El poder sin freno y sin razón
ALBERT CAMUS: Calígula.
FICHA
- Tipo de actividad: análisis de un fragmento de la obra de teatro de Albert Camus Calígula.
- VALORES O TEMAS QUE SE PUEDEN TRABAJAR: AUTORIDAD Y PODER POLÍTICO, TIRANÍA, LEGITIMIDAD DEL PODER POLÍTICO, EL BIEN COMÚN, LA JUSTICIA.
- EDAD Y NIVEL RECOMENDADOS: 3º - 4º ESO
- DURACIÓN/TEMPORALIZACIÓN: 1 sesión de clase
- SINOPSIS: El fragmento propone la postura del tirano que lleva su poder más allá de todo límite, planteando si hay algo por encima de los intereses de una política que sólo mira hacia el poder o hacia la riqueza, por encima de todo, y no por el bien común o la justicia.
- REFERENTE TEÓRICO (contenidos, competencias relacionados) El asunto es particularmente apropiado para el tema de la Justicia y la política, o la fundamentación del poder político, o la distinción entre autoridad (auctoritas), entendida como una función y un servicio necesarios para el bien común de la sociedad, y poder (potestas), entendido como la capacidad de mandar y de hacer cumplir lo mandado por medio de la coacción. Trae consigo claves para estudiar la tiranía y el abuso de poder, así como la necesidad de medios para impedir que se produzcan.
- DESARROLLO: Se puede empezar la actividad con la lectura conjunta del texto y a continuación con el visionado de dicho fragmento. (Existe versión en B/N: Calígula, de Albert Camus. Estudio 1, RTVE, 1971. Protagonizada por José María Rodero. Dirección y adaptación: Jaime Azpilicueta). La actividad propiamente dicha puede realizarse de manera conjunta, dramatizando la lectura si se ve oportuno. A continuación se puede pasar a un cambio de impresiones acerca de las preguntas que se plantean al final del fragmento. En todo caso, sería necesaria una puesta en común al final para llegar a conclusiones.
ACTIVIDAD
EL PODER SIN FRENO Y SIN RAZÓN
ALBERT CAMUS: Calígula.
ACTO I
ESCENA VIII
EL INTENDENTE (con voz insegura). Te... te buscábamos, César.
CALÍGULA (con voz breve y cambiada). Ya lo veo.
EL INTENDENTE. Nosotros... es decir...
CALÍGULA (brutalmente). ¿Qué queréis?
EL INTENDENTE. Estábamos inquietos, César.
CALÍGULA (acercándose). ¿Con qué derecho?
EL INTENDENTE. ¡Oh!... (Súbitamente inspirado y muy rápido.) En fin, de todos modos, bien sabes que debes arreglar algunas cuestiones concernientes al Tesoro Público.
CALÍGULA (con un acceso de risa inextinguible). ¿El Tesoro? Pero es cierto, claro, el Tesoro; es fundamental.
EL INTENDENTE. Cierto, César.
CALÍGULA (siempre riendo, a Cesonia). ¿No es verdad, querida, que es muy importante el Tesoro?
CESONIA. No, Calígula, es una cuestión secundaria.
CALÍGULA. Pero es que tú no entiendes nada. El Tesoro tiene un poderoso interés. Todo es importante; ¡las finanzas, la moral pública, la política exterior, el abastecimiento del ejército y las leyes agrarias! Todo es fundamental. Todo está en el mismo plano: la grandeza de Roma y tus crisis de artritismo. ¡Ah! Me ocuparé de todo. Escúchame un poco, intendente.
EL INTENDENTE. Te escuchamos.
Los Patricios se adelantan.
CALÍGULA. ¿Me eres fiel, verdad?
EL INTENDENTE (en tono de reproche). ¡César!
CALÍGULA. Bueno, pues tengo un plan que proponerte. Vamos a revolucionar la economía política en dos tiempos. Te lo explicaré, intendente..., cuando hayan salido los patricios.
Los Patricios salen.
ESCENA IX
Calígula se sienta junto a Cesonia.
CALÍGULA. Escúchame bien. Primer tiempo. Todos los patricios, todas las personas del Imperio que dispongan de cierta fortuna —pequeña o grande, es exactamente lo mismo— están obligados a desheredar a sus hijos y testar de inmediato a favor del Estado.
EL INTENDENTE. Pero César...
CALÍGULA. No te he concedido aún la palabra. Conforme a nuestras necesidades, haremos morir a esos personajes siguiendo el orden de una lista establecida arbitrariamente. Llegado el momento podremos modificar ese orden, siempre arbitrariamente. Y heredaremos.
CESONIA (apartándose). ¿Qué te pasa?
CALÍGULA (imperturbable). El orden de las ejecuciones no tiene, en efecto, ninguna importancia. O más bien, esas ejecuciones tienen todas la misma importancia, lo que demuestra que no la tienen. Por lo demás, son tan culpables unos como otros. (Al intendente, con rudeza.) Ejecutarás esas órdenes sin tardanza. Todos los habitantes de Roma firmarán los testamentos esta noche, en un mes a más tardar los de provincias. Envía correos.
EL INTENDENTE. César, no te das cuenta...
CALÍGULA. Escúchame bien, imbécil. Si el Tesoro tiene importancia, la vida humana no la tiene. Está claro. Todos los que piensan como tú deben admitir este razonamiento y considerar que la vida no vale nada, ya que el dinero lo es todo. Entretanto, yo he decidido ser lógico, y como tengo el poder, veréis lo que os costará la lógica. Exterminaré a los opositores y la oposición. Si es necesario, empezaré por ti.
EL INTENDENTE. César, mi buena voluntad no admite duda, te lo juro.
CALÍGULA. Ni la mía, puedes creerme. La prueba es que consiente en adoptar tu punto de vista y considerar el Tesoro público como un objeto de meditación. En suma, agradéceme, pues intervengo en tu juego y utilizo tus cartas. (Pausa, luego, con calma.) Además mi plan, por su sencillez, es genial, lo cual cierra el debate. Tienes tres segundos para desaparecer. Cuento: uno...
El intendente desaparece.
ESCENA X
CESONIA. ¡No te reconozco! Es una broma, ¿verdad?
CALÍGULA. No es exactamente eso, Cesonia. Es pedagogía.
ESCIPIÓN. ¡No es posible, Cayo!
CALÍGULA. ¡Justamente!
ESCIPIÓN. No te comprendo.
CALÍGULA. ¡Justamente! Se trata de lo que no es posible, o más bien, de hacer posible lo que no lo es.
ESCIPIÓN. Pero ese juego no tiene límites. Es la diversión de un loco.
CALÍGULA. No, Escipión, es la virtud de un emperador. (Se echa hacia atrás con un gesto de fatiga.) ¡Ah, hijos míos! Acabo de comprender por fin la utilidad del poder. Da oportunidades a lo imposible. Hoy, y en los tiempos venideros, mi libertad no tendrá fronteras.
CESONIA (tristemente). No sé si hay que alegrarse, Cayo.
CALÍGULA. Tampoco yo lo sé. Pero supongo que con eso habrá que vivir.
1.- ¿Qué es el poder, para Calígula? ¿Existe obligación moral de obediencia a las disposiciones ordenadas por éste? Razónalo.
2.- ¿En nombre de qué sería legítima la resistencia política, tanto pasiva como activa?
3.- Se plantea en este texto un conflicto entre el dinero, la vida humana y el poder. ¿Qué valor ha de concedérseles, respectivamente, y por qué?