El hombre bicentenario

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El hombre bicentenario

El hombre bicentenario (título original en inglés Bicentennial Man) es una película de 1999 de ciencia ficción estadounidense dirigida por Chris Columbus, con un reparto protagonizado por Robin Williams, Sam Neill y Embeth Davidtz. Está basada en el cuento homónimo de Isaac Asimov y en la novela basada en el mismo El hombre positrónico de Asimov y Robert Silverberg.

La trama explora cuestiones como la naturaleza humana y sus fronteras, esclavitud, la libertad, el amor y la muerte, entre otros.

El robot NDR "Andrew" (Robin Williams) es adquirido en 2005 por la familia Martin para realizar tareas de mantenimiento y limpieza. Las reacciones de la familia van desde la aceptación y la curiosidad hasta el rechazo total y el vandalismo deliberado por su hija mayor, Grace (Lindze Letherman), que conduce al descubrimiento de que Andrew puede identificar las emociones y la reciprocidad en especie a pesar que ningún robot está diseñado para poseer tales características.

Cuando Andrew rompe accidentalmente una figura que pertenece a la "Damita" Amanda, hija menor de la familia, talla una sustitución de madera. La familia se sorprende por su creatividad y el "Señor" Richard Martin (Sam Neill) lleva a Andrew a "NorthAm Robotics", su fabricante, para preguntar si todos los robots son como él. El director ejecutivo de la compañía ve este desarrollo como un problema por lo que desea destruir a Andrew y sobornar a Richard para que guarde silencio. Éste se lleva a casa a Andrew y le permite seguir su propio desarrollo, fomentando que se eduque y desarrolle su humanidad.

Con el tiempo, Andrew ha perfeccionado su habilidad como artesano hasta convertirse en un cotizado relojero y ha acumulado una gran fortuna. Richard lo considera un individuo, jamás ha querido apropiarse de este dinero, así que todo este capital es propiedad de Andrew.

El hombre bicentenario

Andrew, a través de lo que ha aprendido y los valores que le ha enseñado Richard, se siente intrigado por el concepto de la libertad, por lo que finalmente ofrece a su dueño toda su fortuna a cambio de ser declarado libre, para gran consternación de Richard, quien se siente traicionado creyendo que su último "hijo" también desea abandonarlo a pesar que Andrew había prometido seguir a su lado aun siendo libre. Finalmente el hombre le concede la libertad, pero guiado por su dolor destierra a Andrew para que pueda ser "totalmente" libre.

Andrew se dedica por entero al estudio de la robótica y la biología logrando tras algún tiempo crear nuevos diseños de prótesis de órganos biomecánicos para robots que también pueden ser utilizados por los seres humanos, gracias a lo cual abre la posibilidad de tener un cuerpo mas humano que nunca; Rupert le advierte que tras esta transformación su cerebro procesaría estímulos y sensaciones que harán aún más intensas sus emociones.

Andrew llega a concebir el deseo de ser reconocido legalmente como miembro de la humanidad; por ello solicita al Congreso Mundial que se le declare como ser humano; el Presidente del Congreso explica que la sociedad puede tolerar a un robot inmortal, pero no a un humano inmortal dado que crearía demasiados celos y envidia, por lo que se confirma su condición de robot.

Andrew ya como un hombre viejo, vuelve años después con la intención de que se le declare un ser humano.

En su lecho de muerte, con su esposa Portia a su lado, Andrew alcanza a ver la de decisión del Congreso Mundial en la televisión:

-“ Según el informe cedido por la compañía Northam Robotics, el robot, también conocido como Andrew Martín, fue activado a las 17 horas y 15 minutos del 3 de abril de 2005. Dentro de unas horas tendrá 200 años...”

FRASES DE "EL HOMBRE BICENTENARIO":


  • Es considerablemente más que una mejora, digo, estás hablando de una profunda transición de la mecánica... a la biología.
  • No se trata de ser racional, se trata de seguir tu corazón.
  • Conforme tus experiencias varíen, así serán los sentimientos, emociones y sensaciones estimuladas por esa experiencia... Y mientras algunas de ellas serán muy sutiles y maravillosas y matizadas y sombreadas, otras serán profundas, intensas y difíciles de tolerar.
  • Un beso podría explicar por qué tu pulso ha aumentado de 66 a 102 latidos por minuto, tu respiración se ha duplicado, estás expulsando nubes de feromonas.
  • Se decidió no continuar con esa línea, por las reacciones negativas del consumidor, existe el temor de que si los robots continúan, harían que... los humanos fuéramos obsoletos.
  • Esto te demuestra, Andrew, que cuando alguien se convierte en humano, tarde o temprano hace una monumental estupidez.
  • Lo creas o no, el secreto de todo esto es la imperfección... lo que nos hace únicos son esas imperfecciones.
  • No busco la aclamación ni la aprobación, sino la simple verdad de dicho reconocimiento; este ha sido el objetivo elemental de mi existencia, y debo conseguirlo tanto si quiero vivir como morir con dignidad.
  • Como robot, podría haber vivido siempre, pero hoy les digo a ustedes que prefiero morir como hombre a vivir toda la eternidad como máquina.