KARL MARX (1818-1883)
LA DIALÉCTICA Y EL MATERIALISMO HISTÓRICO

I. INTRODUCCIÓN:
a. Algunas pinceladas históricas
El siglo XIX es llamado por muchos “el siglo de las revoluciones”. Arranca con la fulgurante figura de Napoleón Bonaparte (1769-1821), general victorioso y Emperador de los franceses, se le considera el creador del Estado Moderno: centralizado, burocrático, omniabarcante. El Estado que tanto admiró Hegel. La unidad política y de pensamiento basada en el triunfo del poder que la Razón ha engendrado.
Los ejércitos franceses difundirán los ideales ilustrados y el fervor de la Revolución por toda Europa, de donde saltará a América. El absolutismo de las monarquías se verá comprometido por este cambio de las ideas, pero no así los Estados, que encontrarán el modo de consolidarse, crecer más allá de su propias fronteras y rivalizar pronto entre sí por repartirse el mundo: es la expansión colonial de las potencias europeas.
Otra de las claves del siglo es la Revolución Industrial: descubrimientos espectaculares, nuevos modos de producción, desplazamientos de población, auge de la ideología liberal (no intervencionismo del Estado sobre todo en la economía), rápido crecimiento social de la burguesía, aún más rápido enriquecimiento de los empresarios capitalistas.
Simultáneamente, el empobrecimiento acelerado de los trabajadores de la industria y el avance del movimiento obrero internacional. El anarquismo (“Ni Dios, ni patrón, ni Estado”), los socialismos y el marxismo en particular, propondrán un nuevo marco de ideas levantado sobre una gran desigualdad social y aspirando a llevar el proceso revolucionario hasta el final.
En el ámbito de las ideas filosóficas, el primer tercio del XIX es dominado por el idealismo, especialmente por el pensamiento de HEGEL, adoptado por Prusia como filosofía oficial. Los nacionalismos, especialmente en Alemania, empiezan a cobrar fuerza en lo cultural y en lo político. Pero pronto, ya a mediados de siglo, se respira una corriente de crítica hacia el hegelianismo. Aparecen nuevas corrientes: positivismo, materialismo, vitalismo, existencialismo… Influirá también en las ideas nuevas la propuesta de Ch. Darwin (1809-1882) acerca del evolucionismo de las especies, favorable a los mejor adaptados. El origen de las especies se publica en 1859 y será leído con avidez, entre otros, por Marx, Engels, Nietzsche, etc.
b. Las fuentes filosóficas inmediatas
G.W.F. HEGEL (1770-1831)

La Ilustración estableció como ideal la autonomía y soberanía de la razón, y propuso que la razón humana, elevada al rango de divinidad, es la fuente del progreso y de la libertad humana.
Para Hegel, Emmanuel Kant se quedó a medio camino en este propósito, puesto que en su sistema el entendimiento humano sólo configuraba los ‘objetos’ de la ciencia, no la realidad en sí (noúmeno), que Kant consideraba inalcanzable.
Hegel sostiene que la idea –el pensamiento– es la realidad, que “todo lo real es racional y que todo lo racional es real”. Nada ocurre por azar. Y sólo es relevante lo lógico, lo que responde a la eficacia rigurosa del pensamiento. La realidad es racional y dialéctica, es un proceso necesario y riguroso, en el que el pensamiento se va manifestando de forma paulatina y por medio de “negaciones” (conflictos-oposiciones, determinaciones, novedades): “tesis-antítesis-síntesis”. La realidad es evolutiva, se autoconstituye hasta ser pura y plena conciencia de sí misma; este momento supremo es la manifestación de la Divinidad, de la Idea, de la total racionalidad, el Espíritu Absoluto (Nota 1). “La verdad es el todo”: sólo dentro de este proceso tienen sentido las cosas y los acontecimientos. Los hechos aislados no son nada, carecen de valor y de sentido (crítica al empirismo).
El Estado (prusianoces la eficacia de la idea, la racionalidad efectiva. El individuo como tal no es nada fuera de la racionalidad del Estado (que viene a ser la manifestación de Dios mismo). DIOS=IDEA=ESTADO.
ALGUNOS TEXTOS DE HEGEL
- “…Estos son los grandes hombres de la historia, los que se proponen fines particulares que contienen lo sustancial, la voluntad del espíritu universal… La señal de su destino excepcional es el éxito. Han sacado de sí mismos lo universal que han realizado; pero éste no ha sido inventado por ellos, sino que existe eternamente y se realiza mediante ellos.” (Lecciones sobre la Filosofía de la historia universal. J. Gaos, Buenos Aires, 1946. Pág. 68)
- “La entrada de Napoleón en Jena (octubre de 1806) suscitó la admiración del Hegel, que le saludó como espíritu universal a caballo, viendo en él la primera encarnación de su ideal: “He visto al emperador –esta alma del mundo (Weltseele)- cabalgar por la ciudad en su visita de reconocimiento. Suscita en verdad un sentimiento maravilloso la vista de tal individuo, que, abstraído en su pensamiento, montado a acaballo, abraza al mundo y lo domina” (Carta a Niethammer, 13 oct.) Este entusiasmo lo puso más tarde Hegel en la adhesión que prestó al Estado prusiano, en el que reconoció la encarnación de la razón absoluta.” (T. URDÁNOZ, Historia de la Filosofía, BC, tomo IV, pág. 10, nota.)
- “La independencia absoluta de la razón es desde Kant el principio esencial de toda filosofía y una de las creencias universales de todos los tiempos modernos.” Pero Kant se quedó a medio camino, habiendo limitado la espontaneidad del sujeto a las formas subjetivas del pensamiento, sin extenderlo a la cosa en sí, a los objetos en su integridad. “Kant, en su Crítica del juicio, tiene de notable que se eleva en ella hasta la idea… (Pero) su pensamiento tímido” no llegó a “reunir las esferas de lo subjetivo y lo objetivo, de lo sensible y lo nouménico, en la totalidad de la idea, y mantuvo la separación de la idea subjetiva y la realidad… Ni la idea como puro pensamiento subjetivo ni el ser separado de la idea constituyen lo verdadero.” (J.G.F. HEGEL, Enciclopedia de las ideas filosóficas en Compendio. 60,70 y 96.)
- “Todo lo real es racional, y todo lo racional es real”. (Filosofía el Derecho. Prólogo) La realidad es siempre lo que debe ser, racionalidad total y perfecta.
- Con su filosofía, sistema y saber absoluto, Hegel considera que ha concluido el desenvolvimiento de toda la filosofía a lo largo de la historia: “Queda así cerrada la historia de la filosofía… El resultado de la historia de la filosofía es éste. Primero, que no ha existido en todo tiempo más que una filosofía, cuyas diferencias coexistentes representan otros tantos aspectos necesarios de un solo principio. Segundo, que la secuencia de los sistemas filosóficos no es una sucesión fortuita, sino la sucesión necesaria. (…) En tercer lugar, que la filosofía final de una época es el resultado de esta evolución y la verdad, en la forma más alta, que alcanza la conciencia de sí del espíritu. La filosofía última contiene, pues, a las anteriores, resume dentro de sí todas las anteriores, es el producto y el resultado de todas las que la preceden.” (Lecciones sobre la historia de la filosofía, México, Trad. W. Roces, 1955. p. 517-8. )
- El fin último de la historia es la realización de la libertad. Pero “el Estado es la realidad en la cual el individuo tiene y goza de su libertad… Sólo en el Estado tiene el hombre existencia racional… El hombre debe cuanto es al Estado. Sólo en éste tiene su esencia. Todo el valor que el hombre tiene, toda su realidad espiritual, la tiene mediante el Estado… Podría decirse que el Estado es el fin, y los ciudadanos son sus medios… La esencia del Estado es la vida moral. Ésta consiste en la unificación de la voluntad general y la voluntad subjetiva.” (Lecciones sobre la Filosofía de la historia universal. J. Gaos, Buenos Aires, 1946, pág. 86.)
Ludwig FEUERBACH (1804-1872)
Feuerbach se alinea en la “izquierda hegeliana” (promotora de un pensamiento revolucionario y ateo). Apuesta, en confrontación directa con Hegel, por el humanismo, el ateísmo y el materialismo como máxima expresión del hombre (“el hombre es lo que come”).
Sostiene que la idea (la racionalidad, que Feuerbach identifica con el poder del Estado, y también con la “idea de Dios”) aniquila al hombre, lo “aliena”. Al concebir a Dios –que sólo es un producto del pensamiento humano-, el hombre le traspasa sus cualidades y capacidades, vaciándose de ellas y viéndose en la más absoluta miseria.
En realidad, “el hombre es el ser supremo para el hombre”·
La DIALÉCTICA HEGELIANA y el MATERIALISMO HUMANISTA de Feuerbach se unirán en el MATERIALISMO DIALÉCTICO de Karl MARX, discípulo a su vez de este último.
II. KARL MARX (1818-1883)
Nacido en el seno de una familia judía en Tréveris (Renania-Alemania), de padre judío converso al protestantismo, al parecer por intereses profesionales y sociales, estudió en las universidades de Bonn y sobre todo de Berlín. En esta última conoció el hegelianismo -que se había convertido en el pensamiento oficial de la universidad alemana y en cierto modo del Estado prusiano- y se alineó en las filas de la “izquierda hegeliana”, marcada por una fuerte crítica intelectual, política y religiosa a los planteamientos oficiales.
Desde el primer momento se encuadra en una visión materialista, inspirada directamente por el pensamiento de Ludwig Feuerbach: el hombre no se define por su pensamiento sino por sus necesidades animales. Lo real es lo material. No obstante, asume el método dialéctico de Hegel. Se dedica inicialmente al periodismo político. En 1843, presionado por las autoridades renanas, se traslada a París, donde ejerce como agitador social y forja su pensamiento y su programa revolucionario. Allí conoce a Friedrich Engels, su mejor amigo y colaborador. También conoce a Proudhon (1809-1865) y al movimiento obrero.
En 1848 estalla la revolución que se está alzando en varios puntos de Europa contra el capitalismo y que acabó con la Europa de la Restauración (el predominio del absolutismo en el continente europeo desde el Congreso de Viena de 1814-1815).
No obstante, la insurrección fracasó en su propósito inmediato, por lo que Marx marcha a Londres en 1849, donde residirá hasta su muerte. Inglaterra lidera en estos momentos la revolución industrial. Marx está convencido de que la revolución triunfará en este país, por ser el más adelantado en el proceso de las relaciones de producción (lucha de clases). Junto con Engels promoverá la creación de un partido obrero revolucionario y científico (“Hasta hoy los filósofos se han dedicado a contemplar la realidad, pero ahora lo que tienen que hacer es transformarla” Tesis 11ª sobre Feuerbcach). Allí perfilará su pensamiento económico y su crítica al capitalismo y alentará la creación de la Primera Internacional de Trabajadores, donde se enfrenta con los anarquistas proudhonianos y con Bakunin. Muere en 1883. Se cuenta que, curiosamente, en el archivo de la policía inglesa figuraba este registro: “Karl Marx: intelectual progresista, completamente inofensivo.”
Obras principales: Crítica a la filosofía del derecho de Hegel, Manuscritos de 1844, el Manifiesto comunista, La ideología alemana, Contribución a la crítica de la economía política, El Capital (tomo I). Es también interesante su pequeño escrito de las Tesis sobre Feuerbach (1845)
Las fuentes de su pensamiento son principalmente tres:
- La filosofía hegeliana y la crítica a la misma por parte de Feuerbach y los demás miembros de la izquierda hegeliana. Aquí encontramos la reflexión del “Marx joven”.
- La economía política inglesa: sobre todo David Ricardo (sostenía que el desenvolvimiento económico estaba sometido a unas leyes basadas en un sistema de equilibrio en el mercado entre la oferta y la demanda). Marx critica esta teoría del equilibrio y sostiene que el beneficio económico, especialmente en el capitalismo, nace de la consideración de las fuerzas del trabajo como una mercancía más y de la consiguiente explotación. Este el pensamiento del llamado “Marx maduro”.
- El “socialismo utópico” (Saint-Simon, Fourier, Proudhon) -con el precedente de Rousseau-, que realiza una crítica a la propiedad privada y a la sociedad burguesa y augura la llegada de una sociedad comunitaria, sin propiedad y sin gobierno: el socialismo. Marx lo criticará como “romántico” y contrapondrá al mismo el “socialismo científico”.
III. EL MATERIALISMO HISTÓRICO
Para Marx la realidad ya no es el “ser”, “las cosas”, “los cambios de las cosas”…, etc., sino la acción humana (lo que Marx llamará “la praxis”). Se niega el ser (y por supuesto la metafísica: “Hasta ahora los filósofos se han dedicado a contemplar la realidad; ahora de lo que se trata es de transformarla.” Tesis 11ª sobre Feuerbach). La realidad a la que se refiere Marx no es la realidad “natural”, es la historia.
a) El trabajo, esencia del hombre. El hombre, fuerza de producción.
Los escritos redactados por Marx en París en 1844 se han dado a conocer ya avanzado el siglo XX. En ellos se perfila de forma muy nítida la visión del hombre que sirve de base al pensamiento de este autor. Parte, por un lado de una crítica a Feuerbach, al que en ocasiones llama “sentimental”, en la cual radicaliza su materialismo y su ateísmo, erigiendo al hombre como ser autosuficiente, a la vez que cree haber encontrado el rigor lógico en la dialéctica hegeliana, a la cual vacía de su “idealismo espiritual” (Nota 2).
Si el materialismo de Feuerbach era “estático y sentimental”, el de Marx se presenta como “dinámico y científico” gracias a la dialéctica hegeliana. Siguiendo a su maestro, define al hombre en función de su actividad “práctico-sensible”. El hombre es un ser material, no es espíritu. Es praxis, praxis material. El espíritu sólo es un eco, un resultado derivado de la energía material que define al hombre, y que no es otra que su trabajo, es decir, el esfuerzo realizado para satisfacer sus necesidades de subsistencia. El trabajo es la esencia del hombre (el hombre es “homo faber”, no “sapiens”).

Sujeto a sus necesidades sensibles y de supervivencia, el hombre las satisface transformando la naturaleza circundante por medio de su esfuerzo laborioso, de lo que produce con él; el trabajo es fuerza de producción material: el hombre “es” esa actividad sensible y material, el trabajo; su trabajo le define como humano.
Pero la dinámica efectiva del trabajo humano incluye tres momentos:
- En primer lugar es producción, fuerza productora de bienes, de cosas que se destinan a remediar la necesidades materiales humanas; y el sujeto de la producción humana es la colectividad; el trabajo es producción social (Marx acuña aquí el término “clase social”, determinada por el papel que quienes producen desempeñan en el proceso de producción, en la medida en que forman parte de una relación de antagonismo y contraposición dialéctica).
- A continuación viene el producto inmediato de esa fuerza de producción, los bienes producidos, es decir, la naturaleza transformada por el trabajo humano, los bienes de consumo.
- Finalmente, vendría el producto mediato, consecuencia de los dos momentos anteriores y superación de ambos. Sería el momento en el que el hombre se apropia del producto de su trabajo y lo consume, remedia su necesidad y se realiza a sí mismo. Es, por así decir, la culminación del proceso de producción, el trabajo cumplido. El individuo se beneficia del trabajo de la colectividad. El hombre es producido en cierto modo por el hombre al consumir el producto de su trabajo. (“El hombre mismo se diferencia de los animales a partir del momento en que comienza a producir sus medios de vida, paso éste que se halla condicionado por su organización corporal. Al producir sus medios de vida, el hombre produce inmediatamente su propia vida material”. La ideología alemana)
En algún momento Marx insinúa que este proceso es dialéctico: La producción es la tesis, el punto de partida. El producto inmediato, los bienes que obtiene de la naturaleza, es su “trabajo y su energía exteriorizados”, es como si se hubiera “vaciado” y hubiera volcado su humanidad en el producto de su trabajo. Este sería un momento antitético, penoso, de “alienación”, mientras no se produzca la recuperación y realización mediante la apropiación y el consumo de los bienes producidos, lo que equivaldría a una síntesis enriquecedora, superadora, realizadora de la esencia del hombre.
Así pues, en cuanto ser social, el hombre, con la mediación de los productos artificiales de la naturaleza transformada, se genera a sí mismo, en cuanto individuo que consume. En este esquema, el hombre sólo se debe a sí mismo, es “de sí mismo” y es “para sí mismo”. Lo que el hombre es y consume se lo debe al sujeto de la producción, al trabajo de la sociedad. El hombre es en el fondo un ser genérico: “El individuo es el ente social. Su manifestación de vida… es una manifestación y exteriorización de la vida social. La vida individual y su vida genérica no son distintas.” (Manuscritos 1844) “El ser humano no es una abstracción inherente a cada uno de los individuos tomados por separado, En realidad, el ser humano es el conjunto de las relaciones sociales.” (Tesis 6ª sobre Feuerbach)
El hombre es causa sui, se autogenera. “Toda la llamada historia universal no es otra cosa que la generación del hombre mediante el trabajo humano; no es otra cosa que el devenir de la naturaleza para el hombre.” (Manuscritos 1844) “El obrero crea incluso al hombre” (La sagrada familia).
El trabajo es autocreación del hombre por el hombre como actividad consciente de la materia. La dialéctica generadora que es el trabajo es una ley material, no espiritual. El trabajo es producción material. Y la economía la dimensión social más importante y fundamental.
Ahora bien: ¿Y si algo o alguien impidiera que de la “antítesis” en el proceso de producción (la generación de bienes de consumo) no se pudiera pasar a la “síntesis”, sino que la propiedad de los bienes y medios de producción fuera a parar a otro destinatario que no es el trabajador?
Ocurriría que cuanto más trabaja y produce el trabajador (la clase trabajadora), más se depaupera y deshumaniza, es como si vendiera su vida y su ‘ser hombre’, prostituyéndose, al propietario de los bienes, que se enriquece a costa del trabajador. Esto es lo que Marx entiende propiamente como “alienación”.
b) La alienación
Para Marx, la base de toda la vida humana (social) y el motor de la historia radican en el sistema de producción vigente.
Si el hombre “auténtico”, “realizado”, es para nuestro autor el que se realiza y autoconfigura por medio del trabajo y del disfrute de lo producido socialmente en el mismo, en una especie de superación y recuperación dialéctica, el hecho lamentable, afirma, es que históricamente esto no se ha dado nunca. Los sistemas de producción imperantes hasta ahora lo han impedido. ¿Y por qué? Porque están basados en la propiedad privada de los medios y bienes de producción.
El sistema basado en la propiedad privada hace que el esfuerzo, la actividad, los productos y la vida humana misma del trabajador, vayan a parar a otras manos diferentes, las de los propietarios de los medios de producción, que se apropian de lo producido, se enriquecen a costa de los trabajadores, e impiden que ello revierta en quien se ha dejado la vida en el proceso de producción. Se “pierde” así el producto del trabajo, el trabajo mismo, los bienes de la naturaleza, la actividad y la humanidad misma del trabajador, a cambio de un mísero salario, como si se tratara de una auténtica prostitución. (Trabajo alienado = explotación).
Esta pérdida, que impide la autorrealización del trabajador y genera su depauperación y deshumanización, es la ALIENACIÓN. Originada en el ámbito económico -la estructura radical de la sociedad y de la vida-, repercute en los ámbitos social, jurídico, político y cultural o espiritual, incluido el moral y el religioso.
La alienación implica la pérdida de la propia humanidad, la enajenación, la desposesión no sólo de la riqueza material, sino de la humanidad misma (que se basa en el trabajo). El trabajador no es para sí mismo sino para otro; no es de sí mismo, sino de otro, del propietario. (Tampoco el propietario es un hombre realizado, porque tampoco consume lo que produce… También sufre una alienación).

El proletariado sólo conserva sus capacidades animales: comer, beber, procrear… solo posee su prole. De ahí el nombre de proletariado, tomado de la antigua Roma pero que se reserva ahora para el actual sistema económico vigente (en el siglo XIX) el capitalismo.
c) Estructura de la sociedad según Marx
El trabajo –fuerza material de producción- también es una fuente primigenia de valor. La sociedad se configura según el modo de producción vigente. En última instancia, todas las creaciones sociales (leyes, instituciones, religión, ciencia, filosofía, la moral y en general las creaciones del pensamiento, que Marx llama las superestructuras), no son más que el resultado del sistema de producción de bienes materiales vigente (la “infraestructura”).
“Es el proceso de producción el que manda sobre el hombre, y no éste sobre aquél”. “La estructura económica de la sociedad es la base real sobre la que se alza la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social... El régimen de producción de la vida material condiciona todo el proceso de la vida social, política y espiritual”. (Contribución a la crítica…)

En la producción están presentes dos elementos inseparables: el proceso de trabajo (mediante la cual la naturaleza se convierte en objeto) y las relaciones de producción (que manifiestan el carácter social e histórico del proceso del trabajo). A su vez, la unidad inseparable de las fuerzas productivas (mano de obra, maquinaria, herramientas, medios…) y las relaciones de producción constituye un determinado “modo de producción”.

A un determinado sistema de producción –formado por las fuerzas de producción y por las relaciones de producción- le corresponde, como resultado, un determinado abanico de manifestaciones de la cultura (o “ideología”), cuya función es manifestar y justificar la situación económica y social existente. Las leyes económicas -dialécticas- rigen estrictamente el curso de los acontecimientos sociales e históricos. Los individuos sólo pueden pensar según el sistema del que forman parte.
Este podría ser un esquema representativo de la estructura social según Marx:
Superestructura
(cultura, pensamiento, conciencia, espíritu...)
- Jurídico-Política: Estado, leyes, sistemas de gobierno...
Es el modo de articular el poder a favor de la clase dominante - Ideológica (formas de pensamiento o “conciencia social”): Definida por la clase social dominante con el fin de perpetuar el estado de cosas presente: Filosofía, moral, religión, ciencia... la cultura o pensamiento en general

Infraestructura o base
(modo de producción, economía entendida como ‘fuerza material’)
- Relaciones de producción: entre los hombres, fruto del modo de producción y caracterizadas fundamentalmente por la propiedad, que origina clases sociales (enfrentadas históricamente hasta el presente. amo-esclavo; señor-siervo; patrono/capitalista-obrero/proletario...)
- Fuerzas de producción: son las que se enfrentan con la naturaleza en la producción, fundamentalmente la mano de obra (la clase trabajadora), la maquinaria y las herramientas...
d) La lucha de clases y la historia. El comunismo.
La alienación económica (propiedad privada) tiene su inmediata repercusión en la sociedad y en las relaciones de producción. Surge una clase social dominadora –la que posee la propiedad- que vive a costa de la explotación de la clase social trabajadora. La separación “producto-hombre” (antítesis) produce la separación de los hombres entre sí mediante el antagonismo o lucha de clases. A la alienación económica le siguen la alienación social, política, jurídica, ideológica (cultural: moral, arte, ciencia…) y religiosa.
“La historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases” (Manifiesto comunista, I) Hay dos periodos históricos básicos: la “historia de las alienaciones” o historia conflictiva, mientras perdura la propiedad privada, y la “historia definitiva” –que ya se avecina-, cuando se suprima la propiedad privada en una sociedad sin clases. La historia es fruto de los modos de producción, de la estructura económica, tiene un carácter dialéctico y conflictivo pero riguroso que puede estudiarse y conocerse con precisión, puesto que responde a una lógica, la dialéctica (material, económica; no la ‘dialéctica de la idea o del espíritu’, hegeliana). Estamos ante un materialismo “científico”. No son los hombres los que hacen la historia, más bien habría que decir que es la historia la que hace al hombre.
Ya hemos comentado que las fuerzas productivas del trabajo y las relaciones de producción correspondientes configuran un determinado modo de producción. Marx dice que a lo largo de la historia se han sucedido los siguientes modos de producción, tras un momento primitivo inicial, espontáneamente comunitario y feliz, sin propiedad:
- Modo de producción asiático: Teocrático, la casta sacerdotal es también la casta reinante y representa la cúspide del poder. Todo el poder emana del rey y apenas existen leyes que regulen la vida social.
- Modo de producción antiguo: Basado en el esclavismo como sistema de producción. Aparece una abismal división en dos clases sociales: amos y esclavos. El propietario ejerce un dominio absoluto sobre las fuerzas productivas (mano de obra y medios), organizado por la ley y el derecho (derecho romano, que sólo reconoce al ciudadano romano y para el que el esclavo es sólo “res”, cosa).
- Modo de producción feudal: Los señores feudales son los dueños de las tierras y aunque media un pacto que obliga a las dos partes, aquellos tienen derechos importantes sobre los siervos que las trabajan.
- Modo de producción capitalista: La burguesía capitalista es propietaria de los medios de producción, y el proletariado sólo posee su fuerza de trabajo.
La infraestructura económica, como ya se ha dicho, determina y condiciona la superestructura política, jurídica e ideológica. La ideología o mentalidad dominante en cada momento corresponde a la ideología de la clase dominante y viene a justificar el sistema de producción entonces vigente. Será el desarrollo de las fuerzas productivas el que, llegado a un determinado punto, dándose una situación económica y social insostenible, provocará el “salto” revolucionario a otro modo de producción, a otra fase de la historia. Al cambiar la infraestructura, cambia también la superestructura, las ideas, dando lugar a un nuevo modo de producción y a una nueva mentalidad. Por así decir, el avance de cada modo de producción va dando lugar -a través de la praxis revolucionaria- a su extinción y superación en otro modo posterior. Y ello con la misma necesidad con la que discurren las leyes de la naturaleza.
Si las fuerzas de producción, que son pujanza y dinamismo material, encuentran obstáculo en las relaciones de producción (que ya no dan más de sí), se produce un conflicto revolucionario, que dará origen a la transformación de toda la sociedad y a un salto histórico hacia adelante.
Ese salto es el que ha dado lugar a los distintos modos de producción en la “pre-historia” o “historia conflictiva” (Asiático, Esclavista/antiguo en Grecia y Roma, Feudal y Burgués/capitalista). En ella predomina la antítesis, el antagonismo y la lucha de clases.
Pero he aquí que, en este momento histórico presente (siglo XIX), el capitalismo está tocando techo, se agota. Se avecina un nuevo salto por la evolución del capitalismo -en el que la propiedad privada alcanza su máxima expresión gracias al sistema industrial y a la concentración del capital en cada vez menos manos-, (Nota 3) que precipitará a través de la revolución del proletariado, la llegada de una fase definitiva de la historia, superadora de la ”antítesis” -la alienación económica y el antagonismo de clases- pasada y presente, y el paso a un momento culminante (la “síntesis”), de una sociedad sin propiedad privada ni clases sociales, la sociedad comunista.
Tras el colapso capitalista y la revolución del proletariado, la historia habrá llegado a su estadio definitivo, el comunismo, en el que –suprimida la propiedad privada- ya no habrá ni alienación, ni lucha de clases, ni sufrimiento en el trabajo, ni pobreza o necesidades. Será la síntesis final en la que el hombre se autorrealizará plenamente (el “paraíso comunista”). “El primer paso de la revolución obrera será la exaltación del proletariado al poder, la conquista de la democracia. La democracia es hoy el comunismo.” (Manifiesto, II)
Sostiene Marx que el capitalismo, al crecer, ha cavado su propia tumba. La revolución del proletariado instaurará una fase de “dictadura del proletariado”, provisional, encargada de 1) culminar el desarrollo industrial (colectivista), de 2) la educación socialista (pública) de las masas y de 3) la aniquilación de los restos de burguesía.

¿Cómo será el paraíso comunista y la sociedad sin clases? Es la negación de la situación antitética precedente. La reconciliación entre los hombres y la naturaleza y de los hombres entre sí será permanente y definitiva. Ya no habrá trabajos penosos –el trabajo será la gozosa autorrealización de los trabajadores-, ni tensiones o conflictos entre sectores sociales (ya no existirán las “clases” derivadas de la propiedad privada).
Ya no habrá explotación alguna, tras una fase transitoria de dictadura del proletariado, no será necesario el Estado ni las leyes, no habrá religión porque el hombre –el trabajador- será autosuficiente, ni habrá propiedad privada ni familia –instituciones de una burguesía que ya se habrá suprimido-. Todo será de todos y para todos. Los trabajadores rotarán por todos los trabajos, se producirá por encima de las necesidades de modo espontáneo, por lo que la prosperidad está asegurada, beneficiándose cada cual según su particular necesidad: “De cada cual según sus posibilidades, a cada cual según sus necesidades” (Crítica al programa de Gotha).
Todo esto no es utopía, sino ciencia (sostiene Marx): el socialismo científico, conocedor de las leyes rigurosas que mueven la historia (las leyes dialécticas de la producción), en las que rige el mismo determinismo que en las leyes de la naturaleza. La libertad será el conocimiento de la necesidad de esa poderosa ley histórico-material.
Marx afirma que la revolución final empezará por la nación capitalista más desarrollada industrialmente: Inglaterra. También que la última en incorporarse al proceso revolucionario será la menos desarrollada: Rusia. La historia no le dio la razón en esto, pero en todo caso el comunismo, de la mano de Lenin -no a partir de la evolución del capitalismo sino por la lógica de las armas y de la política- ha sido una de las realidades más influyentes del siglo XX. El capitalismo, no obstante, también.
IV. Algunos apuntes críticos al pensamiento de K. Marx
Son muy certeras algunas de las críticas de Marx al “espíritu capitalista”, especialmente en sus inicios. Pero cabe hacerse algunas preguntas, que sólo dejamos planteadas:
- ¿Es el trabajo sobre todo una actividad material o es más bien fruto del “espíritu” humano? ¿Es el hombre un ser sólo material? ¿Puede, por lo tanto, bastarle el cese de sus necesidades materiales para ser feliz? ¿La felicidad del hombre consiste en la autosuficiencia? ¿Es ésta realmente posible?
- ¿Es posible la libertad personal cuando las leyes económicas determinan el curso de las vidas y de la historia? ¿No es esto también una forma de alienación? ¿Tienen sentido la vida y la muerte de cada persona (carente de dignidad por sí misma) sólo por el hecho de formar parte de un proceso histórico en el que lo importante es la colectividad y las estructuras sociales?
- ¿Es verdad que el ser humano se bastará a sí mismo cuando “sea para” la colectividad social? ¿Es la propiedad privada un robo o un derecho?
- Si el marxismo es una filosofía surgida en el seno de un sistema alienante -el burgués-, ¿por qué no lo es él también? ¿No es el proletariado una coartada para precipitar la revolución que oculta en el fondo una “voluntad resentida”? (Nietzsche).
El capitalismo, sin embargo, a pesar de haber pasado por importantes crisis, ha ido reconduciéndose y desmintiendo las "profecías científicas" del marxismo. No ha sido Inglaterra la cuna de la primera revolución del proletariado, ni Rusia la última (como había pronosticado Marx), y en lugar de la supresión de las clases sociales, lo que se ha producido es la aparición de una extensísima y creciente "clase media", ajena a toda antítesis revolucionaria. La revolución soviética fue, por otro lado una revolución política, no económica en su raíz.
El marxismo se ha ido adaptando a contextos sociales y culturales diversos adoptando múltiples versiones: pacifismo, indigenismo, feminismo, anticolonialismo, nacionalismo, etc., desprendiéndose de su "ortodoxia" original. En esta transformación destacan, entre otros, Antonio GRAMSCI (1891-1937) y los miembros de la Escuela de FRANKFURT (Horkheimer, Adorno, Marcuse…).
NOTAS
1.- Hegel piensa que su filosofía es la culminación del Espíritu Absoluto, de la Racionalidad.
2.- “No hemos llegado al comunismo sino a través de la disolución de la especulación hegeliana realizada por Feuerbach. En realidad las verdaderas condiciones de vida del proletariado nos son desconocidas.” (F. ENGELS: La condición de la clase obrera en Inglaterra. 1845)
3.- “Crítica a la economía política”: El trabajo es convertido en mercancía, la cual, al “comprarse” a bajo coste, permite el aumento de las ganancias (“plusvalía”). El afán de aumentar los beneficios lleva al colapso del sistema capitalista: los compradores, al ganar menos, compran menos y el mercado languidece; los capitalistas, ávidos de riqueza, se devorarán entre ellos; los trabajadores, cada vez más desesperados, no tendrán nada que perder… La revolución del proletariado está servida, y con ella el fin de la propiedad privada, que dará paso a la propiedad colectiva de los medios de producción y a la muerte de todos los (pocos) capitalistas que existan, y por lo tanto a una sociedad sin clases. Frente a los otros socialismos, el comunismo se distingue por su carácter ‘científico y revolucionario’.