ORTEGA

ORTEGA

1. CITAS


1. "La decadencia española consiste pura y simplemente en la falta de ciencia, en privación de teoría". (ORTEGA Y GASSET, J. “Una respuesta a una pregunta”. En Obras Completas, I, p. 214).

2. "¡Salvémonos en las cosas!" (ORTEGA Y GASSET, J. “Unamuno y Europa, Fábula”. En Obras Completas, I, p. 132).

3. "No basta con ver las cosas, es menester pensarlas, reconstruirlas". (ORTEGA Y GASSET, J. “Una polémica”. En Obras Completas, I, p. 157).

4. "Cabe naturalmente, no tener listo un sistema, pero es obligatorio tratar de formárselo. El sistema es la honradez del pensador. Mi convicción política ha de estar en armonía sintética con mi física y mi teoría del arte". (ORTEGA Y GASSET, J. “Algunas notas”. En Obras Completas, I, p. 114).

5. "Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo". (ORTEGA Y GASSET, J. Meditaciones del Quijote. “Lector...” En Obras Completas, I, p. 322).

6. ”La realidad, pues, se ofrece en perspectivas individuales (...) La perspectiva visual y la intelectual se complican con la perspectiva de la valoración. En vez de disputar, integremos nuestras visiones en generosa colaboración espiritual, y como las riberas independientes se aúnan en la gruesa vena del río, compongamos el torrente de lo real". (ORTEGA Y GASSET, J. El Espectador I. “Confesiones del Espectador. Verdad y perspectiva”. En Obras Completas, II, p. 19).

7. "Hay una perspectiva china tan justificada como la perspectiva europea". (ORTEGA Y GASSET, J. “El sentido histórico de la teoría de Einstein”.En Obras Completas, III, p. 237).

8. "Mi ideología no va contra la razón, puesto que no admite otro modo de conocimiento teorético que ella: va sólo contra el racionalismo". (ORTEGA Y GASSET, J. “Ni vitalismo, ni racionalismo”. En Obras Completas, III, p. 273).

9. "... el hombre no tiene naturaleza, sino [...] historia. O, lo que es igual: lo que la naturaleza es a las cosas, es la historia [...] al hombre". (ORTEGA Y GASSET, J. Historia como sistema, VIII. En Obras Completas, VI, p. 41).

2. VOCABULARIO BÁSICO


Actividad teórica: También llamada teoría. Es la actividad que nos permite pulir el conocimiento de la realidad que nos suministra la ciencia. Es decir, es el conocimiento de las cosas dentro del sistema de la realidad.

Barbarie: Actitud del ser humano en la que se renuncia a la tradición, centrándose exclusivamente en el presente, y, en consecuencia, se renuncia al futuro. Es una actitud de degradación de la realidad racio-vital-histórica del ser humano.

Biologismo: Distingue entre materia inerte y materia viva constatando que hay una peculiaridad en los seres vivos que no tienen los inertes pero negándose a postular un principio explicativo de tal peculiaridad.

Cambio, sustancial cambio: Definición que da Ortega del ser humano. Con esta definición quiere afirmar que el ser del hombre consiste en su mutabilidad, que esa mutabilidad se puede estudiar en la historia y que, en consecuencia, el hombre, por ser un animal mutable e histórico, puede aumentar o dilapidar el caudal cultural heredado de sus antepasados.

Ciencia: Ortega utiliza este término en el sentido clásico: Saber, conocimiento verdadero. La ciencia se fundamenta en el objetivismo y se obtiene a través de una disciplina (hábito) intelectual para cuyo desarrollo son necesarios un método, hábito crítico y racionalidad.

Circunstancia: Lo que rodea al yo y le ayuda a constituirse; aunque la propia circunstancia lo es siempre con respecto al sujeto y, en ese sentido, también es constituida por él.

Circunstancialismo: Hay que partir de la circunstancia de cada uno (diferente en cada individuo) para llegar a resolver los problemas que son objetivos, comunes a todos. Es la única forma de captar la verdad; si uno no es consecuente con el propio punto de vista, no puede captar fielmente la realidad. Hay que dar cuenta de la realidad desde la perspectiva vital en que nos hallamos situados.

Circunstancias mayúsculas: Circunstancias que caracterizan al yo como hombre de una cultura determinada. (Para el hombre occidental dos: el pensamiento judeocristiano y la filosofía griega).

Circunstancias minúsculas: Circunstancias más cercanas, las que confieren al yo el sentido de la realidad que nos rodea. (La familia a la que pertenezco, el barrio en el que vivo, mis características físicas y psicológicas, etc.)

Coetáneo: Aquellos hombres que comparten el mismo conjunto de ideas y creencias. Sólo son coetáneos los miembros de una misma generación.

Complementariedad de las perspectivas: Puesto que la realidad se capta desde la perspectiva vital y ésta es distinta para cada yo, en consecuencia, si queremos conocer la totalidad de la realidad y tener un sistema, es necesario reunir todas las perspectivas pues todas son necesarias y, por tanto, complementarias.

Contemporáneo: Todos los hombres que viven en un mismo momento histórico aunque sean de generaciones distintas. (Según Ortega, coexisten en un mismo tiempo histórico tres generaciones distintas).

Creencias: Aquellas ideas que tenemos tan asumidas que no existe necesidad de defenderlas. Vivimos inmersos en ellas. Son nuestra realidad y no las cuestionamos.

Crisis histórica: Situación histórica que corresponde a la de una época eliminatoria y polémica.

Duda: Las creencias deben convertirse en ideas. Para ello es necesario la duda. La duda es el virus necesario para que el hombre se de cuenta de que está sumergido en las creencias, de que es dueño de ellas y no ellas dueñas de él porque no conoce con claridad aquello a lo que se refieren, simplemente cree. (Ortega piensa que esa es la misión –ingrata- del filósofo: introducir la duda en las creencias).

Entrega frenética a la acción: Solución ilegítima a una situación de crisis histórica. El hombre ante la insuficiencia e irrealidad de ese pasado se vuelca en la acción. Se dedica a hacer por hacer porque así olvida su inseguridad. A este fenómeno Ortega lo denomina "rebarbarización" y es el signo manifiesto de que el hombre está en crisis.

Época acumulativa: Época histórica en que todas las generaciones se someten a la visión del mundo de la generación más vieja.

Época eliminatoria y polémica: Época histórica en que se da una lucha entre las distintas generaciones que lleva a que la visión del mundo de la generación más vieja sea sustituida por la de las más jóvenes.

Generación: La generación es la "molécula" de la historia, su unidad básica. Cada generación se caracteriza por ser una respuesta concreta a la "sensibilidad vital" de los hombres que la componen, a los problemas de la realidad. Los miembros de cada generación comparten entre sí una serie de rasgos comunes pero dentro de una herencia común. Así, aunque haya diferencias entre los distintos individuos, siempre se reconocen los mismos presupuestos teóricos de los que viven.

Generación creadora: Ortega denomina así a la generación que es capaz de superar una crisis histórica mediante la instalación del hombre en nuevas convicciones que no sean simple repetición de otras anteriores. (Ej.: Galileo y Descartes en el Renacimiento). Con esa generación el hombre volverá a vivir de la seguridad de sus convicciones durante otra serie de "generaciones acumulativas" y hasta la próxima crisis histórica.

Hábito crítico: Segunda condición de posibilidad de la ciencia. Consiste en contrastar cualquier doctrina con la verdad y la razón. Su carencia desemboca en juzgar las cosas con las vísceras, no con la cabeza.

Historia: Sinónimo de vida. Por tanto, la realidad radical. No debemos olvidar que la vida de la que habla Ortega no es biológica sino biográfica. Por tanto, histórica.

Ideas: En Ortega tiene dos sentidos. Uno más genérico en el que se encontraría todo lo que el hombre sostiene (piensa) acerca de la realidad y otro más específico en que se designa a aquellos pensamientos que construimos y de los que somos conscientes. Estos pensamientos son discutibles porque no nos encontramos totalmente inmersos en ellos.

Método: Primera condición de posibilidad de la ciencia. Hay que entenderlo como rigor. Éste es el ejercicio ascético de buscar definiciones, de deslindar unos temas de otros. Si queremos llegar a la verdad y hacer ciencia, no tenemos más remedio que hacerla desde un método riguroso.

Misticismo de la razón: Característica propia del racionalismo que ha reducido la realidad humana a simple razón olvidándose de la vida y de que ésta es la realidad primordial que sólo puede ser comprendida, en parte, por la razón.

Objetivismo: Nombre con el que se designa a la primera fase del pensamiento de Ortega que se resume en su frase: “¡Salvémonos en las cosas!” Es el intento de atenerse a lo que son las cosas mediante la ciencia y la teoría.

Perspectivismo: Nombre con el que se designa a la segunda fase del pensamiento de Ortega. El perspectivismo afirma que la realidad se conoce desde una posición concreta, biográfica, tanto personal como social. Además, que para conocer la realidad hace falta que las distintas perspectivas se complementen. Insiste, por tanto, en que su perspectivismo es ajeno a todo tipo de relativismo subjetivista y es fiel al objetivismo.

Presentismo: Culto a lo inmediato que le hace caer al ser humano en la barbarie.

Racionalidad: Tercera condición de posibilidad de la ciencia. Es el elemento corrector. Debe eliminar cualquier irracionalidad. No es patrimonio exclusivo de ningún pueblo, raza o grupo social sino de todo hombre.

Raciovitalismo: Nombre con el que se designa a la tercera fase del pensamiento de Ortega. En esta fase define al yo como vida –no en sentido biológico, sino biográfico- que intenta comprenderse a sí misma mediante la razón. Razón vital y razón histórica son términos sinónimos.

Razón: El esfuerzo inusitado y obligatorio de intentar comprender la realidad vital.

Razón histórica: Raciovitalismo. Razón vital.

Razón vital: Raciovitalismo. Razón histórica.

Realidad radical: Vida.

Rebarbarización: Entrega frenética a la acción.

Retorno al pasado: Según Ortega una de las soluciones ilegítimas a una situación de crisis histórica. Aparece como la búsqueda de coordenadas para orientarse en un mundo distinto al que se ha abandonado. Se añora una época remota a la que se idealiza. (Ej.: Idealización de la cultura griega clásica por parte del Renacimiento).

¡Salvémonos en las cosas!: Grito de guerra que resume, según Ortega, la actitud objetivista.

Sistema: Visión de conjunto de la totalidad de la realidad. Todas las cosas tienen su puesto dentro del sistema y conocerlas plenamente significa conocerlas en su articulación dentro del sistema, de la totalidad de lo real. Ortega afirma que el sistema es la condición de posibilidad de la verdad.

Teoría: Así como la ciencia sería el saber de las cosas particulares, la teoría es la visión de la particularidad desde un plano más superior, el del conjunto de la realidad. Por eso, la ciencia exige la teoría y la teoría sólo se da dentro de un sistema.

Tolerancia: Actitud básica del perspectivismo. Hay que tolerar todas las perspectivas y, además, fomentarlas porque todas son necesarias para el conocimiento de la realidad total.

Unidad del saber: Para Ortega todo el saber es unitario. Saber de distintos aspectos de la totalidad de la realidad y, por tanto, de la totalidad del sistema.

Vida: La vida es la realidad primordial, la radical, la previa a toda reflexión y, en ese sentido, lo primero que hay, antes del ser, de la sustancia. (Ser y sustancia serían ya realidades mediadas por la reflexión posterior a la vida).

Vitalismo: Nombre equívoco con el que se designa a multitud de doctrinas tanto biológicas como filosóficas que intentan expresar qué entienden por vida. Ortega analizará todas estas doctrinas para separarse de ellas proponiendo su doctrina raciovitalista.

Vitalismo biológico: En biología se llama vitalistas a las escuelas que postulan que los fenómenos y funciones propias de los seres vivos no pueden reducirse a explicaciones físico-químicas. Debe haber un principio propio y privado del que no puede dar razón suficiente ninguna combinación físico-química.

Vitalismo de Bergson: Mantiene que hay un modo de conocimiento más profundo que la razón, la vivencia íntima con las cosas. El conocimiento más perfecto sería de naturaleza intuitiva pues estaría en consonancia con el fluir de la vida (élan vital) mientras que la razón lo que haría es "petrificarla".

Vitalismo en teoría del conocimiento: El conocimiento es fruto del proceso biológico y, por tanto, explicable por las leyes que rigen este proceso.

Voluntad de sistema: El sistema no me viene dado hay que hacérselo y hay que hacérselo siendo fiel a la realidad mediante la ciencia y la teoría. Para Ortega la voluntad de sistema es exigencia que ante el pensador se manifiesta como honradez. Es decir, si el pensador quiere ser fiel a su misión, tiene que plegarse a la exigencia de buscar un sistema.

Yo: Para Ortega el yo no es biológico, sino biográfico. Y como tal, constituido e inmerso en unas circunstancias históricas determinadas. Por tanto, es un yo histórico.

Yo soy yo y mi circunstancia: Una de las afirmaciones básicas del perspectivismo orteguiano. El sujeto, biográfico, lo es en medio de su entorno (circunstancia) y gracias a él. Al mismo tiempo, la circunstancia, lo es siempre con respecto a un sujeto y gracias a él. Así, son inseparables y hablar del yo es hablar de la circunstancia y hablar de la circunstancia es hablar del yo. En definitiva, Ortega no quiere más que expresar lo que más tarde dirá, que el yo es un yo histórico.

3. VIDA


ORTEGA (1883-1955).

José Ortega y Gasset vino al mundo en la ciudad de Madrid, el día 9 de mayo de 1883 y en el seno de una familia perteneciente a la burguesía liberal de entonces.

La familia de su madre era la propietaria del madrileño periódico El Imparcial del que su padre, D. José Ortega y Munilla, era el director.

Éste hecho es importante, porque Ortega no sólo será un gran filósofo sino uno de los mejores periodistas del siglo XX.

Su educación primaria la recibió en Madrid de la mano de dos maestros, D. Manuel Martínez y D. José del Río Labandera.

En 1891 comenzó su educación secundaria en el colegio de los jesuitas de la barriada de Miraflores del Palo en Málaga. Allí, será el “emperador de su clase” –como el mismo referirá. Pero siempre hablará de la profunda insatisfacción que le causó la formación que le suministraron los jesuitas aunque recordará con gratitud al Padre Gonzalo Coloma, profesor de latín y griego. Lenguas de las que tuvo, desde entonces, un gran dominio.

Al terminar su bachillerato, en 1897, iniciará sus estudios universitarios en Deusto y luego en Madrid. Esta época coincide con el desastre de España que pierde sus últimas posesiones: Cuba, Puerto Rico y Filipinas.

El joven Ortega sentirá el mismo desgarro que los miembros de la generación del 98 sintiendo el “problema de España” como un problema profundamente moral. Ortega propondrá que la regeneración española tendrá que venir de la mano de una élite de hombres que le dé una misión a España y no de la asimilación a Europa.

Hace falta beber de las fuentes europeas pero sin copiarlas. Hay que aclimatarlas a España, es decir, hay que conseguir que ayuden a alumbrar la propia misión nacional de España.

El 12 de junio de 1902 se licencia en la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central de Madrid y el 19 de diciembre publica su primer artículo “Glosas” en la revista Vida Nueva.

Tras presentar su tesis doctoral titulada Los terrores del año mil. Crítica de una leyenda, el 15 de diciembre de 1904, se traslada a Alemania para completar su formación.

Allí continuará sus estudios en las universidades de Leipzig, Berlín y Marburgo. En ésta última conocerá a los neokantianos Cohen y Natorp a los que siempre considerará sus maestros.

El pensamiento neokantiano se convierte así en su casa y su prisión. Es el aire que respira pero lo hace de forma crítica: no se hizo kantiano. Antes de volver presenta la memoria Descartes y el método trascendental.

Regresa a España en Diciembre de 1907 deseoso de impregnar a España de Europa para que ésta, a su vez, impregne a Europa. Interviene en la fundación de la revista El faro.

Imparte las asignaturas de Psicología, Lógica y Ética en la Escuela Superior de Magisterio de Madrid, en 1908. Durante este tiempo tiene polémicas con Maeztu, Maura y Gamazo.

Durante 1909 sostiene en contra de Menéndez Pelayo una polémica apoyando la enseñanza laica. También polemiza contra Unamuno acerca de Europa.

1910 es el año en que oposita y gana la cátedra de Metafísica en la madrileña Universidad Central en la que sucederá a Nicolás Salmerón. Todavía no había publicado ninguna obra. También en este año contrae matrimonio con doña Rosa Spottorno y Topete.

Tras una breve estancia en Alemania, en 1911, se entrega en cuerpo y alma a su trabajo en su Cátedra sita en el antiguo caserón de S. Bernardo pero, sus inquietudes políticas afloran en breve fundando en 1914 la Liga de Educación Política Española mediante la cual intentará llevar a cabo sus proyectos regeneracionistas desde posturas democráticas. El acto de fundación de la Liga tuvo lugar en el teatro de la Comedia de Madrid con la lectura de su famosa conferencia “Vieja y nueva política” en la que oponía la “España oficial” y la “España vital”.

Durante este año, 1914, también publica su primer libro “formal” Meditaciones del Quijote e ingresa en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.

Junto con Baroja, Azorín, D’Ors, Pérez de Ayala y Antonio Machado funda el semanario España en el año 1915. Es de destacar su artículo “Bajo el arco en ruina” donde anunciaba los separatismos de las regiones.

En 1916 comienza la publicación de los ocho volúmenes de El Espectador. Además, viaja por primera vez a Argentina.

Cofunda, con Nicolás María de Urgoiti, en 1917, el diario El Sol donde aparecerán La España Invertebrada y La rebelión de las masas.

Nicolás María de Urgoiti funda en 1918 la editorial Calpe. Ortega dirigirá la colección “Biblioteca de Ideas del siglo XX” donde publicará las obras punteras del pensamiento europeo de comienzos de siglo.

El año del comienzo de la dictadura de Primo de Rivera, 1929, funda y dirige Revista de Occidente.

Debido a su enfrentamiento con la dictadura de Primo de Rivera, dimite de su cátedra universitaria en ese mismo año y continúa sus clases en la Sala Rex de Madrid abiertas al gran público. La gran afluencia, a pesar de cobrar una matrícula de 30 pesetas –15 a estudiantes- hizo que a partir de la séptima lección tuvieran que trasladarse al Teatro Infanta Beatriz. Estas clases se publicarán más tarde bajo el título ¿Qué es Filosofía?

Con la “dictablanda” del general Berenguer, en 1930, recupera su cátedra y se convierte en el centro del grupo de intelectuales que reclama la instauración de la II República. Publica El error Berenguer, artículo dirigido contra el dictador y publica La rebelión de las masas.

En 1931, ya instaurada la II República, funda con Gregorio Marañón y Pérez de Ayala la Agrupación al Servicio de la República y es elegido diputado a las Cortes Constituyentes por la provincia de León.

Ortega termina su etapa de diputado profundamente desilusionado pues se le oía pero no se le seguía. Así, se retira de la política activa y disuelve la Agrupación volviendo de nuevo a la actividad académica.

Publica, en 1934, En torno a Galileo y en 1935 Historia como sistema. En este mismo año recibe un homenaje de la universidad al considerarle la figura más sobresaliente de la filosofía española y es nombrado presidente del “PEN Club”.

Con el advenimiento de la Guerra Civil, 1936, se autoexilia. Primero viaja a Paris y Holanda pronunciando conferencias en Leiden, La Haya y Amsterdan. Más tarde viaja a Argentina donde reside hasta 1942, fecha en la que fija su residencia en Portugal.

Allí escribirá Origen y epílogo de la filosofía, texto que debía ser el epílogo a la Historia de la Filosofía de su discípulo Julián Marías.

Al término de la II Guerra Mundial, 1945, regresa a España quedando su actividad pública reducida al mínimo debido a la dictadura de Franco. Aunque se le permitía vivir en España, él nunca estuvo a gusto y conforme con la situación política del país.

En el Ateneo de Madrid pronuncia, en 1946, un ciclo de conferencias y ese mismo año comienzan a publicarse sus Obras completas.

En 1948, junto con un grupo de colaboradores y discípulos –entre los que se encontraba Julián Marías-, funda el Instituto de Humanidades donde vuelve a ejercer su magisterio ante el gran público fuera de las aulas universitarias. Allí pronunciará, en 1949, su famoso ciclo de conferencias titulado “El hombre y la Gente”.

Viaja a Hamburgo para pronunciar el discurso inaugural del centenario de Goethe en 1949 y más tarde a Aspen (Estados Unidos) para pronunciar varias conferencias sobre el mismo tema.

De nuevo abandona España marchándose a Alemania en 1950. En este año mantiene un debate con Martin Heidegger, en Baden Baden, sobre el hombre y su lenguaje.

La Universidad de Glasgow le nombra Doctor Honoris Causa en 1951.

Continuó su trabajo sin descanso y en 1955 regresó definitivamente a España.

Diagnosticado de cáncer gástrico y tras una operación murió en Madrid, su ciudad natal, el 18 de octubre de 1955.

4. OBRAS


  • Artículos (1902-1913)
    Glosas
    La "sonata de estío" de don Ramón del Valle-Inclán
    El poeta del misterio
    "El rostro maravillado"
    La ciencia romántica
    Moralejas
    Canto a los muertos, a los deberes y a los ideales
    Sobre los estudios clásicos
    Teoría del clasicismo
    Viaje a España en 1718
    Pidiendo una biblioteca
    A. Aulard: "Taine, Historien de la Révolution Francaise"
    El sobrehombre
    Meier-Graefe
    Asamblea para el progreso de las ciencias
    Algunas notas
    Sobre una apología de la inexactitud
    Una fiesta de paz
    Unamuno y Europa, fábula
    La teología de Renan
    España como posibilidad
    ¿Una exposición Zuloaga?
    Nueva revista
    La epopeya castellana, por Ramón Menéndez Pidal
    Planeta sitibundo
    Una polémica
    De la dignidad del hombre
    Valera corno celtíbero
    Observaciones
    Libros de andar y ver
    Arte de este mundo y del otro
    Alemán, latín y griego
    Una respuesta a una pregunta
    Psicoanálisis, ciencia problemática
    Nuevo libro de Azorín
    Sobre el concepto de sensación
    Fiesta de Aranjuez en honor de Azorín
  • Vieja y nueva política (1914)
  • Meditaciones del Quijote (1914)
  • Artículos (1915)
    La voluntad del barroco
    Cuadros de viaje. ¡Se van, se van!
    La guerra, los pueblos y los dioses
  • Personas, obras, cosas (1916)
  • E! Espectador I (1916)
    Confesiones de "El Espectador"
    Verdad y perspectiva
    Nada "moderno" y "muy siglo XX"
    Leyendo el Adolfo, libro de amor
    Horizontes incendiados
    Cuando no hay alegría
    Estética en el tranvía
    La vida en torno:

    Tierras de Castilla. Notas de andar y ver.
    Tres cuadros del vino (Tiziano, Poussin y Velázquez):
    I. Vino divino
    II. La Bacanal, del Tiziano
    III. La Bacanal, de Poussin
    IV. Los borrachos, de Velázquez
    Filosofía:
    Conciencia, objeto y las tres distancias de éste
    Ensayos de crítica:
    Ideas sobre Pío Baroja
    Tema y estilo
    El tema del vagabundo
    El tema del aventurero
    Balance vital
    La intención "estética" y la crítica literaria
    Baroja tropieza en Coria con la Gramática
    Teoría de la felicidad
    El fondo insobornable
    Cultura anémica
    La "acción" como ideal
    Sobre el arte de Baroja
    La prosa y el hombre
    Una primera vista sobre Baroja
    Unos cuantos datos
    Teoría del improperio
    Hipótesis del histerismo español
    El león pintado
    Sin embargo
    La picardía original de la novela picaresca
  • E! Espectador II (1917)
    Palabras a los suscriptores
    Confesiones de "El Espectador":
    Democracia morbosa
    Para la cultura del amor
    La vida en torno :
    Muerte y resurrección
    Ensayo de crítica:
    Azorín: Primores de lo vulgar. Primera parte
    Emociones tornasoladas
    "Maximus in minimus"
    ¿Angustia? ¿Progreso?
    Sinfronismo
    El gesto y el grito
    Segunda parte
    Ruina viva
    La intuición radical de Azorín
    Primor de la repetición
    Poeta de la costumbre
    Intermedio de las siluetas
    La Historia, edificio de las hormigas
    El casticismo y lo castizo
    Su musa
    Su flor
    El genio de la guerra y la guerra alemana
    Fenomenología de la guerra
    Guerra y ética
    Ética y metafísica de la guerra
  • E! Espectador III (1921)
    Incitaciones:
    Leyendo "Le Petit Pierre", de Anatole France
    Musicalia
    Notas de andar y ver
    De Madrid a Asturias o los dos paisajes
    En el tren
    Dueñas
    La hermana visitadora
    Las dos lunas
    Geometría de la meseta
    A la vuelta
    Un paisaje
    La mirada castellana procede con tacto
    El otro paisaje
    Ruralismo
    Arte:
    Los hermanos Zubiaurre
    Ensayos filosóficos (Biología y Pedagogía):
    El "Quijote" en la escuela
    La bicicleta, el pie y el seudópodo
    Civilización, cultura, espontaneidad
    La paradoja del salvajismo
    Pedagogía de secreciones internas. La vida como suma y como unidad
    El deseo
    Vida ascendente y decadente
    El sentimiento
    El mito
    La vida infantil
    El medio vital
    La psicología del cascabel
    Paisaje utilitario, paisaje deportivo
    La varita de virtudes
    Meditación del marco
    Buscando un tema
    Marco, traje y adorno
    La isla del arte
    El marco dorado
    La boca del telón
    Fracaso
  • E! Espectador IV (1925)
    Incitaciones:
    Elogio del "Murciélago"
    Pepe Tudela vuelve a la Mesta
    Apatía artística
    Dan-Auta (cuento negro)
    Carta a un joven argentino que estudia filosofía
    Moralejas:
    No ser hombre ejemplar
    Esquema de Salomé
    Temas de viaje:
    I. Tierra dramática, tierra apacible.
    II. ¡Helion, Melion, Tetragrámmaton!
    III. Historia y Geografía
    IV. Amor a la vida. Desdén a la vida.
    V. Destinos étnicos
    VI. Babel, balbucir, bárbaro
    Estudios filosóficos:
    Las dos grandes metáforas (en el segundo centenario del nacimiento de Kant)
    Al margen de los días:
    Conversación en el "golf" o la idea del "dharma"
  • E! Espectador V (1926)
    Notas de vago estío.
    Vitalidad, alma, espíritu:
    Fraseologia y sinceridad
  • E! Espectador VI (1927)
    Dios a la vista
    Sobre el fascismo. Sine ira et studio
    Destinos diferentes
    En el desierto, un león más
    Para un museo romántico (conferencia)
    La interpretación bélica de la Historia
    Sobre la muerte de Roma
    Nuevas casas antiguas
    Meditación del Escorial
    En el paisaje
    A la mayor gloria de Dios
    La manera grande
    Tratado del esfuerzo puro
    El coraje, Sancho Panza y Fichte
    La melancolía
  • E! Espectador VII (1930)
    Hegel y América
    Sobre la expresión fenómeno cósmico
    Cuaderno de bitácora:
    La profundidad de Francia
    El siglo XVIII, educador
    El alpe y la sierra
    El origen deportivo del estado
    El silencio, gran brahmán
    Intimidades:
    La Pampa... promesas
    El hombre a la defensiva
  • E! Espectador VIII (1934)
    Abenjaldún nos revela el secreto (Pensamientos sobre África Menor)
    Divagación ante el retrato de la marquesa de Santillana.
    Para una ciencia del traje popular
    Tiempo, distancia y forma en el arte de Proust
    Egipcios
    Las huellas del alma.
    La primera fecha
    Tempo de la historia egipcia
    Pueblo agrícola
    Falta de individualidad
    Pueblo de funcionarios
    La escritura
    Revés de almanaque
    Socialización del hombre
  • Artículos (1917-1920)
    Don Gumersindo de Azcárate ha muerto
    Estafeta romántica. Un poeta indo
    Un libro sobre la filosofía del derecho
    Una perdida nacional: Nicolás Achúcarro
    La muerte de Galdós
    España y Europa. Eugenia de Montijo
  • España invertebrada (1920)
  • Artículos (1923)
    Pedagogía y anacronismo
    Fe de erratas
    Nueva fe de erratas
  • El tema de nuestro tiempo (1923)
  • Artículos (1924)
    Las ideas de León Frobenius
    La etnología africana
    Ideas elementales y nacionales
    Transmisión y convergencia
    Cultura y culturas
    El deber de la nueva generación argentina
    El sentido histórico
    Diálogo sobre el arte nuevo
    Ni vitalismo ni racionalismo
  • Las Atlántidas (1924)
  • La deshumanización del arte e ideas sobre la novela (1925)
  • Artículos (1925)
    La resurrección de la mónada
    Pleamar filosófica
  • Artículos (1926-1927)
    La metafísica y Leibniz
    Sobre una encuesta interrumpida
    Para la historia del amor
    I. Cambio en las generaciones
    II. Nota sobre el «amor cortes»
    Sobre un periódico de las letras
    Charla, nada más
    La política por excelencia
    Dinámica del tiempo
    Los escaparates mandan
    Juventud
    ¿Masculino o femenino?
    Tierras del porvenir
    Generosidad
    Elegancia y paradoja
    Instinto y razón
    El poder social
    ¿Cómo es Lawrence?
  • Espíritu de la letra (1927)
  • Mirabeau o el político (1927)
  • Artículos (1929)
    Sobre el vuelo de las aves anilladas
  • Kant (1929)
  • Artículos (1930)
    Vicisitudes en las ciencias
    Por qué he escrito "El hombre a la defensiva"
    No ser hombre de partido.
    I. ¿Quién es usted?
    II. Partidismo e ideología
    La moral del automóvil en España.
    ¿Por qué se vuelve a la filosofía?
    I. El drama de las generaciones
    II. Imperialismo de la física
    III. La "ciencia" es mero simbolismo.
    IV. Las ciencias en rebeldía.
  • La rebelión de las masas (1930)
  • Misión de la Universidad (1930)
  • Artículos (1931-1932)
    Los "nuevos" Estados Unidos
    ¿Instituciones?
    Para el "Archivo de la palabra"
    I. El quehacer del hombre
    II. Concepto de la historia
    Sobre los Estados Unidos
  • Goethe desde dentro (1932)
  • Artículos (1933)
    Sobre el estudiar y el estudiante. (Primera lección de un curso)
  • En torno a Galileo (1934)
  • Artículos (1934-1935)
    Sobre las carreras
    Un rasgo de la vida alemana
  • Misión del bibliotecario (1935)
  • Artículos (1935-1937)
    Lo que más falta hace hoy
    La estrangulación de "Don Juan"
    "Libros del siglo XIX": Guizot y la "Historia de la civilización en Europa"
    Cuestiones holandesas
    El derecho a la continuidad
    Inglaterra como estupefaciente
    En la muerte de Unamuno
    Gracia y desgracia de la lengua francesa
    Bronca en la física
  • Ensimismamiento y alteración (1939)
  • Ideas y creencias (1940)
  • Artículos (1940-1941)
    Vives
    El intelectual y el otro
    Apuntes sobre el pensamiento, su teurgia y su demiurgia.
    Crisis del intelectual de la inteligencia
    Las ocultaciones del pensamiento
    Carácter histórico del conocimiento
    Anejo
  • Apuntes sobre el pensamiento (1941)
  • Estudios sobre el amor (1941)
  • Historia como sistema (1941)
  • Del Imperio Romano (1941)
  • Teoría de Andalucía y otros ensayos (1942)
    Teoría de Andalucía.
    Introducción a un "Don Juan".
    Paisaje con una corza al fondo.
    La solución de Olmedo.
    Corazón y cabeza.
    La percepción del prójimo.
    Guillermo Dilthey y la idea de la vida.
  • Brindis (1917-1939)
    En el banquete a la revista "Hermes".
    En la fiesta del armisticio de 1918.
    En un banquete en su honor en "Pombo".
    En el P. E. N. Club de Madrid.
    En la Institución Cultural Española de Buenos Aires.
  • Prólogos (1914-1943)
    Ensayo de estética a manera de prólogo.
    A "pedagogía general derivada del fin de la educación", de J. F. Herbart.
    A "Historia de la Filosofía", de Karl Vorlander.
    A "Obras Completas", de Sigmundo Freud.
    A la "Biblioteca de Ideas del siglo XX".
    I. A "Ciencia Cultural y Ciencia Natural", de Enrique Rickert.
    II. A "Teoría de la relatividad de Einstein y sus fundamentos físicos", de Max Born.
    III. A "Ideas para una concepción biológica del mundo", de J. Von Uexküll.
    IV. A "La decadencia de Occidente", de Oswald Spengler.
    V. A "Geometrías no euclidianas", de Roberto Bonola.
    Propósitos
    Introducción a una estimativa
    A "La Academia Platónica", de Pablo Luis Landsberg.
    A "Psicología", de Francisco Brentano.
    A "Una punta de Europa", de Victoriano García Martí.
    A una edición de sus obras.
    A dos ensayos de historiografía.
    A un diccionario enciclopédico abreviado.
    A "Cartas finlandesas" y "Hombres del norte", de Angel Ganivet.
    A "Viajes por los valles de la quina", de Paul Marcoy.
    A "Historia de la filosofía", de Emile Bréhier.
    A "Veinte años de caza mayor", del Conde de Yebes.
    A "Aventuras del Capitán Alonso de Contreras".
  • Prólogos (1930-1936)
    Prospecto del Instituto de Humanidades
    Enviando a Domingo Ortega el retrato del primer toro
    Prólogo a "Teoría de la expresión", por Karl Bühler
    Prólogo a "El collar de la paloma", de Ibn Hazm de Córdoba
    Prólogo a "Introducción a las ciencias del espíritu" por Wilhelm Dilthey
  • El hombre y la gente
  • ¿Qué es filosofía?
  • Idea del teatro
  • Goya
  • Prólogo para alemanes
  • La idea del principio de Leibniz y la evolución de la teoría deductiva
  • Meditación del pueblo joven
  • Velázquez
  • Una interpretación de la Historia Universal
  • Meditación de Europa
  • Otros escritos afines
    I. La sociedad europea.
    II. (Tocqueville y su tiempo).
    III. Vistas sobre el hombre gótico.
    IV. Algunos temas del "weltverkehr".
  • Origen y epílogo de la filosofía
  • La caza y los toros
  • Pío Baroja. Anatomía de un alma dispersa
  • Vives-Goethe
  • Pasado y porvenir para el hombre actual
  • Comentario al “Banquete” de Platón
  • Escritos políticos I (1908-1921)
    1908-1914
    Reforma del carácter, no reforma de costumbres
    Las dos Alemanias
    La solidaridad alemana
    La reforma liberal
    La conservación de la cultura
    Sobre el proceso Rull
    Sobre la pequeña filosofía
    La moral visigótica
    El cabilismo, teoría conservadora
    De re política
    Disciplina, jefe, energía
    La cuestión moral
    El recato socialista
    Glosas a un discurso
    Nuevas glosas
    Tropos
    Fuera de la discreción
    Guerra con cuartel
    Los problemas nacionales y la juventud
    La ciencia y la religión como problemas políticos
    Imperialismo y democracia
    Catecismo para la lectura de una carta
    Pablo Iglesias
    Diputado por la cultura
    Venerables ironías
    La administración de las virtudes
    Lerroux, o la eficacia
    El lirismo en Montjuich
    Sencillas reflexiones
    La herencia viva de Costa
    El caso Italia
    Más sobre el caso Italia
    De puerta de tierra
    Ni legislar ni gobernar
    Miscelánea socialista.
    De puerta de tierra
    Sencillas reflexiones
    Competencia
    De un estorbo nacional I
    Socialismo y aristocracia
    De un estorbo nacional II
    Liga de educación política
    Anotaciones sobre la guerra en forma de diario
    La guerra y la destitución de Unamuno
    La destitución de Unamuno
    En defensa de Unamuno
    1915 – 1920
    España saluda al lector y dice
    La camisa roja
    Contestando a Azorín
    La nación frente al Estado
    Nueva España contra vieja España
    Política de la neutralidad
    Un discurso de ida y vuelta
    La Universidad de Murcia
    Un buen discurso barroco
    La fiesta del trabajo
    Un discurso de resignación
    Más literatura resignada
    Ideas políticas
    ¡Libertad, divino tesoro!
    Matonismo periodístico
    Una manera de pensar
    El gobierno que se ha ido
    El gobierno que ha venido
    El verano, ¿será tranquilo?
    Los votos van al presidio
    Hacia una mejor política
    Localismo
    Ideas
    Hacia una mejor política
    Idea de estas elecciones
    El ayer y el hoy de las Juntas
    Fabricantes de rencor
    Albricias nacionales
    Gobierno de reconstrucción nacional
    Resumen de una historia
    Diálogos superfluos
    Los cazadores de pluma
    La verdadera cuestión española
    Política española
    Falta una gran política española
    El descrédito de un gobierno
    La paz y España
    En el momento de la paz
    Crisis resuelta
    Los momentos supremos
    El momento actual es decisivo
    Los señoritos de la regencia
    La grave política de estos días
    Anatomía de un discurso
    La situación política
    Por centésima vez
    Sobre el estatuto regional
    Balada de Boabdil La Chica
    España y la Liga de Naciones
    Feria de ambiciones
    En 1919, "dictadura" es sinónimo de "anarquía"
    Un problema de organización española
    El problema agrario andaluz
    Ni revolución ni represión
    La censura negra y la censura roja
    Un parlamento industrial
    Del conflicto actual
    La ilusión de los grandes partidos
    Tartufo y compañía
    Tartufo, chafado
    La política inmediata
    Política española
    Estériles uniones
    La fiesta de los ingenieros
    1907-1919: palabras sin sentido
    El momento político
    La discusión de actas en el Congreso
    Del momento político
    El momento político
    El momento político actual
    Los viejos partidos se van
    Ante el movimiento social: I
    El ex presidente escribe
    Ante el movimiento social: II ,III, IV
    En tiempo del lock-out
    Las sesiones de estos días
    La situación actual de España
    Los crímenes sociales
    Alrededor de un discurso
    La polémica parlamentaria
    El momento político - militar
    La política del Gobierno
    La situación político - militar
    El momento español
    Pascua y calvario
    De la política actual
    El confuso momento político
    El señor Dato se encarga del poder
    En el horizonte político
    Breves reflexiones
    A todos los trabajadores
    El señor Dato, responsable de un atropello a la constitución
    Pleitos periodísticos
    El señor Dato y los periódicos
    Sobre la Real Orden
    La tintura de Llodio o el arcaísmo de un Decreto
    El discurso del señor La Cierva
    Política social
    El momento político
    Del momento político
  • Escritos políticos II (1922-1933)
    1922-1930
    Imperativo de intelectualidad
    Ideas políticas
    Sobre la vieja política
    Ideas políticas
    Vaguedades
    Hacia la reforma racional
    Entreacto polémico
    Maura o la política
    Dislocación y restauración de España
    Selección
    Señor don
    Memorias de un político
    Ligero comentario
    Notas
    Sobre el poder de la prensa
    1931-1933
    Agrupación al Servicio de la República
    Declaraciones de don José Ortega y Gasset
    Discurso en Segovia
    Puntos esenciales
    Prólogo sobre la censura del Conde
    Antitópicos
    Siguen los "problemas concretos": I
    Sobre la "frase huera"
    Siguen los " problemas concretos": II
    Adiós a los lectores de El Sol
    La redención de las provincias
    La decencia nacional
    Rectificación de la República
    El estatuto catalán
  • Unas lecciones de metafísica
  • Sobre la razón histórica (1940-1944)
  • Investigaciones psicológicas

De las obras de José Ortega y Gasset la edición canónica es Obras completas, Madrid, Alianza editorial-Revista de Occidente, 1946-1983, 12 vols.

En cuanto a Bibliografías sobre Ortega:

Antón Donoso y Harold C. Raley (José Ortega y Gasset: a Bibliography of Secondary Sources. Bowling Green, Ohio, USA: Philosophy Documentation Center, 1986), recogen en su compilación bibliográfica 4.125 entradas.

Bibliografía sobre Ortega y Gasset ( A cargo de Pedro José Chamizo Domínguez de la Universidad de Málaga)

http://ensayo.rom.uga.edu/filosofos/spain/ortega/biblio-sobre.htm

Bibliografía sobre Ortega (Otra bibliografía orteguiana con la novedad de que incluye breves reseñas de las tesis doctorales presentadas en España sobre Ortega)

http://www.e-torredebabel.com/OrtegayGasset/Bibliografia/indiceBibliografia.htm

Seguidamente recogemos las obras publicadas de Ortega indicando el año de publicación y la editorial. Enumeramos las obras por orden alfabético:

  • Cartas de un joven español. El Arquero. (1990).
  • Del amor. Amor en Stendhal. Alianza. (2003).
  • Discursos políticos. Alianza. (1990).
  • El espectador. (Antología). Alianza. (1995).
  • El espectador. (Obra completa). Espasa Calpe.
  • El hombre y la gente. Alianza. (2001).
  • El libro de las misiones. Espasa Calpe. (1984).
  • El sentimiento estético de la vida. (Antología de textos). Tecnos. (1995).
  • El tema de nuestro tiempo. Espasa Calpe. (2003).
  • El tema de nuestro tiempo. Prólogo para alemanes. Tecnos. (2002).
  • En torno a Galileo. Alianza. (1994). Espasa Calpe. (1996).
  • Ensayos escogidos. Taurus. (1996).
  • Ensayos sobre la generación del 98 y otros escritores españoles. Alianza. (1988).
  • España invertebrada. Alianza. (2001). Espasa Calpe. (2002). Biblioteca Nueva. (2002).
  • Espíritu de la letra. Cátedra (1985). Alianza (1986).
  • Estudios sobre el amor. Alianza. (2002).
  • Europa y la idea de nación. Alianza. (2003).
  • Goethe, Dilthey. Alianza. (1983).
  • Historia como sistema y otros ensayos de filosofía. Alianza. (1999).
  • Historia como sistema. Biblioteca Nueva. (2001).
  • Idea de principio en Leibniz y la evolución de la teoría deductiva. Alianza. (1992).
  • Ideas sobre el teatro y la novela. Alianza. (1999).
  • Ideas y creencias y otros ensayos de filosofía. Alianza. (2001).
  • Investigaciones psicológicas. Alianza. (1982).
  • Kant, Hegel, Scheler. Alianza. (1983).
  • La deshumanización del arte y otros ensayos de estética. Alianza.(2002). Espasa Calpe (2003).
  • La rebelión de las masas. Espasa Calpe. (2001). Tecnos (2003).
  • Las atlántidas y del imperio romano. Alianza. (1985).
  • Meditación de la técnica y otros ensayos sobre ciencia y filosofía. Alianza. (2002).
  • Meditación de nuestro tiempo. Fondo de Cultura Económica. (1993).
  • Meditación del pueblo joven y otros ensayos sobre América. Alianza. (1995).
  • Meditaciones del Quijote. Cátedra (1984). Alianza. (2001).
  • Mirabeau o el político. Contreras o el Aventurero. Vives. Alianza. (1986).
  • Misión de la universidad y otros ensayos sobre educación y pedagogía. Alianza. (2002).
  • Notas de andar y ver. Viajes, gentes y países. Alianza. (1988).
  • Notas de trabajo. Alianza. (1994).
  • Obras selectas de Ortega y Gasset. Espasa Calpe. (2000).
  • Origen y epílogo de la filosofía y otros ensayos de filosofía. Alianza. (1989).
  • Paisajes. Autor-Editor3. (1983).
  • Papeles sobre Velázquez y Goya. Alianza. (1987).
  • Para la cultura del amor. El Arquero. (1988).
  • Pensamiento y conciencia de crisis. Maria del Carmen Paredes Martín. (1994).
  • Prólogo a “Veinte años de caza mayor del conde de Yebes”. Servicio Publicaciones Universidad Castilla-La Mancha. (1999).
  • ¿Qué es conocimiento? Alianza. (1992).
  • ¿Qué es filosofía? Alianza. (1998). Espasa Calpe. (2003).
  • Sobre la caza, los toros y el toreo. Alianza. (1986).
  • Sobre la razón histórica. Alianza. (1996).
  • Textos sobre el 98. Antología política (1908-1914). Biblioteca Nueva. (1998).
  • Textos sobre la literatura y el arte. Castalia. (1988).
  • Una interpretación de la historia universal. En torno a Toynbee. Alianza. (1989).
  • Unas lecciones de metafísica. Alianza. (1999).
  • Velázquez. Espasa Calpe. (1999).

5. SÍNTESIS DE PENSAMIENTO


1. Ortega y las etapas de su pensamiento

El pensamiento de José Ortega y Gasset (1883-1955) se caracteriza por ser ágil, sugerente, fácilmente comprensible y, como no, de una tremenda actualidad.

Ortega va componiendo su pensamiento a lo largo de toda su vida y de forma aparentemente asistemática. Su pensamiento se va modulando fundamentalmente, a través de amenos artículos, la mayoría de ellos periodísticos, y sobre temas muy variados.

Intentaremos brevemente recomponer las líneas básicas del pensamiento de este filósofo madrileño y para ello recurriremos a la división de su quehacer filosófico en tres etapas: objetivismo, perspectivismo y raciovitalismo.

Simplemente añadir que esas tres etapas no son compartimentos estanco. Están íntimamente relacionadas. Por tanto, me atrevería a afirmar que cada etapa subsiguiente es la culminación de la anterior.

2. El objetivismo

La primera etapa del pensamiento orteguiano va desde la publicación de su artículo "Glosas" (1902) hasta la de su primer libro Meditaciones del Quijote (1914) que ya pertenece a la etapa siguiente.

Su punto de partida es la situación española. España se encuentra desfasada social, política, técnica y culturalmente con respecto a Europa. Frente a las soluciones pesimistas o poco serias -importar los productos culturales europeos e implantarlos "a la fuerza" en España- propone otra solución: que florezcan y echen raíces en nuestro país las actitudes intelectuales que han hecho posible el desarrollo europeo.

¿Cuáles son esas actitudes? La ciencia y la teoría.

Ahora bien, la ciencia es fruto de una disciplina intelectual que tiene sus raíces en lo que Ortega llamará objetivismo.

¿Y qué es lo que ha hecho posible el desarrollo de esta disciplina?

Básicamente tres cosas: método, hábito crítico y racionalidad.

La falta de método y, por tanto, de precisión es la única herencia que hemos recibido de nuestros antepasados. De ahí que en España se trivialice todo y se discuta sobre todo tipo de cuestiones, sin haberlas definido antes, no llegando a ninguna parte: al pueblo español le falta rigor.

Éste es el primer obstáculo que superar. ¿Cómo? Mediante el ejercicio ascético de buscar definiciones, de deslindar unos temas de otros. Si queremos llegar a la verdad y hacer ciencia, no tenemos más remedio que hacerla desde un método riguroso.

Pero no es suficiente. Hace falta  hábito crítico. Éste nos lleva a contrastar cualquier doctrina con la verdad y la razón. Su carencia, sin embargo, desemboca en algo muy propio de nuestro pueblo: juzgar las cosas con las vísceras, no con la cabeza.

Así, entra en juego el tercer elemento, la racionalidad. La racionalidad aparece como elemento corrector. Debe eliminar cualquier irracionalidad. Además, no es patrimonio exclusivo de ningún pueblo, raza o grupo social sino de todo hombre.

Sobre esta base España, los españoles, podrán subirse al carro europeo pues empezarán a tener una actitud creativa: el objetivismo.

El grito de guerra objetivista es: "¡Salvémonos en las cosas!". Es decir, salvémonos de todo subjetivismo. No puede haber actividad humana, ya sea teórica o práctica, que escape del contraste con lo que las cosas son, con la realidad. La última palabra la tienen las cosas.

Ahora bien, el hombre no puede enfrentarse con las cosas desde una pura inocencia intelectual pues éstas, como los diamantes en bruto, deben ser pulidas para que manifiesten lo que son. La herramienta que nos permite pulir la realidad es la actividad teórica del hombre.

Así, resulta que la salvación por las cosas está mediatizada por la abstracción teórica -que no es 'cosa'- que nos permite ver la individualidad de las cosas en un plano superior.

Esto es lo que separa el mero conocimiento de la ciencia que debemos hacer.

Para poder hacerla hace falta un distanciamiento, una objetivación, una perspectiva de las cosas. No basta simplemente con recordarlas hay que pensarlas de forma abstracta, mirarlas desde este plano superior para que sea posible un saber racional sobre ellas, una teoría.

Pero una teoría solo es tal si se da dentro de un sistema. Es decir, un todo en el que sea posible localizar cada una de las cosas al igual que un punto en un mapa.

El sistema es la condición de posibilidad de la verdad. La verdad se da en él, nunca fuera.

Pero, lógicamente, el sistema es algo que no me viene impuesto, hay que formárselo. Por tanto, tendríamos que decir que el objetivismo orteguiano se concreta en una voluntad de sistema.

Esa voluntad de sistema, ese querer un sistema, es algo "obligatorio".

El sistema es la honradez del pensador. Además él muestra la unidad del saber. No hay compartimentos estancos, todo el saber está unido formando el sistema.

En definitiva, el objetivismo no es más que un intento de solucionar el problema de España: su retraso con respecto a Europa.

3. El perspectivismo

Con este nombre denominamos la segunda fase del pensamiento de José Ortega y Gasset. Comienza con su primer libro "formal" Meditaciones del Quijote (1914) y durará aproximadamente hasta la publicación en 1924 de su artículo "Ni vitalismo ni racionalismo" en Revista de Occidente, fundada por él mismo.

El punto de partida y método de su quehacer filosófico en esta fase es la denominada doctrina del circunstancialismo que viene resumida en su famosa frase: "Yo soy yo y mi circunstancia".

¿Qué significado tiene esta afirmación?

Ortega piensa que el hombre ("yo") no está aislado. Es un ser que está inmerso en toda una seria de circunstancias que le rodean y le conforman. Por tanto, la circunstancia entra en relación con el yo para transformarle y el yo, si quiere ser auténtico, crecer, debe incidir sobre la circunstancia. De ahí que insista en que "si no la salvo a ella (la circunstancia) no me salvo yo".

Las circunstancias en las que se encuentra el hombre son de dos tipos:

1. Las "mayúsculas" que le caracterizan como hombre de una cultura determinada. (Para el hombre occidental dos: el pensamiento judeocristiano y la filosofía griega).

2. Las "minúsculas" a las que no se ha prestado la debida atención y que son las más cercanas, las que le confieren el sentido a la realidad que nos rodea.

Tal importancia tiene la circunstancia que Ortega afirma que no debe haber ningún dato de la realidad, ningún problema, por nimio que sea, que deba ser dejado de lado en la reflexión filosófica.

La voluntad filosófica debe hacer patente la plenitud de significado que tiene cualquier cuestión que aparezca ante nosotros -cualquier circunstancia- ya sea un hombre, un libro, un cuadro, un paisaje, un dolor, etc.

En definitiva, Ortega se ocupará de temas que hasta ahora no han sido objeto de investigación filosófica.

Y, ¿por qué esta preocupación?

Porque hay que partir de lo más cercano (circunstancia) para llegar poco a poco a plantear los problemas más difíciles.

Es decir, el circunstancialismo, es un método. Así se salva la posible acusación de relativismo. Hay que partir de la circunstancia de cada uno (por tanto diferente en cada individuo) para llegar a resolver los problemas que son objetivos, comunes a todos.

Esa es la única forma de captar la verdad; si uno no es consecuente con el propio punto de vista, no puede captar fielmente la realidad. Hay que dar cuenta de la realidad desde la perspectiva vital en que nos hallamos situados.

Evidentemente esto quiere decir que la realidad se ofrece en distintas perspectivas; tan distintas como hombres y combinaciones de hombres con circunstancias. Es decir, infinitas.

¿Cómo saber qué es la verdad, lo auténticamente real?

Ortega propone el criterio de complementariedad de las perspectivas. Es decir, integremos, reunamos las perspectivas y así nuestro acceso al fluir de lo real será más fiel.

Piensa que el perspectivismo permite superar la polémica entre escepticismo y racionalismo.

El escepticismo ha reconocido la multiplicidad de las perspectivas pero se ha ahogado en ellas. Ha concluido de aquí que no hay verdad. Ha llegado al "suicidio teórico".

Por su parte, el racionalismo ha pensado que la realidad es única y, por tanto, la verdad pero ha negado la realidad de las perspectivas. La consecuencia es que ha vuelto las espaldas a la realidad separando la teoría de la vida.

El perspectivismo asume lo bueno de ambas posturas superándolas. Es cierto -con el escepticismo- que las perspectivas son muchas pero no menos cierto es que éstas no se excluyen, se complementan. Y mediante su unificación llegamos a comprender la unidad de lo real.

Ahora bien, el descubrimiento del perspectivismo le lleva a Ortega a ser consciente de que éste es individual y social al tiempo.

Es decir, la perspectiva es mía -propia de cada individuo- pero no la realidad. Mi perspectiva no es la realidad, es parte de una realidad total a la que yo no tengo acceso si no tengo en cuenta la perspectiva de los otros y su reunión, la perspectiva social. De ahí que el hombre no deba renunciar a su punto de vista pero a la vez debe ser tolerante con el resto pues si no, se condena a desconocer lo real.

Si aplicamos esto a la cultura encontramos que Ortega considera que todas las culturas son distintas, ni mejores ni peores y, además, necesarias.

4. El raciovitalismo

Con este nombre nos referimos al pensamiento de madurez de Ortega y Gasset que empieza en 1924 con la publicación de su artículo "Ni vitalismo ni racionalismo".

¿Qué es el raciovitalismo?

Es el intento filosófico orteguiano de superar el irracionalismo a que lleva el vitalismo y a la vez de corregir la miopía intelectual del racionalismo.

No es, pues, mas que la culminación del perspectivismo en el análisis de las dos perspectivas más radicales en las que se encuentra inmerso el hombre: la de la vida y la de la razón.

La vida le viene dada como realidad. La razón es el esfuerzo por comprender la realidad.

Ambas perspectivas son el fundamento de cualquier otra. La primera porque es la raíz, la segunda porque es el modo en que el hombre conoce la raíz.

Ortega, pues, no se propone más que unificar ambas perspectivas empezando por la crítica de sus defectos.

Por tanto, dividamos nuestro estudio en tres puntos:

1. La crítica del vitalismo.

2. La crítica del racionalismo.

3. La solución raciovitalista.

4.1. La crítica del vitalismo

Ortega empieza dando cuenta de la antigüedad del término "vitalismo". Éste sirve para designar distintas corrientes de las ciencias biológicas y de la filosofía indicando en cada caso teorías distintas.

Se propone explicitar estos distintos usos y luego proponer cuál entiende que debe ser el "vitalismo" correcto.

En biología se llama vitalistas a las escuelas que postulan que los fenómenos y funciones propias de los seres vivos no pueden reducirse a explicaciones físico-químicas. Debe haber un principio propio y privado del que no puede dar razón suficiente ninguna combinación físico-química.

Hay una segunda acepción en biología que no es más que una versión atenuada de la primera y que también se conoce con el término biologismo. Ésta se limita a distinguir entre materia inerte y materia viva constatando que hay una peculiaridad en los seres vivos que no tienen los inertes pero negándose a postular un principio explicativo de tal peculiaridad.

Entrando en la filosofía destacamos tres acepciones más.

La que se refiere a la teoría del conocimiento que insiste en que el conocimiento es fruto del proceso biológico y, por tanto, explicable por las leyes que rigen este proceso.

La que se aplica a la filosofía de Bergson. Mantiene que hay un modo de conocimiento más profundo que la razón, la vivencia íntima con las cosas. El conocimiento más perfecto sería de naturaleza intuitiva pues estaría en consonancia con el fluir de la vida (élan vital) mientras que la razón lo que haría es "petrificarla".

Por último la que defiende la primacía del conocimiento racional pero que situaría su centro de reflexión en el problema de la vida por ser ese el problema que afecta más directamente al hombre.

Ortega se queda con esta tercera acepción reconociendo que la empresa es difícil porque lo racional es breve isla rodeada de irracionalidad por todas partes. Es decir, la vida se presenta como irracional pero se puede hacer teoría sobre ella, se puede comprender, aunque sea difícil. Por supuesto, sin dar una primacía tan excesiva a la razón que ahogue la vida, gran defecto del racionalismo.

4.2. La crítica del racionalismo

Al comienzo de su crítica al racionalismo Ortega distingue claramente entre razón y racionalismo. La razón es válida; además, es el único modo de conocimiento teorético y el racionalismo es el "misticismo de la razón". Así deja claro que su crítica (racional) es contra el racionalismo, nunca contra la razón.

El racionalismo es una fe y, como toda fe, tiende a absolutizar su objeto. El objeto del racionalismo es la razón. Históricamente, dice Ortega, se impuso gracias a su condición de fe pero en ella misma se encuentra su error porque la absolutización de la razón lleva al irracionalismo.

¿Qué quiere decir Ortega?

Intentemos explicarlo. Cuando razonamos sobre algo lo que intentamos es desentrañarlo, comprenderlo. Buscamos sus fundamentos últimos. El modelo del ejercicio de la razón nos viene dado por la definición. La definición es una operación de análisis en la que diseccionamos mentalmente el objeto que tenemos ante nosotros.

Pero en esta dirección estamos abocados a encontrar algunos elementos que ya no son susceptibles de análisis posterior. Frente a estos elementos la razón debe frenar y establecer que es incapaz de conocerlos y que o bien su resultado es irracional o bien esos elementos pueden ser conocidos por otros medios irracionales tales como la intuición o el sentido común.

Es decir, que la razón nos lleva en último extremo al reconocimiento de sus límites; límites impuestos por la propia realidad.

Pues bien, el defecto del racionalismo estriba en no querer reconocer la existencia de realidades irracionales y, en consecuencia, no reconocer que la razón tiene límites.

Por lo que, en último extremo, al identificar razón con realidad está negando aquello que quiere conocer, la realidad. ¿Puede haber un ejercicio mayor de irracionalidad? Evidentemente no, según dice nuestro pensador.

Por todo esto, el buen uso de la razón exige la crítica feroz del racionalismo en cualquiera de sus manifestaciones ya que no es más que negación de la realidad y de la propia razón.

4.3. La solución raciovitalista

Para caracterizar su posición frente a cualquier vitalismo Ortega prefiere hablar de "razón vital", "razón histórica" o "raciovitalismo". Expresiones todas validas para caracterizar su pensamiento de madurez.

Ya podríamos decir a estas alturas que conocemos algunas de las características del raciovitalismo. De todas formas intentaremos explicitarlas.

El raciovitalismo afirma que la realidad -y dentro de ésta la vida como su faceta más significativa- tiene una primacía ontológica sobre el pensamiento. El pensamiento viene después y debe abordar esa realidad -y esa vida- que le son preexistentes.

Por tanto, la razón lo único que puede hacer es "dar razón" de aquello que la precede. Así pues, se somete a una cura de humildad al pasar a un segundo plano ontológico.

Dentro de la realidad, previa a cualquier reflexión filosófica, Ortega se interesa por la vida, esa es la "realidad radical".

Esta vida no es cualquier clase de vida. Para ser vida auténticamente humana ha de cumplir una serie de condiciones: la vida humana es la de cada cual, es vida personal; por ser personal, lleva al hombre a hacer siempre algo en una determinada circunstancia; ésta nos presenta distintas posibilidades de hacer y de ser que añaden al concepto de vida la nota de la libertad. Y por último, la vida es intransferible, de modo que mi vida es una ineludible responsabilidad mía.

Si no se cumple alguno de estos requisitos, no hablaremos de una vida humana plena, realidad radical.

Así, la vida humana se diferencia de cualquier otro tipo de vida mediante la razón. La razón es la que le ha hecho ser consciente de sus potencialidades y, en consecuencia, pervivir.

Pero la razón, el pensamiento, no es un don (algo dado) sino algo que el hombre ha tenido que adquirir, conseguir. Y lo ha adquirido porque se ha hecho consciente de lo que le falta. Ha descubierto que ignora mucho sobre sí mismo y sobre la realidad en la que vive.

Ahí surge esa razón, ese pensamiento, que es una labor en continua ampliación. Es una conquista de cada hombre de cada época. De ahí que Ortega diga que el hombre es "homo insciens, insipiens" (hombre ignorante).

El pensamiento del hombre se manifiesta en ideas. Éstas son las coordenadas con las que el hombre se orienta en el mundo y con las que pretende solucionar su necesidad radical de conocimiento y cualquier otra necesidad que se le presente.

De hecho, siempre que queremos conocer a un hombre preguntamos por sus ideas.

Ahora bien, el término "idea" es muy heterogéneo. Con él designamos desde una doctrina filosófica hasta el pensamiento de que fuera de nuestra habitación existe un mundo al que podemos salir, aunque solo sea para pasear.

De ahí que Ortega haga una clasificación y distinga entre:

1. Ideas: Aquellos pensamientos que construimos y de los que somos conscientes. Las discutimos porque no nos encontramos totalmente inmersos en ellas.

2. Creencias: Aquellas ideas que tenemos tan asumidas que no existe necesidad de defenderlas. Vivimos inmersos en ellas. Son nuestra realidad y no las cuestionamos.

Esta distinción es una concreción de la distinción vida-razón. Las creencias son nuestra vida, lo dado, la realidad en la que estamos inmersos y de la que partimos. Las ideas son equiparables a la razón con la cual pensamos la realidad que es la vida.

Al igual que debe haber armonía entre vida y razón, la debe haber entre creencias e ideas. Esta armonía debe darnos razón del modo en que el hombre se enfrenta a la realidad.

Abundando en esta distinción, Ortega afirma que el hombre se encuentra, cuando viene al mundo, sumergido en la circunstancias de las creencias de su época. En esa circunstancia tales creencias le han sido dadas, le impregnan. Pero el hombre "ser ignorante" ansía conocer lo que le falta y, por eso, tiende a pensar las creencias para convertirlas en ideas. ¿Cómo acontece tal empresa?

Mediante la duda. La duda es el virus necesario para que el hombre se de cuenta de que está sumergido en las creencias, de que es dueño de ellas y no ellas dueñas de él porque no conoce con claridad aquello a lo que se refieren, simplemente cree. (Ortega piensa que esa es la misión –ingrata- del filósofo: introducir la duda en las creencias).

Aunque el hombre tendrá siempre creencias -no se puede vivir sin ellas- desde el momento que se introduce en él la primera duda el proceso de conocimiento se dispara y ya no será posible volver a la ingenuidad de las creencias primitivas.

Pero la duda también afecta a las ideas. Las ideas hay que defenderlas en todo momento. Están continuamente rehaciéndose y puede ocurrir que ciertas ideas sean asumidas por un hombre o una época de tal forma que se conviertan en creencias. Así pues, ciertas creencias de las que vive una época han sido antes ideas.

Esta dialéctica (lucha) entre creencias e ideas se da en la historia. Y la historia no es más que la realidad radical: la vida del hombre. El concepto de vida para Ortega no es biológico, como ya vimos más arriba, sino histórico. Hasta tal extremo llega nuestro pensador que niega que el hombre tenga naturaleza como las cosas, afirmando que sólo tiene historia.

Con esta afirmación quiere decir que el hombre es heredero de sus antepasados, es lo que ha recibido. Más concretamente podríamos desglosar esta afirmación en otras tres:

1. El ser del hombre consiste en su mutabilidad.

2. Esa mutabilidad se puede estudiar en la historia.

3. El hombre, por ser un animal mutable e histórico, puede aumentar o dilapidar el caudal cultural heredado de sus antepasados.

La sistematización de estas tres ideas dará razón de la naturaleza histórica del hombre.

El hombre, según Ortega, es  cambio, sustancial cambio. Es decir, su sustancia consiste en cambiar. De ahí que las definiciones clásicas ("animal racional", "sustancia pensante"...) no valgan para definirlo. Su definición tenemos que hacerla en la observación de su devenir histórico: es el ser que hereda algo y cambia siempre. Es mera potencialidad; no tiene un solo sentido sino infinidad de ellos y puede realizar cualquiera. Pero lo que él haga de sí con la herencia del pasado le servirá para enfrentarse a sus necesidades del futuro.

Esa herencia del pasado hay que recordarla y vivirla para que sirva de brújula orientadora para el futuro. Por tanto, hay que recurrir siempre a la tradición para vivir adecuadamente los problemas del presente y del futuro. Hay que ir más allá del presentismo, el culto a lo inmediato, si no queremos caer en la "barbarie".

De esta importancia que Ortega da a la historia surge la necesidad de comprenderla y hacerla comprender. Para ello introduce el concepto de generación. La generación es la "molécula" de la historia, su unidad básica. Cada generación se caracteriza por ser una respuesta concreta a la "sensibilidad vital" de los hombres que la componen, a los problemas de la realidad.

Los miembros de cada generación comparten entre sí una serie de rasgos comunes pero dentro de una herencia común. Así, aunque haya diferencias entre los distintos individuos, siempre se reconocen los mismos presupuestos teóricos de los que viven.

En cada momento histórico coexisten tres generaciones distintas ya que cada generación abarca un periodo de quince años: la generación emergente, la que está en plenitud y la que va desapareciendo.

Las ideas y creencias de cada una de esas generaciones -especialmente las creencias- aunque coexisten en el mismo hoy, son diferentes. Por eso los hombres de un mismo tiempo son contemporáneos, no coetáneos. Es decir, viven el mismo tiempo pero pertenecen a generaciones distintas. Sólo son coetáneos los que pertenecen a la misma generación.

Esta coexistencia de generaciones es lo que hace que la historia pueda avanzar o retroceder.

¿Cómo avanza la historia?

Ortega afirma que hay dos tipos de generaciones:

1. Las que corresponden a "épocas acumulativas". En esas épocas todas las generaciones se someten a la visión del mundo de la generación más vieja.

2. Las que corresponden a "épocas eliminatorias y polémicas". En ellas se da una lucha entre las distintas generaciones que lleva a que la visión del mundo de la generación más vieja sea sustituida por la de las más jóvenes.

Cuando no encontramos con el segundo tipo de generaciones estamos ante una "crisis histórica".

El primer paso de una crisis histórica es el abandono radical de las convicciones que se tenían instalándose así en una "época eliminatoria y polémica".

El hombre vive entonces una época de confusión y desorientación respecto al mundo. Su única convicción es no tener convicciones.

Ante esta desorientación el hombre responde, en principio, de dos maneras:

1. Retorno al pasado: Aparece como la búsqueda de coordenadas para orientarse en un mundo distinto al que se ha abandonado. Se añora una época remota a la que se idealiza. (Ej.: Idealización de la cultura griega clásica por parte del Renacimiento).

2. Entrega frenética a la acción: El hombre ante la insuficiencia e irrealidad de ese pasado se vuelca en la acción. Se dedica a hacer por hacer porque así olvida su inseguridad. A este fenómeno Ortega lo denomina "rebarbarización" y es el signo manifiesto de que el hombre está en crisis.

Subraya que ambas soluciones son pseudosoluciones porque intentan el retorno a algo que no puede ser resucitado y, además, toda acción debe estar siempre guiada por alguna convicción.

Así, la superación de la crisis histórica sólo se podrá dar por la instalación del hombre en nuevas convicciones que no sean simple repetición de otras anteriores. Esta tarea pertenece a una generación creadora. (Ej.: Galileo y Descartes en el Renacimiento). Con esa generación el hombre volverá a vivir de la seguridad de sus convicciones durante otra serie de "generaciones acumulativas" y hasta la próxima crisis histórica.

6. TEXTOS


1. “La necesidad de europeización me parece una verdad adquirida. Y sólo un defecto hallo en los programas de europeísmo hasta ahora predicados, un olvido, probablemente involuntario, impuesto tal vez por la falta de precisión y de método, única herencia que nos han dejado nuestros mayores. ¿Cómo es posible si no que en un programa de europeización se olvide de definir Europa?” (ORTEGA Y GASSET, J. “Meier-Graefe”. En Obras Completas, I, p. 98).

2. “Poco a poco va aumentando el número de los que quisiéramos que las querellas personalistas cedieran en España la liza a las discusiones más honestas y virtuosas sobre la verdad verdadera. En el naufragio de la vida nacional, naufragio en el agua turbia de las pasiones, clavamos serenamente un grito: ¡Salvémonos en las cosas! La moral, la ciencia, el arte, la religión, la política, han dejado de ser para nosotros cuestiones personales; nuestro campo de honor es ahora el conocido campo de Montiel de la lógica, de la responsabilidad intelectual”. (ORTEGA Y GASSET, J. “Unamuno y Europa, Fábula”. En Obras Completas, I, pp. 131-132).

3. “Cabe, naturalmente, no tener listo un sistema; pero es obligatorio tratar de formárselo. El sistema es la honradez del pensador. Mi convicción política ha de estar en armonía sintética con mi física y con mi teoría del arte”. (ORTEGA Y GASSET, J. “Algunas notas”. En Obras Completas, I, p. 114).

4. “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo. Benefac loco illi quo natus es, leemos en la Biblia. Y en la escuela platónica se nos da como empresa de toda cultura, ésta: ‘salvar las apariencias’, los fenómenos. Es decir, buscar el sentido de lo que nos rodea”. (ORTEGA Y GASSET, J. Meditaciones del Quijote. “Lector...”. En Obras Completas, I, p. 322).

5. “La realidad, pues, se ofrece en perspectivas individuales (...) La perspectiva visual y la intelectual se complican con la perspectiva de la valoración. En vez de disputar, integremos nuestras visiones en generosa colaboración espiritual, y como las riberas independientes se aúnan en la gruesa vena del río, compongamos el torrente de lo real”. (ORTEGA Y GASSET, J. El Espectador I. “Confesiones del Espectador. Verdad y perspectiva”. En Obras Completas, II, p. 19).

6. “El hacer filosófico es inseparable de lo que había antes de comenzar él y está unido a ello dialécticamente, tiene su verdad en lo prefilosófico. El error más inveterado ha sido creer que la filosofía necesita descubrir una realidad nueva que sólo bajo su óptica gremial aparece, cuando el carácter de la realidad frente al pensamiento consiste precisamente en estar ya ahí, de antemano, en preceder al pensamiento. Y el gran descubrimiento que éste puede hacer es reconocerse como esencialmente secundario y resultado de esa realidad preexistente y no buscada, mejor aún, de que se pretende huir”. (ORTEGA Y GASSET, J. Prólogo para alemanes, 4 §. En Obras Completas, VIII, p. 53).

7. "El hombre se compone de lo que tiene 'y de lo que le falta'. Si usa de sus dotes intelectuales en largo y desesperado esfuerzo, no es simplemente porque las tiene, sino, al revés, porque se encuentra menesteroso de algo que le falta [...]. Ni el Dios ni la bestia tienen esa condición. Dios sabe todo, y por eso no conoce. La bestia no sabe nada, y por eso tampoco conoce. Pero el hombre es la insuficiencia viviente, el hombre necesita saber, percibe desesperadamente que ignora". (ORTEGA Y GASSET, J. “¿Por qué se vuelve a la Filosofía?”, V. En Obras Completas, IV, p. 109).

8. “Si el hombre se ocupa en conocer, si hace ciencia o filosofía, es, sin duda, porque un buen día se encuentra con que está en la duda sobre asuntos que le importan y aspira a estar en lo cierto (...) Por lo pronto, no notamos que no puede ser una situación originaria, quiero decir, que el estar en la duda supone que se ha caído en ella un cierto día. El hombre no puede comenzar por dudar. La duda es algo que pasa de pronto al que antes tenía una fe o creencia, en la cual se hallaba sin más y desde siempre. Ocuparse en conocer no es, pues, una cosa que no esté condicionada por una situación anterior. Quien cree, quien no duda, no moviliza su angustiosa actividad de conocimiento”.(ORTEGA Y GASSET, J. Ideas y Creencias. I: “Creer y pensar”, IV: ‘La articulación de los mundos interiores’. En Obras Completas, V, p. 407).

9. “En suma, que el hombre no tiene naturaleza, sino que tiene (...) historia. O, lo que es igual: lo que la naturaleza es a las cosas, es la historia –como res gestae- al hombre”. (ORTEGA Y GASSET, J. Historia como sistema, VIII. En Obras Completas, VI, p. 41).

10. "No, el hombre no tiene pasado porque es capaz de recordar, sino al contrario, ha desarrollado y adiestrado su memoria porque necesita del pasado para orientarse en la selva de posibilidades problemáticas que constituye el porvenir [...] Por eso he dicho que se trata de una ecuación, y toda ecuación expresa una función en el sentido matemático de la palabra. En efecto, nuestro pasado es función de nuestro futuro". (ORTEGA Y GASSET, J. “Pasado y porvenir para el hombre actual”. En Obras Completas, IX, p. 654).

11. “Las variaciones de la sensibilidad vital que son decisivas en la historia se presentan bajo la forma de generación... La generación, compromiso dinámico entre la masa y el individuo, es el concepto más importante de la historia, y, por decirlo así, el gozne sobre el que ésta ejecuta sus movimientos... Los miembros de ella vienen al mundo dotados de ciertos caracteres típicos, que les prestan una fisonomía común, diferenciándolos de la generación anterior”. (ORTEGA Y GASSET, J. El tema de nuestro tiempo, I: “La idea de las generaciones”. En Obras Completas, III , pp. 147-148).

12. “Hay una crisis histórica cuando el cambio de mundo que se produce consiste en que al mundo o sistema de convicciones de la generación anterior sucede un estado vital en que el hombre se queda sin aquellas convicciones, por tanto, sin mundo. El hombre vuelve a no saber qué hacer porque vuelve a de verdad no saber qué pensar sobre el mundo. Por eso el cambio se superlativiza en crisis y tiene el carácter de catástrofe”. (ORTEGA Y GASSET, J. En torno a Galileo. Lección VI: “Cambio y crisis”. En Obras Completas, V, pp. 69-70).