TOMÁS DE AQUINO Y EL FEMINISMO. UN APUNTE.

22.06.2024 | por Andrés Jimenez Abad

TOMÁS DE AQUINO Y EL FEMINISMO. UN APUNTE.

TOMÁS DE AQUINO Y EL FEMINISMO. UN APUNTE.

          En las charlas que prodigan los y las expertas feministas, se suele reprochar el machismo de Santo Tomás de Aquino, como ejemplo elocuente de la teología católica y de su desprecio hacia la mujer. Conozco directamente algún caso. En concreto, suele atribuirse una frase a Santo Tomás: “La mujer es defectuosa y malnacida”.
Analicemos el asunto, con ayuda de un artículo vibrante y lúcido de Pato Acevedo, en su Blog La esfera y la cruz.
En la Suma Teológica, en la cuestión 92, art. 1, de la primera parte, titulado “el origen de la mujer", Tomás se pregunta: “Al producir (Dios) las primeras cosas, ¿debió o no debió ser hecha la mujer?".  
Para los que no conocen la estructura de la Summa,conviene anotar que cada tema que explora Tomás de Aquino en esta obra comienza listando las objeciones a la posición ortodoxa, luego se agrega un argumento de autoridad, después viene la respuesta de Santo Tomás al tema, y termina replicando a cada una de las objeciones.
 
En este caso, la primera objeción a que la mujer haya sido hecha junto con las primeras cosas, se toma de Aristóteles, que, como es sabido, es una de las grandes influencias del Santo:
“1. Dice el Filósofo en el libro De la generación de los animales: La mujer es un varón frustrado. Pero en la primera creación de las cosas no era conveniente que hubiera nada frustrado ni imperfecto. Por lo tanto, en la primera institución de las cosas no debió ser hecha la mujer.”
 
Por esta cita de Aristóteles, puede entreverse que la idea de la inferioridad de la mujer no proviene del cristianismo, sino que se remonta a los griegos, y no a cualquiera, sino al máximo representante de la filosofía clásica. En la respuesta a esta objeción encontramos un párrafo que suelen citar los detractores de Tomás de Aquino, tergiversando bastante las palabras por lo demás. Respondiendo a Aristóteles, Tomás dice exactamente:
“1. Considerada en relación con la naturaleza particular, la mujer es algo imperfecto y ocasional. Porque la potencia activa que reside en el semen del varón tiende a producir algo semejante a sí mismo en el género masculino. Que nazca mujer se debe a la debilidad de la potencia activa, o bien a la mala disposición de la materia, o también a algún cambio producido por un agente extrínseco, por ejemplo los vientos australes, que son húmedos, como se dice en el libro De la generación de los animales. 
Pero si consideramos a la mujer en relación con toda la naturaleza, no es algo ocasional, sino algo establecido por la naturaleza para la generación. La intención de toda la naturaleza depende de Dios, autor de la misma, quien al producirla no sólo produjo al hombre, sino también a la mujer.”
 
La clave para entender este párrafo se encuentra en reconocer que al escribir esto, Santo Tomás no está expresando un juicio religioso o de valor acerca de las mujeres, sino solamente constatando lo que pasaba por “hecho científico” en su época. Esto se confirma con la frase con que concluye esta explicación: “como se dice en el libro De la generación de los animales“.
En efecto, Tomás tiende siempre a escuchar lo que la razón dice acerca de los temas que trata. En este caso, la máxima autoridad científica del momento era a sus ojos Aristóteles. No debe extrañar que el enfoque de diversos temas se vea condicionado por el modo de tratarlos el filósofo griego. Llama la atención cómo de todos modos, la docrina cristiana -en la misma pluma del aquinate- a menudo reclama una revisión de ciertas concepciones científicas de aquella época.
Para entender de qué hablamos aquí, debemos recordar que en 1672 el anatomista (católico) holandés R. de Graafpostuló la existencia de los óvulos y su participación en el proceso reproductivo de los mamíferos, gracias a la invención a inicios del S. XVII del microscopio. Hasta esa época (cuatro siglos después de Santo Tomás) eran pocos los hechos claros acerca de la reproducción humana, y en cambio el proceso generativo de las plantas era ampliamente conocido y tomado como referencia.
En este contexto, no es de extrañar que la forma más natural de explicar la generación se sirviera de los vegetales, y así entendieran que, para producir un nuevo ser humano, la semilla del hombre debía encontrar un “suelo fértil” en el cuerpo de la mujer. De ahí también que se hable del hombre como “potencia activa” en el proceso.
Con esta idea en mente volvamos a repasar el párrafo, cuando dice:
“Porque la potencia activa que reside en el semen del varón tiende a producir algo semejante a sí mismo en el género masculino.” La lógica es simple: si planto una pepita de manzana, me sale un manzano; si un hueso de aceituna, un olivo; y si una semilla de hombre, un hombre. Pero a veces nace una mujer… La respuesta que ellos daban es que hubo un defecto en el proceso y por eso no resultó un hombre, sino una mujer. O dicho de otro modo: Que nazca mujer se debe a la debilidad de la potencia activa, o bien a la mala disposición de la materia, o también a algún cambio producido por un agente extrínseco, “por ejemplo los vientos australes, que son húmedos”. Lo que hace Santo Tomás no es emitir una tesis religiosa, sino enunciar un hecho científico errado.
 
Pero seguidamente, Santo Tomás repudia que esta conclusión científica tenga aplicación ante los ojos de Dios, cuando agrega:
“Pero si consideramos a la mujer en relación con toda la naturaleza, no es algo ocasional, sino algo establecido por la naturaleza para la generación. La intención de toda la naturaleza depende de Dios, autor de la misma, quien al producirla no sólo produjo al hombre, sino también a la mujer.”
 
Es decir, que Tomás pone a hombre y mujer en pie de igualdad, a pesar de la opinión de los científicos. Pero quizás venga bien, para hacer justicia al pensador medieval, reproducir lo que unas líneas más adelante escribe acerca de “si la mujer debió ser formada de una costilla del varón”. Responde así:
 
“Fue conveniente que la mujer fuese formada del varón. Primeramente, para significar que entre ambos debe darse un vínculo social. La mujer no debe “dominar sobre el varón”, en frase del Apóstol (San Pablo); por lo cual no fue formada de la cabeza. Ni tampoco debe el varón despreciarla como si le estuviera sometida servilmente, y por ello no fue formada de los pies. En segundo lugar, por razón del sacramento; pues del costado de Cristo muerto en la cruz brotaron los sacramentos, esto es, la sangre y el agua, mediante los cuales fue instituida la Iglesia.”
 
La rica acumulación de imágenes para venir a afirmar que la mujer es semejante al varón, ni superior ni inferior, sugiere la igual dignidad esencial y naturaleza de ambos en el pensamiento de Tomás de Aquino. El segundo argumento, de índole estrictamente teológica, pone de manifiesto la raíz y la vocación de ambos, mujer y varón, a constituir la unidad de un mismo 'cuerpo' completo basada en el amor de entrega de Cristo por su Iglesia y, de manera similar, del hombre por la mujer en la unidad del matrimonio.
 
Podrán o no compartirse este argumento y esta visión. Pero lo que no deben en manera alguna es desfigurarse.