Gattaca

CINEFORUM

Gattaca

Ficha Técnica:

Dirección: Andrew Niccol.
País: Estados Unidos - Año: 1997
Duración: 101min.
Género: Ciencia-ficción.

Interpretación: Ethan Hawke (Vincent Freeman), Uma Thurman (Irene Cassini), Gore Vidal ( Director Josef), Xander Berkeley (Dr. Lamar), Jayne Brook (Marie Freeman), Elias Koteas (Antonio Freeman), Maya Rudolph (Delivery Nurse), Una Damon ( Head Nurse), Elizabeth Dennehy (Preschool Teacher), Blair Underwood (Geneticist), Mason Gamble (Vincent Freeman - Boy), Vincent Nielson ( Anton Freeman - Boy), Chad Christ (Vincent Freeman - Teen), William Lee Scott (Anton Freeman - Teen), Clarence Graham (Personnel Officer).

Guión: Andrew Niccol.
Producción: Jersey Films / Columbia Pictures.
Música: Michael Nyman.
Fotografía: Slawomir Idziak.
Montaje: Jan Roelfs.
Diseño de producción: Jan Roelfs , Sarah Knowles, Natalie Richards.
Vestuario: Colleen Atwood.
Estreno en USA: 22 de octubre de 1997.
Estreno en España: 20 de marzo de 1998.

Sinopsis:


En la sociedad que vislumbra Niccol, los niños, al contrario que en el libro de Aldous Huxley, son hijos de sus padres y el concepto de familia sigue funcionando como en la actualidad. Simplemente, los niños son elegidos a la carta. Desde el sexo o el color de los ojos (cuestiones que ahora mismo comienzan a plantearse) hasta un compendio de los mejores atributos de los progenitores y, como elemento fundamental, la eliminación de cualquier enfermedad o tara hereditaria.

A los "hombres perfectos" surgidos de la selección genética se les conoce como "válidos", seres poseedores de un genoma que les permitirá alcanzar la meta para la que han sido diseñados. En la base de la pirámide social se encuentran los "no válidos" o "hijos de Dios", personas concebidas por el método tradicional y sin un código genético seleccionado que se han constituido en una nueva clase inferior, ya no determinada por el estatus social ni el color de la piel sino por la ciencia y la tecnología, siendo su función realizar las tareas más ingratas.

Vincent, el protagonista de la película, es un "hijo de Dios" cuyo máximo objetivo vital lo marca su fijación por ingresar en la agencia espacial Gattaca, lugar vedado a las personas como él debido a que no presentan un genoma acorde a las altas exigencias de la institución. El código genético es el curriculum vitae que abre y cierra puertas.

El empeño y la constancia de Vincent consiguen su entrada en Gattaca valiéndose del genoma de Jerome, un "válido" caído en desgracia y dispuesto a vender su identidad genética al mejor postor. La superación de las barreras impuestas por un mundo predecible no resulta una cuestión extraña para nuestro protagonista pues en su infancia consigue derrotar en una prueba física a su hermano Anton, un "válido", merced a su esfuerzo y sacrificio.

Un inoportuno caso de asesinato ocurrido a pocas semanas del vuelo que llevará a Vincent a Titán parece frustrar su sueño justo cuando lo acariciaba con la punta de los dedos. La investigación policial descubre que un impostor habita en ese Olimpo de los elegidos conocido como Gattaca. Justo cuando un hábil y persistente investigador se encuentra a punto de destapar que detrás de la identidad del "válido" Jerome Morrow se halla el imperfecto Vincent Freeman, el director de la agencia espacial reconoce ser el autor del asesinato. El camino vuelve a quedar expedito para Vincent en sus ansias de formar parte de la misión espacial hacia Titán.

Gattaca

Antes de partir hacia su destino espacial, Vincent descubre que detrás del incisivo investigador se encuentra su hermano Anton, que vuelve a retarle para demostrar que es superior a él y que la victoria de éste fue una simple anomalía. Sin embargo, a pesar de su excelente genoma, Anton vuelve a ser derrotado por Vincent ante su incomprensión. No entiende como su hermano rompe los pronósticos de lo que está predestinado a suceder. En su mente no concibe como un miembro de una casta inferior puede vencer a otro perteneciente a la casta de los elegidos; pero, como recalca la fundamental voz en off que recorre el relato, la historia de superación de Vincent demuestra que "no hay un gen para el espíritu humano" y, de igual manera, "no hay un gen del destino".

El Dilema Moral de la Perfección

Al igual que en la visión de Huxley, en el trabajo fílmico de Niccol se nos ofrece una sociedad aparentemente feliz. Un mundo ordenado, limpio hasta la exasperación, dominado por los colores neutros, armónico en su matemático funcionamiento. El ser humano ha alcanzado muchas de las metas que se ha planteado a lo largo de su existencia: un mundo sin violencia ni delincuencia, sin supuestos conflictos sociales, donde cada individuo conoce a la perfección su papel, sin enfermedades. Una sociedad liberada de la lacra de la contaminación, pues la energía se obtiene de fuentes renovables. En esta comunidad perfecta las personas que lo habitan son un reflejo de su uniforme entorno. Frías, pulcras, cartesianas, asépticas, correctas pero distantes, predecibles; en definitiva, carentes de humanidad. Las relaciones interpersonales brillan por su cortesía pero enmascaran una tremenda superficialidad. El individualismo es la tónica general. Un mundo aparentemente feliz debido a su pacífica convivencia fruto de su perfecta funcionalidad pero que oculta un sistema de cadenas, servilismos, alienación y, paradójicamente, limitaciones.

No es el aprendizaje ni el esfuerzo personal los que determinan los resultados y los logros de la persona sino, simplemente, la ingeniería genética La ciencia se ha transformado en un instrumento de perfeccionamiento. El hombre, merced al espectacular progreso de la ciencia, juega a ser el Creador. El largometraje acude a una de las habituales constantes del subgénero distópico: el hombre se convierte en un elemento marginal de la propia ciencia. La ciencia y la tecnología pasan de ser un instrumento al servicio del ser humano a constituirse en un peligro para el mismo.

Si para el hombre de la Antigüedad Clásica su vida estaba fatalmente marcada por el críptico destino, para el habitante de la sofisticada humanidad futura descrita en el film "Gattaca", su existencia queda en manos de una ciencia que lo predestina a cumplir un rol. Cada individuo encaja en uno de los nichos sociales estancos que conforman la sociedad. Una sociedad inflexible, donde, como si de una colmena humana se tratase, no existe el ascensor social y los eslabones prestados (como es el caso de Vincent) son una anomalía delictiva, pues requiere la suplantación de una identidad ajena y cuentan con el amenazante y omnipresente análisis de orina, sangre y residuos corporales cuyo fin es dilucidar en todo momento la identidad del individuo, que no es otra cosa que sus genes, pues el hombre es un preso de su genoma.

En contra de la opinión de muchos científicos (que últimamente explican cualquier actuación o conducta humana, por peregrina que ésta sea, en virtud de los dictados de los genes) el ser humano sigue siendo una realidad que trasciende a su mismo legado genético y que resulta imposible aprehender y la obra del realizador neozelandés no solo refuerza este posicionamiento con el relato de superación de Vincent. Por un lado tenemos el ejemplo de Jerome-Eugene, quien solo logra obtener la medalla de plata a pesar de estar diseñado para ganar la prueba. Por otro lado tenemos el caso del director de Gattaca, quien presumía de no contener ningún resto de violencia en su código genético pero acaba asesinando a un compañero cuando vislumbra la posibilidad de que éste frustre la trascendental misión de la Agencia Espacial a Titán.

Deja claro el trabajo fílmico del director y guionista neozelandés que el ser humano no es una máquina biológica. Su misterio no queda circunscrito a su genoma, el hombre, aunque constituido por ella, trasciende su propia naturaleza y por lo tanto resulta inabarcable desde un punto de vista objetivo/material. Su realidad va más allá de los fríos datos y las complicadas ecuaciones.

"Gattaca" se ha erigido con el paso de los años en un celebrado paradigma del buen cine de ciencia ficción, a la vez que una acertada actualización posmoderna y realista de los temores plasmados por Aldous Huxley en su novela Un mundo feliz acerca de las posibilidades que la ingeniería genética ofrece en la creación de seres perfectos cuya funcionalidad y ausencia de humanidad les permite encajar de forma idónea en el funcionamiento mecánico y para nada estridente de una sociedad perfecta.