realidad sustancial y accidental de un ente "es" en virtud de un único acto de ser, que pertenece propiamente a la sustancia. En el ente hay un único ser (actus essendi), el de la sustancia; en virtud de ese mismo ser son reales también los accidentes, que como ya hemos señalado carecen de ser propio; se apoyan o fundamentan en el ser de la sustancia. Como no subsisten, no poseen propiamente ser, sino que es su sujeto el que es o existe; y además es de un modo u otro, según esos accidentes: el color o la figura, propiamente, no son; es el caballo -en su caso- el que es blanco, esbelto o pesado, justamente por tener esos accidentes. Los accidentes sólo son en cuanto forman parte de un sujeto.

El accidente afecta a su sujeto como "acto segundo", como determinación de algún modo añadida (aunque inherente) a una esencia completa. La sustancia sustenta al accidente, y éste a su vez la determina o afecta, si bien de un modo secundario. El accidente es algo que surge "en" y "de" la sustancia, actualizándola determinativamente.

Para explicar la relación existente entre la sustancia y los accidentes podemos hacer tres afirmaciones:

1) La sustancia es sustrato del accidente. A esta consideración se llega analizando el cambio accidental en los entes. La sustancia permanece mientras los accidentes cambian. Pero la sustancia no es sólo sustrato de los accidentes en cuanto que es su soporte, sino en cuanto que les da el ser. Los accidentes surgen en y de la sustancia. Por su vinculación más o menos inmediata a la sustancia, es posible establecer una relación de ordenación entre los accidentes: Por ejemplo, el blanco es un accidente, es un tipo de color, y el color una cualidad que afecta a la sustancia.

2) La sustancia es causa de aquellos accidentes que derivan de ella. Las cosas actúan y dan lugar a efectos varios. El acto de ser de la sustancia es el fundamento de la actividad que despliega la sustancia ("operari sequitur esse"). Y todo ente se ordena a su operación porque el acto de ser es de suyo operativo. El fin de la sustancia es su operación; pero a la vez los accidentes se ordenan a su sustancia como a su causa final: la sustancia al operar se perfecciona a sí misma. La sustancia, en la medida en que es receptiva de los accidentes actúa también como causa material de éstos. Es ella también la causa eficiente de sus propios accidentes: la figura de un animal, por ejemplo, es efecto de sus funciones naturales específicas, y por eso todos los individuos de una especie presentan una figura semejante. El accidente inhiere en la sustancia, y participa de su ser como el efecto participa de su causa.

3) La sustancia se comporta respecto del accidente como la potencia respecto del acto. Los accidentes son formas, su materia es la sustancia ("materia segunda" de los accidentes). Pero aquí, paradójicamente, la ‘potencia’ (la sustancia) en este caso es más perfecta (como acto primero del accidente, al que da el ser) que el acto (el accidente), aunque la sustancia se perfecciona también con sus accidentes, que son acto segundo para ella. La sustancia es acto, pero no es “puro acto”, sino un acto sujeto a su vez a ulteriores actualizaciones.

La forma sustancial hace ser a la sustancia ("forma dat esse rei"), hace que ésta reciba su acto de ser y lo modaliza. La forma accidental no da el ser sino tal modo de ser, un modo derivado de ser, y su sujeto es un ente ya en acto, la sustancia, que es una realidad configurada por su forma sustancial. La realidad se da primeramente en la "actualidad formal sustancial", la cual origina a su vez la "actualidad formal accidental" (que tiene realidad secundaria y derivada del ser de la sustancia). Y es que la sustancia, en cuanto que está en acto, causa (hace ser a) los accidentes; pero como no es puro acto, está determinada por ellos. La sustancia es acto y potencia respecto de los accidentes bajo aspectos diversos: es acto en cuanto les da a participar su propio ser, y es potencia en la medida en que ella misma es modificada o determinada por sus accidentes. (Nota 6)

Sin embargo, no es imposible que el accidente exista "separado", sin estar inhiriendo en un sujeto. Aunque al accidente le compete ser en un sujeto de inhesión, de hecho -sin dejar de serlo- podría no afectar a una sustancia, siempre que algo lo mantenga en el ser (recordemos que el accidente está desprovisto de subsistencia propia). ¿Cómo sería ello posible entonces? Si Dios mismo, el Ser mismo subsistente, supliera a su modo lo que la sustancia finita realiza. No olvidemos que el fundamento último de la realidad es el acto de ser. En este caso, no es que Dios se convierta en el sujeto de inhesión de ese accidente -Dios, ser perfecto y pleno, no puede recibir nada-, sino que realiza de una manera activa lo que la sustancia finita cumple pasivamente. Esto es posible porque la Omnipotencia divina tiene capacidad de hacer por sí misma lo que realiza a través de las criaturas. Sin duda esto sería de algún modo extraordinario (milagroso). Y de hecho es lo que ocurre, según muestra la Revelación, en el misterio de la Eucaristía. (Nota 7)

¿Cómo se conocen la sustancia y los accidentes?

La composición sustancia-accidentes se conoce con la inteligencia a partir de los datos suministrados por los sentidos. El conocimiento sensible no rebasa el conocimiento de los accidentes. La inteligencia, sin embargo, alcanza a través de los accidentes su fuente y fundamento, la sustancia. El objeto del entendimiento es el ente, y por ello conoce no sólo lo superficial sino el ente completo, como un todo compuesto de sustancia y accidentes.

Nuestro conocimiento se inicia con los accidentes sensibles, y vamos captando que se trata de determinaciones del ente (algo que tiene ser); a través de esas determinaciones se conoce la forma sustancial, ya que los accidentes son manifestaciones de la sustancia. Se captan después los accidentes como derivados de la sustancia, lo que significa un conocimiento superior de ellos, puesto que se adquiere una noción más adecuada de cada uno y también de sus relaciones mutuas.

Se da así un proceso, un ir y venir de los accidentes a la sustancia y de ésta a sus expresiones y manifestaciones accidentales. Por ejemplo, a través de sus operaciones –razonar, amar, elegir…- vamos adquiriendo una paulatina comprensión de la naturaleza humana y de su racionalidad. Pero una vez comprendida ésta, se nos ilumina la comprensión de las operaciones todas del ser humano, sus dimensiones, su valor y su sentido, en tanto que operaciones en las que se manifiesta su humanidad y se “perfecciona” tal sujeto concreto.

Los diez predicamentos o categorías.

El hecho de que los accidentes puedan modificarse -o incluso desaparecer dando paso a nuevas determinaciones sin que por ello desaparezca o desintegre la sustancia- pone de manifiesto la distinción real entre aquellos y ésta. Esta distinción, no obstante, no impide ni rompe la unidad del ente, ya que sustancia y accidentes no son una pluralidad de entes distintos. Como se dijo antes, en realidad sigue habiendo un solo ente, con un único y el mismo acto de ser.

La diversidad que resulta patente en los entes por la presencia de una gran variedad de accidentes dio lugar a una distinción de los modos reales de ser efectuada por Aristóteles: la sustancia y nueve categorías accidentales, que constituyen los géneros supremos del ente.

Así, por ejemplo, a Francisco Javier podemos atribuirle los siguientes predicados:

  • Es hombre (sustancia)
  • Es destacadamente bueno y audaz (cualidad)
  • Es notablemente alto y de complexión fuerte (cantidad)
  • Es hijo de Juan de Jaso y María de Azpilicueta (relación)
  • Está en el pasillo de la casa general de la Compañía de Jesús (donde-ubi)
  • Camina de arriba abajo (posición-situs)
  • Escoba en mano (posesión-habitus)
  • Desde hace una hora (cuando-quando)
  • Barriendo con el mayor esmero (acción)
  • Por lo que tiene algunas ampollas en las manos (pasión)

Todos los accidentes tienen en común el que inhieren en la sustancia, pero además cada accidente posee una esencia propia -se diferencian unos de otros- y por eso determina a la sustancia de un modo peculiar.

Aunque Aristóteles, más que por el número exacto de categorías, estaba interesado en hacer ver que el concepto de ser es "análogo" (y no unívoco, como ocurría en Parménides, o equívoco, como en Heráclito) y que hay diferentes modos reales de ser, la Escolástica estableció una división sistemática de los accidentes, en razón de su esencia:

1) Accidentes que afectan a la sustancia intrínsecamente:

Cantidad, cualidad (determinan a la sustancia en sí misma: tamaño, extensión, peso; color, dureza, bondad, inteligencia, honestidad, agudeza visual, etc.) y relación (supone la referencia a otras cosas: filiación, amistad, etc.)

- Cantidad: Se refiere a la extensión, la magnitud y el volumen de una cosa; es 'medida' de la sustancia: la longitud o la anchura de una mesa, p. ej.

- Cualidad: Las cualidades son accidentes que hacen ser a la sustancia de un modo o de otro y surgen de su forma. Perfeccionan a la sustancia en sí misma o en su actividad: salud, alegría, destrezas, inteligencia, virtudes... Cuando se dan en sustancias materiales, inhieren en la sustancia a través de la cantidad: color, rugosidad, suavidad, etc.

- Relación: Determina a la sustancia por referencia a otras realidades o entidades.

2) Accidentes extrínsecos: determinaciones reales que afectan a la sustancia de manera externa, en su dimensión cuantitativa; reciben el ser de la sustancia en la que inhieren, pero se fundamentan de modo inmediato en alguno de los accidentes intrínsecos.

- Donde (ubi): Lugar o localización en que se halla: está aquí o allí, etc.

- Posición (situs):Modo de estar (disposición interna de las partes del cuerpo) en el lugar en que se encuentra: tumbado, de pie, etc.

- Posesión, aspecto o hábito externo (habitus):significa tener o poseer algo contiguo o inmediato: vestido, calzado, llevar una cartera, utilizar un arma, etc.

- Cuando (quando):situación temporal de la sustancia corpórea. Localización en el tiempo (las cosas materiales están sujetas a cambios sucesivos, cuya medida es el tiempo): existir en el siglo XXI.

3) Accidentes en parte intrínsecos y en parte extrínsecos: Derivados de las interacciones existentes entre los entes, y correlativos entre sí:

- Acción: Es causa agente o eficiente (o instrumental) del movimiento o cambio en otro ente. El fuego quema, el cincel esculpe, el cuchillo corta... golpear, hablar, comer...

- Pasión: Es la recepción de un cambio o mutación sufrida por la actividad de otro ente: las quemaduras o el dolor producido por la acción del fuego, el daño producido por la agresión de alguien (ser agredido)...

La Filosofía de la Naturaleza es la disciplina filosófica que estudia los accidentes que afectan a las realidades materiales, los que tienen que ver con la cantidad. Pero hay dos accidentes, la cualidad y la relación, que se dan en todas las sustancias finitas, sean estas materiales o no. De ahí que la Metafísica se centre sobre todo en el estudio de ambas.

Acerca de la cualidad.

Dentro de la esencia (forma sustancial), que otorga a una sustancia o cosa un modo propio de ser (por lo que decimos que pertenece a una u otra especie), es preciso reseñar también las determinaciones accidentales que completan la fisonomía de esa cosa. Son las cualidades, es decir, accidentes que modifican intrínsecamente a una sustancia en sí misma (mientras que, como veremos, la relación afecta intrínsecamente a una sustancia por la ordenación o referencia de ésta a otra cosa distinta). Sin entrar en más precisiones, son ejemplo de cualidades la figura, el color, ciertas facultades como el conocer o el querer, rasgos de carácter, vicios y virtudes morales, etc.

Mientras la cantidad afecta a una sustancia debido a su dimensión material -y por ello es el accidente fundamental del mundo corpóreo-, las cualidades tienen que ver con la forma sustancial, y se hallan tanto en las sustancias materiales como en las inmateriales (espirituales). (Nota 8)

Existen diversos tipos de cualidades: espirituales (la voluntad, la rectitud de conciencia, la prudencia, la sabiduría...), materiales (dulzura, amargor, rugosidad, tersura, transparencia...), unas son sensibles (olor, sonidos, color...), otras se deducen a partir de sus efectos (magnetismo, gravitación, etc.)

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De entre todas ellas, Aristóteles destacaba las "cualidades pasibles" (susceptibles de alteración física, captables por nuestros sentidos): temperatura, color, olor, etc.; la forma y la figura(aspecto exterior de las cosas, incluyendo la proporción y la belleza; la figura es la manera de estar determinada la cantidad de los seres materiales, constituyendo su fisonomía); las potencias operativas (facultades o capacidades activas de los seres, ya sean vivos o inertes): inteligencia, voluntad, memoria, metabolismo, fertilidad, energía cinética...; los hábitos (entitativos y operativos; se trata de cualidades o disposiciones estables que aseguran o consolidan un determinado modo de ser y de actuar): salud, enfermedad (Nota 9), virtudes y vicios morales, habilidades intelectuales, físicas y técnicas, virtudes infusas (sobrenaturales)... Aquí se incluirían también las actitudes y aptitudes, que son disposiciones menos estables y susceptibles de desarrollo habitual (capacidad natural para el canto o el ejercicio físico, las intenciones y propósitos...) No deben confundirse estos hábitos (entitativos y operativos) con el accidente "habitus" (que hemos traducido como posesión, o hábito externo); estos últimos son accidentes externos mientras que el hábito entitativo u operativo es una cualidad constitutiva -intrínseca- de la cosa.

Acerca de la relación.

La realidad no está formada por entidades encapsuladas y aisladas, sino vinculadas entre sí por múltiples y diferentes redes de referencias de unas a otras, lo que llamamos relaciones. Y llamamos relación a aquel accidente que consiste en la referencia, respectividad u ordenación de una sustancia a otra, de una cosa a otra. Es un "ser hacia otro" ("esse ad", "esse ad aliud") mientras que los demás accidentes son solo "esse in", "ser en otro, en la sustancia".

Puede pensarse -así lo hacen algunos de hecho- que la relación es una realidad debilísima, ya que consiste en "ser con relación a otro" (esse ad) y no es algo "sustantivo". Sin embargo, hay relaciones (reales) que son fundamentales y, por decirlo así, "constituyen" a ciertos entes. Así, el ser humano decimos que es sociable por naturaleza; entre las mismas sustancias existe una "ordenación cósmica" -ese orden es una relación constitutiva-; la vida misma es e implica relación; cabe entre varias entidades una dependencia intrínseca: la materia prima y la forma sustancial no pueden ser la una sin la otra. Un caso singularísimo de esto es la relación intratrinitaria constitutiva de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Las relaciones pueden ser reales o de razón, según que existan en la realidad de las cosas o sólo en la inteligencia que relaciona o compara cosas independientes entre sí.

Las relaciones reales suponen la existencia de un sujeto en el que arraiga la relación (en el caso de la relación de filiación, el hijo que depende de su padre), y de un término al que apunta la relación, al que se refiere el sujeto (en este caso sería el padre). La relación propiamente dicha no es ni su sujeto ni su término, sino algo que se da en el sujeto por referencia al término. Toda relación presenta a demás un fundamento, que es el que da lugar a la relación y en la que ésta se apoya (en nuestro ejemplo se trataría de la generación, que establece el parentesco entre el padre y el hijo). El fundamento es condición para que se dé la relación, pero no se identifica propiamente con ella, ya que el fundamento en cuanto tal es "absoluto" de suyo.

Tipos de relaciones reales, en virtud de su fundamento:

1) Si el fundamento hace que uno de los extremos de la relación (sujeto o término) reciba el ser del otro, la relación es de causalidad. Ejemplos: la relación de la criatura con respecto al Creador, de la ciencia con respecto a la realidad (a la que busca adecuarse), relaciones mutuas basadas en la acción y la pasión: filiación-paternidad, la del gobierno y los súbditos, vendedor-comprador, etc.

2) Si el fundamento no implica recepción del ser, la relación será de conveniencia/discrepancia. Si la relación se refiere a la sustancia hablamos de "identidad/diversidad". Si se funda en la cantidad hablamos de "igualdad/desigualdad", "inferioridad/superioridad", "distancia" ("cercanía/lejanía"), etc. Si se basa en la cualidad se trata de "semejanza/desemejanza".

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Relaciones de razón.

Así como hay algunas relaciones que tienen algo en la realidad sobre lo que se funda su ser, como es el caso, por ejemplo, de la igualdad, que se funda sobre la cantidad, hay otras que no tienen fundamento en la realidad de la que se predican, sino solo por la razón de respectividad de un extremo a otro; por ello son denominadas relaciones de razón. Precisando un poco más, diremos que las relaciones de razón son aquellas en las que faltan uno o varios de los elementos que requiere la relación real: los extremos -los dos o alguno de ellos- no son reales, o no son realmente distintos entre sí; o en el caso de que en el sujeto no exista un fundamento real de la relación. Las relaciones de razón son un tipo de entes de razón: existen sólo en la mente.

Son relaciones de razón, por ejemplo:

- Las relaciones entre conceptos, que son objeto de la lógica. Por ejemplo: "Un triángulo es un polígono", "la doble negación equivale a una afirmación", "la extensión y la comprensión (significado) de un concepto están en relación inversa", "la inducción es una forma de razonamiento menos segura que la deducción", etc.

- La relación de identidad consigo mismo (que mentalmente llevamos a cabo como si se trata de dos extremos distintos de la relación). Por ejemplo: "Yo soy yo mismo", "Yo me conozco y me valoro", "Yo soy un extraño para mí mismo", etc.

- Las relaciones entre extremos que no son reales (entre seres ficticios, entre algo presente y su situación en el futuro, etc.) Por ejemplo: "Sancho era el escudero de Don Quijote"; "este niño está llamado a ser el guía de su pueblo", etc.

- Las relaciones de razón propiamente dichas, que no se corresponden estrictamente con el sentido de la relación real, sino a la inversa. Por ejemplo en una relación de dependencia, lo real es que el hijo depende del padre, o el efecto de la causa, pero mentalmente se relaciona a la causa con su efecto, al padre con el hijo, a Dios con respecto a sus criaturas (Nota 10), etc. Es decir: un padre, en su ser, no depende del hijo; ni el ser de la causa depende del ser del efecto, ni Dios depende de sus criaturas. De igual modo ocurre con las cosas reales cuando son pensadas; las cosas no son afectadas ni determinadas realmente por el pensamiento que las toma por objeto, pero se les suele adjudicar una relación (que no es real) con el sujeto que las conoce. Si me acuerdo de la casa en la que pasé el fin de semana, por ejemplo, mi recuerdo como tal no le afecta para nada.

La "relación trascendental".

Tomada como accidente, la relación no está incluida en la esencia de su sujeto, sino que es de algún modo “sobreañadida” a ella. Pero cabe pensar también que algunas relaciones no son meros accidentes sino una dimensión esencial constitutiva de una cosa.

A partir del siglo XV se empezó a hablar en la Escolástica de la relación trascendental, que sería una ordenación a otro incluida en la esencia de algo: por ejemplo, el orden de la potencia al acto, de la materia a la forma, de la voluntad al bien, de la vista al color o de la inteligencia al ser. Esta relación no sería un accidente -"relación predicamental"-, sino que se identificaría con la esencia de una realidad. No se trataría de algo sobreañadido al ente y distinto de él, sino que es el mismo sujeto en tanto que por su naturaleza está ordenado a otro. Algunos autores afirman -por ejemplo Patricio Peñalver o Antonio Millán Puelles (Nota 11) - que la relación de las criaturas a Dios, lo mismo que la estructura potencia-acto y la estructura esencia-acto de ser, deberían incluirse dentro de este caso y no entre los accidentes.

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Santo Tomás sostiene, sin embargo, que la relación de las criatura hacia el Creador es un accidente que implica que las criaturas han recibido el ser de Dios. La llamada relación trascendental tiene el inconveniente de admitir una relación idéntica al contenido absoluto de las cosas, lo cual sólo es posible en las relaciones intratrinitarias, que son idénticas a la Esencia divina (Nota 12). Además, en los ejemplos aducidos anteriormente no puede hablarse de relación, porque la potencia, la materia, la voluntad y la inteligencia no son entes, sino sólo principios constitutivos las dos primeras, y meras facultades o potencias operativas las dos últimas, y por eso no serían sujetos capaces de relación. En el marco de la filosofía contemporánea aparecen algunas propuestas "no sustancialistas" que ofrecen una concepción relacional de la realidad (Heidegger, Zubiri, Amor-Ruibal, entre otros), próximas a la idea de "relación trascendental".

APÉNDICE: LOS PREDICABLES


Los predicamentos o categorías son aspectos ontológicos de la realidad; los predicables son de índole lógica, modos o formas de atribución mental (aunque tengan fundamento en la realidad).

La "predicabilidad" es una propiedad de los conceptos por la cual éstos pueden decirse o predicarse de cada uno de los individuos en los que se realiza. Por ejemplo, de Javier puede decirse que es: "hombre", "animal", "racional", "capaz de las más grandes virtudes" y "de complexión atlética"; y cada uno de estos conceptos se predica de un modo diferente del sujeto "Javier".

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Pues bien, se llaman predicables los modos distintos de atribuir o predicar un concepto a un sujeto. Son cinco: especie, género, diferencia específica, propiedad y accidente.

- Especie: todo concepto que predica de una cosa su esencia total: Javier es hombre.

- Género: todo concepto que predica de una cosa una parte de su esencia común con otras especies: Javier es animal.

- Diferencia específica:  concepto que predica de una cosa una parte de su esencia, que la diferencia de las demás especies del mismo género: Javier es racional.

De acuerdo con esto, se ve que:

género  + diferencia específica = especie.
( animal     +       racional   =  hombre )

Todos los demás predicables se refieren a la especie, son aspectos más o menos fundamentales de ella.

- Propio o propiedad: concepto que predica de una cosa una cualidad no esencial pero necesaria: Javier es capaz de las más grandes virtudes. (La virtud moral sólo es asequible a los seres humanos, aunque no sea esto lo que les define estrictamente).

- Accidente: concepto que predica de una cosa una cualidad no esencial ni necesaria: Javier es de complexión atlética.

Veamos otro ejemplo:

"Esto es un cuadrilátero (especie), o polígono (género) de cuatro lados (diferencia específica) cuyos ángulos suman 360º (propiedad), dibujado con tiza" (accidente).

NOTAS


1.- Descartes y con él algunos racionalistas, como Spinoza, singularmente, definen la sustancia como aquello que no necesita de ninguna otra cosa para existir, con lo cual Spinoza se verá abocado a afirmar que sólo hay una sustancia, Dios, cayendo así en un monismo panteísta.

2.- Dentro de la sustancia segunda, se llama género, desde el punto de vista lógico, al concepto o predicable que se atribuye a un tipo de seres u objetos de manera amplia, a la vez que a otros distintos. Por ejemplo: un triángulo es un polígono. El género sitúa al objeto, pero no lo diferencia plenamente. Nos dice a qué tipo de ser corresponde, pero sin marcar sus peculiaridades. Una definición “demasiado general” suele ser insuficiente, por imprecisa.

Especie es el concepto que significa lo nuclear en el modo de ser de una cosa, y afecta solamente al tipo de objeto que estamos definiendo. Así, triángulo es un polígono de tres lados. Es una concreción dentro de la “comprensión” o significado del género. Los animales, por ejemplo, constituyen una especie de los organismos; los organismos son el género respecto a los animales. Desde el punto de vista de su contenido, género y especie se relacionan entre sí como lo general y lo particular. Como apéndice a este tema se desarrolla algo más extensamente la doctrina de los (conceptos) "predicables", elaborada por Aristóteles y Porfirio, principalmente.

3.- No hablamos aquí de una "evolución creadora", expresión utilizada por ejemplo por Bergson, sino de una "creación evolutiva", distendida de manera sucesiva a lo largo del tiempo.

4.- El empirismo no ha sido capaz de advertir esto, para él sólo habría una yuxtaposición entre la sustancia y los accidentes. Estos vendrían a ser algo así como “suplementos” de la esencia, no algo inherente a ella.

5.- Lo distintivo de los accidentes no es ser algo poco importante, de lo que se pudiera prescindir, sino su "ser en otro". Y así hay accidentes de gran importancia, como el querer en el ser humano, y otros de menor relieve, como estar sentado.

6.- En la estructura "materia prima-forma sustancial" la forma da el ser a la materia; en la estructura "sustancia-forma accidental" la forma (accidental) no da el ser a la sustancia; al contrario, lo recibe de ella, aunque a la vez lo determina.

7.- Según Tomás de Aquino, explica Etienne Gilson, “los accidentes de pan y vino, antes de la consagración, no tienen un ser propio; como es normal, no tienen otro ser que el propio de su sustancia; su ser es ‘ser en’. Pero después de la consagración no es ya así. Los accidentes del pan y del vino deberían perder su existencia al perder la sustancia en la que tienen su ser (esse). Pero en realidad continúan existiendo, como podemos ver y tocar. La única forma de describir este milagro es decir que después de la consagración los accidentes eucarísticos reciben de Dios un acto de ser propio. (…) Según él (Santo Tomás), un accidente eucarístico está compuesto de su esencia (que es su estructura sensible) y de su propio acto de ser. Ahora tenemos unos seres milagrosos: ¡los accidentes separados (sin sustancia)!... la subsistencia de los accidentes es milagrosa. El milagro consiste… en su ser dado por Dios como acto de ser creado por Dios para este fin.” (Elementos de filosofía cristiana, pág. 282, nota 12).

8.- Cualidad y relación son los únicos accidentes que encontramos en el ámbito espiritual. Y así, por ejemplo, en el ámbito sobrenatural, de especial interés para la Teología sagrada, determinadas realidades sobrenaturales son "cualidades", por ejemplo la gracia, las virtudes teologales, los dones del Espíritu Santo, el carácter sacramental...

9.- Ejemplos muy notables de hábitos entitativos son la salud y la enfermedad, pero también la gracia sobrenatural habitual.

10.- Que en Dios no exista una relación real con respecto a los seres creados no significa que sea Alguien lejano, despreocupado de sus criaturas, sino que su ser no es relativo al mundo. Esto no impide que esté presente en todas las criaturas dándoles el ser, de modo que su cercanía es mucho más profunda que la establecida por el accidente relación.

11.- Millán Puelles señala, entre otras cosas, que "una relación trascendental de especial interés es la llamada intencionalidad de la conciencia. A partir de Brentano (y sobre todo de Husserl) la intencionalidad ha desempeñado un papel decisivo en la filosofía contemporánea." (Cfr. Millán Puelles, Léxico filosófico)

12.- En el caso del Dios-Trinidad, nos hallamos ante una "relación subsistente". Las tres Personas Divinas subsisten en relación recíproca y constitutiva.