Aprendiendo a ser humanos
Una antropología de la educación
Autor: María García Amilburu
Editorial: Eunsa. Colección: Educación
Capítulos: 1.-“Qué es la antropología de la educación”, 2.-“Naturaleza y cultura en el hombre”, 3.-“La aculturación: metáforas y proceso” y 4.-“Eduación y democracia”
Número de páginas: 198
Este es el segundo libro que nos propusimos leer para la II Jornada de filosofía y humanismo cristiano con el objetivo de rastrear la noción de cultura. Como en el caso anterior, no tampoco nos encontramos con un texto que vaya in recto a la cuestión, puesto que es un libro de antropología de la educación. Pero, por eso mismo, ofrece unas claves y unas perspectivas novedosas a la vez que enriquecedoras.
Profundamente esclarecedor fue el segundo capítulo dedicado al tema que ocupaba nuestra Jornada: “Naturaleza y cultura en el hombre”. Además de volver sobre la distinción entre los dos conceptos de naturaleza: el cientifista y el clásico, señaló con oportuna y sugerente insistencia la plasticidad de la biología humana, en la base de las prosecuciones culturales de la naturaleza. De este modo, la autora reafirma la indisoluble unidad que se da en el hombre entre naturaleza y cultura. Aunque distinguibles conceptualmente son perfectamente complementarias de modo de ser de la primera apela al significado de la cultura.
A continuación, en un aparente alejamiento de nuestro tema, se dirige al estudio de la aculturación. Pero lo que podría ser un alejamiento es una oportunidad de enriquecer nuestra reflexión sobre el papel de la cultura en la constitución del hombre. Si bien la parte inicial del capítulo sí que nos aleja del tema al tratar de las metáforas que a lo largo de la historia han sido utilizadas para comprender el proceso educativo, a partir del apartado dedicado a explicar la última metáfora -la educación como iniciación- aparecen nuevas ideas para nuestra reflexión: dimensión social de la cultura, estructura mínima de toda cultura, el relativismo cultural o la importancia de la cultura en la constitución de la identidad personal de cada hombre. Este último punto abre uno de los retos más importantes para el pensamiento: ¿hasta qué punto la cultura en que vivimos nos configura aunque no lo sepamos? ¿Nos cierra esta configuración en el mundo de la cultural en que hemos nacido o es, sin embargo, el único modo en que podemos abrirnos desde nuestra naturaleza inicial a la universalidad del mundo y al pluralismo de culturas?