Kant
1. CITAS
1. “No hay duda alguna de que nuestro conocimiento comienza con la experiencia. (...) Mas, si bien, todo nuestro conocimiento comienza con la experiencia no por eso origínase todo él en la experiencia”. (KANT, Crítica de la razón pura, B1).
2. “... una crítica completa convence de que la razón, en el uso especulativo, no puede nunca con estos elementos salir del campo de la experiencia posible”. (KANT, Crítica de la razón pura, A 702 - B 730).
3. "Obra de tal modo que la máxima de tu voluntad pueda valer siempre, a la vez, como principio de una legislación universal”. (KANT, Crítica de la razón práctica, 30).
4. “Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca solamente como un medio”. (KANT, Fundamentación de la metafísica de las costumbres, 429).
5. “Nada hay que esperar de la inclinación del hombre, sino todo de la suprema fuerza de la ley y del respeto debido a ella”. (KANT, Fundamentación de la metafísica de las costumbres, 426).
6. “...con respecto a la santidad que exige la ley cristiana, no le deja la ley moral a la criatura más que un progreso al infinito, pero precisamente por ello justifica también en la criatura la esperanza de una duración que se extiende al infinito”. (KANT, Crítica de la razón práctica, 128).
7. “Dos cosas llenan el ánimo de admiración y respeto, siempre nuevos y crecientes, cuanto con más frecuencia se ocupa de ellas la reflexión: el cielo estrellado sobre mí y la ley moral en mí”. (KANT, Crítica de la razón práctica, 161).
2. VOCABULARIO BÁSICO
A posteriori: Dependiente de la experiencia.
A priori: Independiente, y previo, a la experiencia.
Analítica de la razón pura práctica: Primera parte de la Teoría elemental de la razón pura práctica que se ocupa de analizar los principios prácticos a priori.
Analítica de los conceptos: Primera parte de la Analítica trascendental que investiga cuáles son los conceptos fundamentales que ordenan la multiplicidad de la experiencia aportada por la sensibilidad.
Analítica de los principios: Segunda parte de la Analítica trascendental que se ocupa de los principios o leyes universales que se construyen sobre los conceptos.
Analítica trascendental: Primera parte de la Lógica trascendental que se ocupa de investigar cuáles son las condiciones trascendentales puras del entendimiento: conceptos puros o categorías.
Analogías de la experiencia: Tercer grupo de los principios del entendimiento puro. Surge de las categorías de la relación y se enuncia: “La experiencia es posible sólo mediante la representación de un enlace necesario de las percepciones”. Se explicita en tres principios: Principio de la permanencia de la sustancia, principio de la producción –en la primera edición de la Crítica- o principio de la sucesión según la ley de la causalidad –en la segunda edición- y principio de la simultaneidad según la ley de la acción recíproca o comunidad.
Anticipaciones de la percepción: Segundo grupo de los principios del entendimiento puro. Surge de las categorías de la cualidad y se enuncia: “En todos los fenómenos, lo real, que es un objeto de la sensación, tiene magnitud intensiva, o sea, un grado”.
Antinomias de la razón pura: Crítica de los razonamientos metafísicos que pretenden demostrar la existencia del mundo. Dichos razonamientos dan lugar a afirmaciones contradictorias o antitéticas (antinomias) que o bien son falsas o verdaderas al tiempo, lo cual es absurdo. Consecuentemente también, crítica de la Cosmología racional.
Apriorismo moral: Característica de la ética kantiana. Para Kant el bien y el mal se determinan a priori. Para él el único a priori posible es la forma de la ley.
Argumento cosmológico: Nombre que Kant da a los argumentos que pretenden demostrar la existencia de Dios partiendo de la contingencia del mundo. (Se corresponderían con las tres primeras vías de Tomás de Aquino). Sostiene que dichos argumentos no prueban porque suponen un uso ilegítimo de las categorías y, además, son una realización –a la inversa- del argumento ontológico.
Argumento ontológico: Nombre que Kant da al argumento inicialmente formulado por S. Anselmo y que, según dice, parte del concepto o esencia de Dios como ser perfectísimo y realísimo para inferir que, en consecuencia, no puede faltarle la existencia. Kant sostiene que es falso porque la existencia no es un predicado real de la esencia de una cosa.
Argumento teleológico: Nombre con el que designa al argumento que pretende demostrar la existencia del Dios partiendo de la observación del orden. (Quinta vía de Tomás de Aquino). Kant piensa que dicho argumento muestra, como mucho, la necesidad de un ordenador; pero para probar que éste es creador (Dios) tendría que echar mano del argumento cosmológico incurriendo en sus defectos.
Arquitectónica de la razón pura: Tercera parte de la Doctrina trascendental del método que se ocupa de la sistematización de los conocimientos procedentes de la razón pura. Así, divide la filosofía en filosofía de la naturaleza y filosofía de las costumbres.
Autonomía moral: Kant considera que la razón es su propia legisladora. Se opone a heteronomía moral.
Axiomas de la intuición: Primer grupo de los principios del entendimiento puro. Surge de las categorías de la cantidad y se enuncia: “Todas las intuiciones son magnitudes extensivas”.
Canon de la razón pura: Segunda parte de la Doctrina trascendental del método que establece el conjunto de principios a priori (canon) que regulan el uso correcto de las facultades cognoscitivas.
Categoría: Concepto puro del entendimiento.
Categorías dinámicas: Categorías que se refieren a la existencia de objetos: categorías de la relación y de la modalidad.
Categorías matemáticas: Categorías que se refieren a objetos de la intuición -pura o empírica-: categorías de la cantidad y de la cualidad.
Concepto puro del entendimiento: Cada una de las formas a priori del entendimiento que nos permiten pensar (organizar y comprender) el material aportado por la sensibilidad. Sinónimo de categoría.
Concepto: Representación de lo general. Se opone a intuición.
Conocimientos a posteriori: Conocimientos que no son posibles más que por la experiencia. También llamados conocimientos empíricos.
Conocimientos a priori: Conocimientos que tienen lugar con independencia absoluta de la experiencia. Pueden ser mixtos o puros.
Conocimientos a priori mixtos: Conocimientos que, aun siendo independientes de la experiencia, se mezclan con ella. Así por ejemplo la proposición “todo cambio tiene su causa” es un conocimiento a priori. Pero no podríamos saberlo sin comprender el concepto “cambio” que requiere de la experiencia para ser comprendido.
Conocimientos a priori puros: Conocimientos que son absolutamente independientes de la experiencia y no tienen mezcla alguna con ella.
Conocimientos empíricos: Conocimientos a posteriori.
Contingente: Lo contrario de necesario. Propiedad de los juicios sintéticos que consiste en que enuncian algo que es pero que puede no ser.
Cosa en sí: Noúmeno.
Cosmología racional: Supuesta ciencia metafísica que fundaría la idea trascendental del mundo.
Crítica: Investigación.
Deducción metafísica: Primera parte de la Analítica de los conceptos que se ocupa de deducir, desde la lista de los juicios, cuáles son los conceptos puros del entendimiento.
Deducción trascendental: Segunda parte de la Analítica de los conceptos que se preocupará de resolver la cuestión de la aplicación de dichos conceptos (representaciones generales) a los objetos (particulares).
Dialéctica de la razón pura práctica: Segunda parte de la Teoría elemental de la razón pura práctica que se dedica a analizar la antinomia del supremo bien para solucionarla y establecer los postulados de la razón práctica como fundamentos del uso práctico de la razón. Y establecerá el primado del uso práctico sobre el teórico.
Dialéctica trascendental: Segunda parte de la Lógica trascendental que investiga cuáles son las condiciones trascendentales o a priori de la razón y de su uso ilegítimo más allá de la experiencia (dialéctica): ideas trascendentales.
Dios (como supremo bien): Tercer postulado de la razón práctica. Condición de realización unidad necesaria entre virtud y felicidad en el ser humano.
Disciplina de la razón pura: Primera parte de la Doctrina trascendental del método que se refiere a la importancia del nuevo método de filosofía que inaugura Kant y que denomina método crítico. Dicho método es importante porque supera tanto dogmatismo como escepticismo.
Doctrina elemental trascendental: Primera parte de la Crítica de la Razón Pura en la que se investigan, en cada uno de sus niveles -sensibilidad, entendimiento y razón-,los principios formales de la facultad de conocer que hacen posible el conocimiento.
Doctrina trascendental del método: Segunda parte de la Crítica de la Razón Pura en la que se determinan las condiciones formales del sistema completo de la razón pura.
Dogmatismo: Defecto en el que, según Kant, incurrió el racionalismo por pretender que las capacidades cognoscitivas del ser humano eran tan altas que podían llegar a conocer con certeza absoluta las realidades metafísicas. En consecuencia, descuidó la experiencia.
Entendimiento: Segundo nivel de la facultad de conocer. Nivel activo o espontáneo que unifica lo recibido de la sensibilidad pensándolo por medio de conceptos (categorías) que él mismo aporta y elaborando juicios.
Escepticismo: Defecto en el que, según Kant, incurrió el empirismo al pretender que el único conocimiento que el ser humano puede tener es el suministrado única y exclusivamente por la cambiante experiencia. Dicha afirmación lleva necesariamente a negar que el ser humano pueda llegar a tener conocimientos absolutamente ciertos: científicos y metafísicos.
Espacio: Forma a priori de la sensibilidad externa.
Esquema trascendental: Representación pura, intelectual y sensible al mismo tiempo, que permite la aplicación de las categorías al material sensible. Según Kant, el tiempo.
Esquematismo de los conceptos puros: Primera parte de la Analítica de los principios que estudia las condiciones de aplicación de las categorías a los datos sensibles.
Estética trascendental: Primera sección de la Doctrina elemental trascendental de la Crítica de la razón pura que se ocupa de buscar cuáles son las condiciones trascendentales o a priori de la sensibilidad: intuiciones puras de espacio y tiempo.
Ética formal: Toda ética en la que la materia de las normas morales se deduce de la forma.
Ética material: Toda ética en la que la forma de las leyes morales se deduce a partir de su materia.
Exposición metafísica: Primera parte de la Estética trascendental en la que se investiga cuáles son las formas a priori de la sensibilidad.
Exposición trascendental: Segunda parte de la Estética trascendental en la que se investiga cómo las formas a priori de la sensibilidad (espacio y tiempo) hacen posible la ciencia matemática.
Facultad de conocer: Capacidad del ser humano que le permite obtener conocimientos científicos (universales y necesarios) partiendo de la experiencia. Kant también la denomina uso teórico de la razón, razón teórica o, simplemente, razón.
Fe moral: Fe racional o fe racional práctica pura.
Fe racional: Kant la define como creencia objetivamente insuficiente pero subjetivamente suficiente para fines absolutamente necesarios. Esos fines absolutamente necesarios consistirían en alcanzar los objetos nouménicos como postulados de la razón práctica (principios formales aprióricos) que justifican el hecho moral. También la denomina fe racional práctica pura o fe moral. Se opone a saber.
Fe racional práctica pura: Fe racional o fe moral.
Fenómeno: Nombre con el que Kant se refiere a cada uno de los objetos de los que se puede tener experiencia y, por tanto, conocimiento. Se opone a noúmeno.
Filosofía de la naturaleza: Metafísica de la naturaleza.
Filosofía de las costumbres: Metafísica de las costumbres.
Filosofía trascendental: Nombre con el que se designa a la filosofía kantiana. Se llama así porque busca los principios formales que hacen posible tanto el uso teórico como el uso práctico de la razón. También se le denomina Idealismo trascendental.
Forma de la norma moral: El modo en que la norma moral manda, prohíbe o permite lo que debe ser realizado o no realizado.
Forma del conocimiento: Lo puesto por el sujeto trascendental. De naturaleza universal y necesaria.
Heteronomía moral: La determinación de la ley moral depende de motivos extrínsecos y ajenos al sujeto moral (principios prácticos materiales). En este gran defecto caen, según Kant, todas las éticas materiales y en vez de liberar al sujeto moral, le esclavizan.
Historia de la razón pura: Cuarta parte de la Doctrina trascendental del método en la que Kant echa un vistazo a la historia de la filosofía anterior a él para concluir que la única salida posible a sus problemas (dogmatismo o escepticismo) es la filosofía crítica iniciada por él –que no culminada-. Por eso, piensa, que las generaciones posteriores deberán escribir la Historia de la razón pura.
Idea de Dios: Tercera idea trascendental que representa la unidad absoluta y suprema condición de posibilidad de todos los objetos del pensamiento en general. Función reguladora de toda la experiencia (tanto externa como interna).
Idea del mundo: Segunda idea trascendental que representa la unidad absoluta de la totalidad de los fenómenos. Función reguladora de la experiencia externa.
Idea del yo: Primera idea trascendental que representa la unidad absoluta del sujeto pensante. Función reguladora de la experiencia interna.
Idea trascendental: Cada uno de los principios formales aprióricos de la razón que explican la tendencia irrefrenable de la razón humana por buscar lo incondicionado intentando saltar por encima de la experiencia. Dichos principios no legitiman el salto sino que son sólo funciones regulativas de la experiencia (funciones de unidad).
Ideal de la razón pura: Crítica de los razonamientos metafísicos que pretenden demostrar la existencia de Dios. Dichos razonamientos son tres: argumento ontológico, argumento cosmológico y argumento teleológico aunque, en el fondo, los dos últimos se reducen al primero y no demuestran nada. Consecuentemente también, crítica de la Teología natural o racional.
Idealismo trascendental: Filosofía trascendental. Al sistema kantiano se le considera un idealismo en tanto que el sujeto (trascendental) sólo puede acceder desde su facultad de conocer al objeto constituido por él mismo (fenómeno).
Ilusión trascendental: Kant denomina así a la tendencia inevitable de la razón humana a buscar lo incondicionado.
Imperativo: Principio práctico objetivo o ley.
Imperativo categórico: Imperativo que determina a la voluntad absoluta e incondicionadamente. Es decir, la acción no es un medio para conseguir otra cosa sino que es un fin en sí misma. Es, por tanto, necesaria en sí misma. Su forma típica es: “Haz A”. Kant denomina así a la ley moral.
Imperativo hipotético: Imperativo que determina a la voluntad como medio (condición) para conseguir otra cosa o fin. Su forma típica es: “Haz B, si quieres A”. (B siempre es un medio para realizar A).
Inmortalidad: Segundo postulado de la razón práctica. Condición de realización de la plenitud de la vida moral personal en tanto en cuanto ésta siempre es susceptible de un crecimiento mayor.
Intuición: Representación de lo singular. Se opone a concepto.
Intuición pura: Cada una de las formas a priori de la sensibilidad: espacio y tiempo.
Juicio: Unión de un sujeto y un predicado. También llamada proposición.
Juicio analítico: Juicios en el que el predicado está contenido en el sujeto. Ej.: Un soltero es un no casado.
Juicio de ampliación: Propiedad de los juicios sintéticos (ya sean o no a priori) que hace referencia a que el predicado de esos juicios suministra un conocimiento nuevo.
Juicio de explicación: Propiedad de los juicios analíticos que hace referencia que el predicado de estos juicios no añade ningún nuevo conocimiento.
Juicio sintético: Juicios en los que el predicado no está contenido en el sujeto. Ej.: El calor dilata los cuerpos.
Juicio sintético a priori: Juicios universales y necesarios en los que el predicado aporta un nuevo conocimiento. Ej: La energía no se crea ni se destruye, simplemente se transforma.
Ley: Principio práctico objetivo o imperativo.
Ley moral: Imperativo categórico.
Libertad: Primer postulado de la razón práctica. Condición de posibilidad del hecho moral. Si no fuéramos libres, no sería posible la acción moral.
Lo incondicionado: Se denomina así, en el pensamiento kantiano, al fundamento último de todo el conocimiento. Fundamento que tiene que estar libre de las condiciones que la sensación, la sensibilidad y el entendimiento imponen a los objetos del conocimiento teórico. Lo incondicionado es inalcanzable por la razón teórica, por mucho que ella se empeñe, ya que no puede ser fenoménico sino nouménico. Lo incondicionado se expresa en las tres ideas trascendentales: yo, mundo y Dios.
Lógica trascendental: Segunda sección de la Doctrina elemental trascendental de la Crítica de la razón pura que se ocupa de buscar cuáles son las condiciones trascendentales o a priori del entendimiento y la razón. Se subdivide en: Analítica trascendental y Dialéctica trascendental.
Materia de la norma moral: Lo que manda, prohíbe o permite una norma moral. También se le denomina contenido, fin u objeto de la norma moral.
Materia del conocimiento: Lo recibido a través de los sentidos. De naturaleza particular y contingente.
Máxima: Principio práctico subjetivo.
Metafísica: Este término asume en Kant tres significados distintos:
- El uso más frecuente es aquel con el que designa a la supuesta ciencia que pretende tener conocimiento de los objetos nouménicos: yo, mundo, Dios. Kant criticará esta supuesta ciencia con el fin de darle un nuevo lugar: no es una ciencia, sino una fe. Por lo tanto, no pertenece al uso teórico de la razón sino al práctico.
- Sinónimo de filosofía primera: el saber que no se basa en ningún otro saber y que fundamenta al resto de los saberes. Es lo que Kant llama “Crítica de la razón”.
- Sinónimo de filosofía: Derivado del anterior, podríamos decir que su concreción. Así para Kant la filosofía estaría compuesta de filosofía o metafísica de la naturaleza y filosofía o metafísica de las costumbres.
Metafísica de la naturaleza: Primera parte de la nueva filosofía crítica o metafísica inaugurada por Kant. Se ocuparía del uso teórico o especulativo de la razón. También llamada filosofía de la naturaleza.
Metafísica de las costumbres: Segunda parte de la nueva filosofía crítica o metafísica inaugurada por Kant. Se ocuparía del uso práctico o moral de la razón. También llamada filosofía de las costumbres.
Metafísica especial: Nombre con el que designa Wolff a la parte de la metafísica que a su vez se dividiría en Psicología racional, Cosmología racional y Teología natural. A ella se refiere Kant al criticar cada una de esas ciencias como supuestas ciencias fundadas por las ideas trascendentales.
Método crítico: Nombre que en la Disciplina de la razón pura asigna Kant a su nueva forma de hacer filosofía que supera tanto dogmatismo como escepticismo.
Metodología de la razón pura práctica: Segunda parte de la Crítica de la razón práctica en la que Kant propondrá el método para lograr que el sujeto moral pueda hacer suyas (subjetivas) las leyes morales objetivas.
Metodología de la razón pura: Doctrina trascendental del método.
Necesario: Característica de los juicios sintéticos a priori que consiste en que enuncian algo que tiene que ser, que no puede no ser.
Noúmeno: Nombre con el que designa Kant a cada uno de los objetos metafísicos de los que no se puede tener experiencia y, por tanto, tampoco conocimiento. Es sinónimo de cosa en sí y se opone a fenómeno. Se podrá acceder al noúmeno a través del uso práctico de la razón. Pero de él no se tiene saber, sino fe.
Objetivismo moral: Característica de la ética kantiana. Las leyes morales son objetivas –universales y necesarias-. Para él dicha universalidad y necesidad reside en la forma de la ley.
Ontología trascendental: Se ha llamado así al sistema de los principios del entendimiento puro porque son las condiciones de toda posible experiencia. Por tanto, determinan cuáles son los objetos fenoménicos que el entendimiento puede conocer. En ese sentido se puede hablar de ontología, pero de forma muy imprecisa, porque realmente Kant no habla de lo que es sino de lo que aparece ante la conciencia del sujeto trascendental como material sensible organizado por la sensibilidad y pensado por el entendimiento.
Paralogismo: Silogismo formalmente incorrecto.
Paralogismo por equivocidad: Razonamiento formalmente incorrecto porque el término medio de la premisa mayor y menor es un término equívoco (se usa en dos sentidos distintos). Según Kant, el razonamiento metafísico que pretende demostrar la sustancialidad del alma es un paralogismo por equivocidad.
Paralogismos de la razón pura: Crítica de los razonamientos metafísicos que pretenden demostrar la sustancialidad del alma. Consecuentemente también, crítica de la Psicología racional.
Particular: Lo contrario de universal. Característica propia de los juicios sintéticos que consiste en que enuncian algo que sólo se cumple en ocasiones. Sólo lo cumplen algunos objetos de los que se dice.
Personalismo ético: Según Kant respetando la ley moral el hombre actúa conforme a su dignidad personal y camina hacia su perfección moral y felicidad (supremo bien).
Postulados de la razón práctica: Condiciones de la moralidad. Se corresponden con las ideas trascendentales. Son: libertad (mundo), inmortalidad (yo) y Dios como supremo bien (Dios como causa de toda posible experiencia). Además, son objetos nouménicos, metafísicos, a los que se accede desde el hecho moral y que a su vez lo fundamentan. (No sólo fundamentan el uso práctico de la razón, sino también todo el edificio de la razón pura, incluido el uso teórico).
Postulados del pensar empírico en general: Cuarto grupo de los principios del entendimiento puro. Surge de las categorías de la modalidad y se expresa en tres formulaciones diversas correspondientes a cada una de dichas categorías (posibilidad, realidad, necesidad): “Lo que conviene con las condiciones formales de la experiencia (según la intuición y los conceptos) es posible”. “Lo que está en conexión con las condiciones materiales de la experiencia (de la sensación) es real”. “Aquello cuya conexión con lo real está determinado según condiciones universales de la experiencia es (existe) necesariamente”.
Primera formulación del imperativo categórico: “Obra de tal modo que la máxima de tu voluntad pueda valer, siempre a la vez, como principio de una legislación universal”.
Principio de la producción: Segunda de las analogías de la experiencia, según la primera edición de la Crítica de la razón pura. Se enuncia: “Todo lo que ocurre (comienza a ser) supone algo anterior al lo cual sigue según una regla”.
Principio de la simultaneidad según la ley de la acción recíproca o comunidad: Tercera de las analogías de la experiencia. Se enuncia: “Todas las sustancias, en cuanto pueden ser percibidas en el espacio como simultáneas, están en universal acción recíproca”.
Principio de la sucesión según la ley de la causalidad: Segunda de las analogías de la experiencia, según la segunda edición de la Crítica de la razón pura. Se enuncia: “Todas las alteraciones suceden según la ley del enlace entre causa y efecto”.
Principio de permanencia de la sustancia: Primera de las analogías de la experiencia. Se enuncia: “En todo cambio de los fenómenos permanece la sustancia, y el quantum de la misma no aumenta ni disminuye en la naturaleza”.
Principio práctico: Proposición que encierran una determinación universal de la voluntad a la que se subordinan diversas reglas prácticas.
Principio práctico objetivo: Principio práctico en que la condición es válida para todo ser racional. Por lo tanto expresa una necesidad, un deber ser. También llamado ley o imperativo.
Principio práctico subjetivo: Principio práctico en que la condición es considerada por el sujeto como sólo válida para su voluntad. Expresa una relación puramente contingente. Su forma típica sería: “Siempre que se dé A, haré B”. También llamado máxima.
Proposición: Juicio.
Psicología racional: Supuesta ciencia metafísica que fundaría la idea trascendental del yo.
Puro: Absolutamente independiente de la experiencia ya que no aparece mezclado con ella.
Razón: Tercer nivel de la facultad de conocer. Nivel que enlaza los juicios procedentes del entendimiento mediante razonamientos llevando más lejos la función unificadora iniciada por el entendimiento.
Razón práctica: Facultad moral. Parte de la razón pura del ser humano en la que a partir del hecho moral podemos llegar a alcanzar sus fundamentos aprióricos que son los objetos nouménicos (metafísicos): Libertad (mundo), inmortalidad (yo) y Dios.
Razón teórica: Facultad de conocer.
Rigorismo ético: Para Kant la actuación moral sólo admite un motivo: el deber. Por eso la única forma válida de actuación es por respeto al deber. (Esto debe ser así porque la acción moral para ser buena debe ser desinteresada).
Santidad: Perfección moral.
Segunda formulación del imperativo categórico: “Obra de tal modo que trates siempre a la humanidad ya en tu persona, ya en la de los demás, no sólo únicamente como medio, sino también al mismo tiempo como fin”.
Sensibilidad: Primer nivel de la facultad de conocer. Es el nivel receptivo o pasivo que recibe las impresiones o sensaciones, tanto internas como externas.
Sistema de los principios del entendimiento puro: Segunda parte de la Analítica de los principios que estudia sistemáticamente los juicios sintéticos a priori que surgen de la aplicación de las categorías a los datos sensibles y que determinan toda nuestra experiencia.
Sujeto empírico: Yo individual. También es denominado sujeto psicológico.
Sujeto psicológico: Sujeto empírico.
Sujeto trascendental: Lo que de común hay en todos los sujetos.
Supremo bien: Lo incondicionado de la razón pura práctica. Unión sintética a priori –y por tanto necesaria- entre virtud moral y felicidad.
Teología trascendental: Supuesta ciencia metafísica que fundaría la idea trascendental de Dios. Wolff –siguiendo a Leibniz- la denomina teología natural o racional.
Teoría elemental de la razón pura práctica: Primera parte de la Crítica de la razón práctica en la que hay que asentar que la única forma válida de ética es la ética formal, determinar cuál es la ley moral fundamental o imperativo categórico y establecer cuáles son las condiciones de posibilidad de la moralidad (postulados de la razón práctica). Se divide en dos partes: Analítica de la razón pura práctica y Dialéctica de la razón pura práctica.
Tercera formulación del imperativo categórico: “Obra de tal suerte que la voluntad, por su máxima, pueda considerarse a sí misma como legisladora universal”.
Tiempo: Forma a priori de toda la sensibilidad (tanto externa como interna). También es el esquema trascendental.
Universal: Característica de los juicios sintéticos a priori que consiste en que enuncian algo que siempre se cumple y que cumplen todos los posibles objetos de los que se dice.
Uso extraempírico de las categorías: Aplicación de las categorías más allá de la experiencia. Es un uso ilegítimo porque las categorías sólo sirven para pensar el material suministrado por la sensibilidad. Sin este material las categorías son vacías, no sirven para nada.
Virtud: Obrar por respeto a la ley, por respeto al deber.
3. VIDA
KANT (1724-1804).
Emmanuel –posteriormente Immanuel- Kant nació el 22 de abril de 1724 en la ciudad báltica de Könisberg, a orillas del Pregel, que por entonces ostentaba la capitalidad de Prusia Oriental. (Hoy Könisberg es Kaliningrado y pertenece a Rusia).
Nuestro filósofo vino al mundo en el seno de una familia modesta. Su padre –Johann Georg Kant- era un humilde talabartero –artesano del cuero que fabricaba todo tipo de correajes-. Su madre –Anna Maria Reuter- destacaba por su fe pietista y su fervor religioso. Los padres de Kant tuvieron once hijos de los que sólo sobrevivieron seis, cuatro mujeres y dos varones. Sus hermanas se casaron también con modestos artesanos de la ciudad y su hermano estudió teología llegando a ser párroco de Curlandia (Letonia).
A los seis años comenzó su asistencia a la escuela y, a la edad de ocho años y gracias a la ayuda de un tío suyo, ingresa en el Collegium Friedericianum el mejor Gymnasium –centro educativo de enseñanza secundaria- de todo Könisberg. El Collegium Friedericianum estaba dirigido por Albert Schultz, amigo de la familia de Kant y fervoroso pietista.
Al finalizar sus estudios en el Gymnasium con un excelente latín, un mal recuerdo y una visión muy pesimista de la naturaleza humana y, además, sin que sus maestros hubieran sabido encender en él la más mínima chispa de fuego filosófico ingresó en la facultad de filosofía de su misma ciudad. Corría el año 1740 y Kant tenía dieciséis años.
En dicha facultad se impartían asignaturas de hebreo, matemáticas, griego, lógica, metafísica, filosofía práctica, poesía, elocuencia e historia. Además, asistió a las lecciones de teología que impartía su antiguo director y amigo familiar, Schultz, y a las de ciencias naturales que corrían a cargo de Martin Knutzen quien le introdujo en el estudio de las obras de Wolff y Newton y puso a disposición del joven alumno su magnífica biblioteca personal.
En 1746, a la edad de 22 años, presentó al decano de la facultad su primer escrito intitulado Pensamientos sobre la verdadera apreciación de las fuerzas vivas en el que intenta conciliar las posiciones de Descartes y Leibniz sobre la medida de las fuerzas de los cuerpos en movimiento. Este escrito inspiró el siguiente epigrama de Lessing:
Kant emprende una difícil tarea
para ilustrar al mundo:
calibra las fuerzas vivas,
olvidándose de hacerlo con las propias.
En este mismo año (1746) obtiene el título de magister y su precaria situación económica, motivada por la muerte de su padre un año antes, le obliga a abandonar sus estudios para verse obligado –hasta los treinta y un años- a ganarse la vida como preceptor privado en casas de campo de los alrededores de Könisberg y, muy particularmente, en la casa de la condesa von Kayserling de la que Kant siempre guardó un buen recuerdo.
En 1755 adquiere el grado de doctor con una tesis titulada De igne (Sobre el fuego) y, en ese mismo año, consigue la venia legendi que le habilitaba para poder enseñar en la universidad como Privatdozent (Profesor privado) con el trabajo Principiorum primorum cognitionis Metaphysicae nova dilucidatio (Nueva dilucidación de los primeros principios del conocimiento metafísico).
Pero su nueva situación no acabó con sus problemas económicos ya que el Privatdozent sólo recibía remuneración de sus alumnos, no de la universidad. En consecuencia, al tener pocos alumnos, se vio en la obligación de aumentar el número de sus clases llegando a impartir de dieciséis a veinte horas semanales –sobre las más diversas materias: lógica, metafísica, moral, antropología pedagogía, matemáticas, geografía y, hasta mineralogía- y, con el fin de completar su escaso sueldo asumió, además, el puesto de ayudante de biblioteca.
En esta situación permaneció quince años. Cuando quedó vacante la cátedra de poesía de Berlín se la ofrecieron pero la rechazó. Lo mismo ocurrió con las de Erlangen y Jena. El motivo de sus múltiples rechazos eran algunas de las obligaciones que dichas cátedras suponían y que le desagradaban particularmente: censura de obras literarias y componer poemas en alemán y latín para ciertos eventos.
En 1770, con 46 años, consigue la cátedra de lógica y metafísica, al pasar su colega Buck a la cátedra de matemáticas, con la disertación que llevaba por título De mundi sensibilis atque intelligibilis et principiis dissertatio (Disertación sobre la forma y los principios del mundo sensible y del mundo inteligible).
Este escrito –conocido como Dissertatio- aunque se sigue moviendo dentro del racionalismo es precursor de la Crítica de la razón pura conteniendo ya algunas de las tesis esenciales de esta última. (El propio Kant lo reconoció así, cuando en 1797 solicita que la edición de sus obras comience por la Dissertatio y que no se incluyan sus escritos anteriores).
La toma de posesión de la cátedra le aportó la anhelada estabilidad económica que le permitía, al fin, dedicarse de pleno a la filosofía.
A partir de entonces, y durante casi once años, se dedicará intensamente a la reflexión y elaboración de su filosofía trascendental, sin publicar nada, apartándose progresivamente del racionalismo. Dicha reflexión cristalizará, por insistencia de sus amigos, en la primera de sus grandes obras, la Crítica de la razón pura que publicó en Riga en 1781.
La obra de Kant pasó sin pena ni gloria salvo para Schütz, profesor en Jena, y sus discípulos.
Kant se convenció de que la mayoría de los que la habían leído completa –y eran pocos- la encontraron incomprensible y aburrida. Pensó que si lograba abreviarla y condensarla, obtendría un reconocimiento mayor. Así, dos años más tarde (1783), publicó los Prolegómenos a toda metafísica futura que haya de poder presentarse como ciencia. Pero, contrariamente a su intención, la suerte de esta obra fue similar a la que había tenido la Crítica.
Dos de sus escritos menores, pero importantes, ven la luz en 1784: Ideas para una historia universal en intención cosmopolita y Respuesta a la pregunta: ¿Qué es la Ilustración?
En 1785 publica la Fundamentación de la metafísica de las costumbres, obra de carácter divulgativo, en la que intenta exponer los fundamentos de la moralidad –la segunda parte de su proyecto crítico-.
Al año siguiente (1786) sale de imprenta su obra Los principios metafísicos de la ciencia de la naturaleza que prolonga algunos de los temas de la Crítica de la razón pura.
La segunda edición –corregida y con un nuevo prólogo- de la Crítica de la razón pura es publicada en 1787. A partir de aquí, su pensamiento empieza a ser bien acogido, hasta el punto de convertirse en uno de los pensadores de mayor influencia en Alemania.
En 1788 publica su segunda gran crítica, la Crítica de la razón práctica en la que ya expone de un modo más técnico y riguroso el uso práctico o moral de la razón del cuál ya había hablado al gran público en la Fundamentación de la metafísica de las costumbres.
Su tercera crítica, la Crítica del juicio aparece en 1790 y se ocupaba de la teoría del gusto y de la teleología.
En concordancia con las indicaciones que sobre la religión aparecen al final de la Crítica de la razón práctica y con los resultados de esa investigación edita en 1793 su particular visión de la religión en la obra La religión dentro de los límites de la mera razón.
Con el transcurso de los años su fama fue creciendo llegando a ser miembro del senado universitario, rector y decano de la facultad de filosofía, académico en Berlín, San Petersburgo y Viena.
Los últimos años de su vida no estuvieron exentos de problemas. Al morir Federico II el Grande y llegar al poder Federico Guillermo II, éste colocó como ministro de enseñanza y cultos aun tal Wolner que le amonestó tras la publicación de la segunda edición de La religión dentro de los límites de la mera razón. Kant no se retractó pero, a fin de evitar problemas, tomó la decisión de no publicar ni enseñar nada sobre temas de religión hasta la muerte del rey.
Durante estos años publicó: La paz perpetua (1795) y La metafísica de las costumbres (1797).
En este mismo año (1797) se ve obligado a abandonar la docencia por problemas de salud.
Tras la muerte del rey (1797) logró ver la luz El conflicto de las facultades (1798), obra en la que discute la relación entre teología, filosofía y razón práctica.
Algunos de sus cuadernos, que recogían sus lecciones o notas de clase, fueron publicados en vida de Kant bajo su propia supervisión. De entre ellos hay que destacar su Antropología en sentido pragmático (1798) y su Lógica (1800).
Hasta su muerte estuvo trabajando en su última obra que se iba a titular Tránsito de los principios metafísicos de la ciencia natural a la física. A su muerte, se encontraron los trece cuadernos que componían su última e inacabada obra y no fueron publicados hasta 1920 por E. Adickes bajo en título Opus postumum.
A partir de 1899 se fue debilitando y comenzó también a decaer su vigor intelectual. En 1803 perdió la vista. Y el domingo 12 de febrero de 1804 exhaló su último aliento mientras musitaba: ”Es ist gut„ (“Está bien”). –Curiosamente las mismas palabras de Jesús en la cruz-.
Al cumplirse el centenario de su muerte en la catedral de su ciudad natal, en la que recibió sepultura, se le construyó una nueva tumba sobre la que se inscribió el siguiente epitafio, sacado de la Conclusión de la Crítica de la razón práctica que quizás resuma la grandeza de este hombre que, aunque físicamente no abandonó en su vida su ciudad natal y alrededores, llegó a conocer y a comprender algo de la grandeza, belleza, majestuosidad y belleza del espectáculo de lo real y de sus exigencias cotidianas y que, en el fondo, demostró, que el mejor viaje no es visitar lugares o países exóticos y maravillosos, el mejor viaje es el de dedicarse a lo importante, lo absolutamente importante: “Dos cosas llenan el ánimo de admiración y respeto, siempre nuevos y crecientes, cuanto con más frecuencia se ocupa de ellas la reflexión: el cielo estrellado sobre mí y la ley moral en mí”.
4. OBRAS
La obra de Kant se divide en dos grupos de escritos, los anteriores a la publicación, en 1781, de la Crítica de la razón pura, conocidos como escritos precríticos, y los posteriores a esta fecha, que constituyen su filosofía crítica, y a los que se denomina escritos críticos.
Recogemos, a continuación, las principales obras de Kant:
a) Escritos precríticos:
- Pensamientos sobre la verdadera apreciación de las fuerzas activas (1746).
- Historia natural universal y teoría del cielo (1755).
- De igne (1755).
- Principiorum primorum cognitionis metaphysicae nova delucidatio (1755).
- Los terremotos (1756).
- Teoría de los vientos (1756).
- Monadologia physyca (1756).
- Proyectos para un colegio de geografía física (1757).
- Sobre el optimismo (1759).
- La falsa sutilidad de las cuatro figuras silogísticas (1762).
- El único argumento posible para demostrar la existencia de Dios (1763).
- Ensayo para introducir en metafísica el concepto de magnitudes negativas (1763).
- Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y de lo sublime (1764).
- Investigación sobre la evidencia de los principios de la teología natural y de la moral (1764).
- Informe acerca del enfoque de los cursos durante el semestre de invierno 1765-1766 (1765).
- Los sueños de un visionario esclarecidos mediante los sueños de la metafísica (1766).
- De mundi sensibilis atque intelligibilis forma et principiis (1770).
b) Escritos críticos:
- Crítica de la razón pura (1781).
- Prolegómenos a toda metafísica futura que haya de poder presentarse como ciencia (1783).
- Ideas para una historia universal en intención cosmopolita (1784).
- Respuesta a la pregunta: ¿Qué es la Ilustración? (1784).
- Fundamentación de la metafísica de las costumbres (1785).
- Principios metafísicos de la ciencia de la naturaleza (1786).
- Crítica de la razón práctica (1788).
- Crítica del juicio (1790).
- La religión dentro de los límites de la mera razón (1793).
- La paz perpetua (1795).
- Metafísica de las costumbres (1797).
- El conflicto de las facultades (1798).
- Antropología en sentido pragmático (1798).
- Lógica (1800).
- Geografía física (1802).
- Pedagogía (1803).
- Tránsito de los principios metafísicos de la ciencia natural a la física. (Última obra inacabada y no publicada en vida. Fue publicada por E. Adickes bajo en título Opus postumum en 1920).
De las obras filosóficas de Immanuel Kant la edición canónica es Gesammelte Schriften. Walter de Gruyter. Berlin. 29 vls. (Edición a cargo de: Preussichen Akademie der Wissenschaften de Berlin –vols. 1-22-, Deutschen Akademie der Wissenschaften de Berlin –vol. 23- y Akademie der Wissenschaften de Göttingen –vols. 24-29-).
En cuanto a Bibliografías sobre Kant son muy recomendables:
La información bibliográfíca más completa se debe a Rudolf MALTER y se publica desde 1969 en la revista Kant-Studien.
MALTER Rudolf- RUFFING, Margit Kant-Bibliographie 1945-1990. Vittorio Klostermann. Frankfurt an Mein, 1999.
KÜNH, Manfred KANT-Bibliographie The Bibliography of Kant Literature 1986-1999/2; Cumulative Issue en http://staff-www.uni-marburg.de/~kuehnm/Kant.html
M. RUFFING, M. « Kant-Bibliographie 2000 » , en Kant-Studien- 93 Jahrgang - Heft 4 – 2002 Walter de Gruyter, Berlin, pp. 491 y ss.
Hay que reseñar también (Immanuel Kant Projekt Gutenberg-DE ) en donde se pueden consultar de forma gratuita las obras de Kant. (Todavía no todas ya que algunas están en proceso de digitalización).
Seguidamente recojo las ediciones en español de las obras de Kant indicando el año de publicación y la editorial. Enumero las obras por orden alfabético:
- Antropología práctica. Tecnos (1990). Antropología. Alianza (1991).
- Crítica del juicio. Espasa Calpe (1989), (2001).
- Crítica de la razón práctica. Espasa Calpe (1984), Círculo de lectores (1998), Sígueme (1998), Alianza (2002).
- Crítica de la razón pura. Orbis (1984), (1985). Alfaguara (1996), (1998), Servicio de publicaciones de la Universidad de Valencia (1998), Jorge A. Mestas (2002), Tecnos (2002).
- El poder de las facultades afectivas. Aguilar (1968).
- El único fundamento posible de una demostración de la existencia de Dios. PPU (1989).
- Filosofía de la historia. Fondo de Cultura Económica (2000).
- Fundamentación de la metafísica de las costumbres. Espasa Calpe (1983), (2001), Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País (1992), Ariel (1996), Santillana (1996), Planeta (1997), Alianza (2002), Vision Net (2002).
- Hacia la paz perpetua: un esbozo filosófico. Biblioteca Nueva (1999). La paz perpetua. Tecnos (2002), Onyx 21(2003). Sobre la paz perpetua. Alianza (2002).
- Ideas para una historia universal en clave cosmopolita. Tecnos (1987).
- Introducción a la teoría del derecho. Centro de Estudios Políticos y Constitucionales (1978), Marcial Pons (1997).
- La contienda entre las facultades de filosofía y teología. Debate (1992), Trotta (1999). El conflicto de las facultades: en tres partes. Alianza (2003).
- La dissertatio de 1770. Consejo Superior de Investigaciones Científicas (1961), (1996).
- La religión dentro de los límites de la mera razón. PPU (1989), Alianza (1995), (2001).
- Lecciones de ética. Crítica (1988), (2002).
- Los progresos de la metafísica desde Leibniz y Wolff. Tecnos (1987).
- Los sueños de un visionario. Alianza (1994).
- Metafísica de las costumbres. Tecnos (1989), Altaya (1994).
- Nova dilucidatio. Coloquio (1987).
- Observaciones acerca del sentimiento de lo bello y lo sublime. Alianza (1997). Lo bello y lo sublime. Espasa Calpe (1999), (2001), (2003).
- Opúsculos de filosofía natural. Alianza (1992).
- Pedagogía. Akal (1984), (1991).
- Porqué no es inútil una nueva crítica de la razón pura. Aguilar (1963).
- Primera introducción a la crítica del juicio. Visor (1987).
- Principios metafísicos de la ciencia de la naturaleza. Alianza (1989), Tecnos (1991).
- Prolegómenos. Pearson Educación (1992), Alba (1998). Prolegómenos a todo metafísica futura que haya de poder ser considerada como ciencia. Istmo (1999).
- ¿Qué significa orientarse en el pensamiento? Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense (1995).
- ¿Qué es la Ilustración? Tecnos (1998)
- Sobre la ilegitimidad de la reproducción de los libros. Episteme (1996).
- Sobre Dios y la religión. Zeus (1972).
- Sobre el fracaso de todo ensayo filosófico en la teodicea. Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense (1998).
- Sobre el saber filosófico. Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense (1998). Lógica. Vision Net. (2002).
- Teoría y práctica. Tecnos (1986).
- Transición de los principios metafísicos de ciencia natural física. Anthropos (1991).
5. SÍNTESIS DE PENSAMIENTO
1. El proyecto kantiano
El proyecto de Immanuel Kant coincide con el de la casi totalidad de los filósofos de la modernidad, construir la filosofía sobre sólidos cimientos. Tanto el racionalismo, con Descartes a la cabeza –recordemos que Kant había sido educado en el racionalismo a través de Wolf-, como el empirismo –Kant conocía la versión de Hume a través de Beattie- habían pretendido cimentar la filosofía. Pero ambos proyectos han tenido sus aciertos y sus errores.
El racionalismo ha sido consciente de la importancia de los problemas metafísicos para la filosofía (yo, Dios, mundo) pero, sin embargo, ha hecho un mal análisis de las capacidades cognoscitivas del ser humano pretendiendo –además muy pretenciosamente- que las capacidades cognoscitivas del ser humano eran tales que podían obtener conocimientos absolutamente ciertos de dichas realidades metafísicas estableciendo así un sistema de conocimientos a priori, al margen de la experiencia, y descuidando además la experiencia lo que le llevó a caer en el dogmatismo.
El empirismo, por su parte, ha insistido acertadamente en que las capacidades cognoscitivas del ser humano deben atenerse a la experiencia. Pero su error ha sido el de pensar que el conocimiento del ser humano es conocimiento, si se atiene exclusivamente a la experiencia; con lo que ha eliminado toda posibilidad de un conocimiento absolutamente cierto, como el de las leyes de la naturaleza, y la posibilidad de tener acceso, de alguna de otra forma, a las realidades metafísicas (yo, Dios, mundo) dando lugar, por tanto, a un escepticismo que amenaza con destruir la base misma de las ciencias y de la misma filosofía.
Kant se propone luchar tanto contra el dogmatismo racionalista como contra el escepticismo empirista.
Pero su lucha lo que realmente busca es asentar la metafísica –en primer término- y la ciencia sobre sólidos y firmes cimientos. Para ello tiene que comenzar por el examen racional de la facultad de conocer o razón teórica como él la denominará para, después de ver cuáles son los fundamentos y el alcance de nuestro conocimiento poder completar el análisis buscando cuáles son los fundamentos de la razón en su uso moral (razón práctica) y descubrir que los fundamentos de la moralidad son los objetos metafísicos cuya necesidad debemos admitir. Así, la metafísica se asentará, como veremos, sobre el suelo firme de la razón teórica y los objetos metafísicos serán alcanzados no mediante conocimiento sino mediante fe racional.
En consecuencia, debemos afirmar que el proyecto kantiano tiene dos fases inseparables y que cualquier presentación de una de las dos exige la de la otra porque si no, el pensamiento kantiano, se tornaría incomprensible ya que estaríamos estableciendo un reduccionismo del mismo.
Esas dos fases son:
- El examen de los principios que hacen posible el conocimiento teórico. Examen del uso teórico de la razón. Kant lo realizará en su obra Crítica de la razón pura.
- El examen de los principios que hacen posible el conocimiento práctico (fe racional). Examen del uso práctico de la razón. Lo realizará fundamentalmente en su obra Crítica de la razón práctica.
A la totalidad del proyecto, el filósofo de Könisberg lo designará como Crítica de la razón pura. Es decir, examen o investigación de los principios (aprióricos) tanto del uso teórico, como del práctico de la razón.
En consecuencia, nuestra exposición tendrá claramente dos partes:
- El uso teórico de la razón: La Crítica de la razón pura.
- El uso práctico de la razón: La Crítica de la razón práctica.
2. El uso teórico de la razón: La Crítica de la razón pura
2.1. El giro copernicano
En el prólogo de la segunda edición de la Crítica de la razón pura, tras exponer su propósito –rehabilitación de la Metafísica-, Kant dice que pretende en el análisis del conocimiento humano una revolución tal que se asemejará a la que hizo Copérnico al sustituir el sistema geocéntrico de Ptolomeo por un nuevo sistema heliocéntrico.
¿En qué consiste dicho giro revolucionario “a lo Copérnico”?
Según Kant la filosofía o bien se ha volcado desde el lado del racionalismo en el predominio de la intuición intelectual descuidando la experiencia sensible con lo que no ha podido explicar adecuadamente el fenómeno, lo que aparece ante nuestros sentidos, –lo mismo que le pasaba al sistema geocéntrico- o bien se ha centrado tan exclusivamente en la experiencia que no ha logrado explicar adecuadamente la absoluta validez de las leyes de la naturaleza –leyes de la física las llamaríamos hoy- y, lo más grave, se ha olvidado totalmente del noúmeno, los objetos metafísicos de los que no tenemos experiencia sensible.
Entonces, es necesario una nueva revolución, pero ésta en filosofía. El error de racionalismo y empirismo ha sido centrarse en el objeto, ya sea inteligible (noúmeno) o sensible (fenómeno), olvidándose de lo que pone el sujeto en el conocimiento. Es decir, hay que ocuparse de indagar aquello que pone el sujeto y que hace posible el conocimiento. Si lo hacemos adecuadamente, podremos comprender cómo conoce el ser humano, explicar el conocimiento sensible, retornarle validez absoluta a las leyes de la naturaleza y, lo más importante, darle un nuevo estatuto a la metafísica.
En esto consiste el giro copernicano, en centrarse en el sujeto, en lo que éste pone en el conocimiento. Pero, cuando Kant, habla de sujeto no se refiere ni a ti, ni a mí, a lo que llama sujeto empírico o psicológico, sino a todos los seres humanos. Es decir, a lo que ponemos todos los seres humanos que hace el posible el conocimiento y que es igual con independencia de quien seas tú o quien sea yo. A este sujeto le denomina sujeto trascendental.
Por tanto, la Crítica de la razón pura se encargará fundamentalmente de buscar y explicitar cuáles son esos principios absolutamente independientes de la experiencia –principios puros- que pone el sujeto trascendental y que hacen posible el conocimiento o condiciones trascendentales puras del conocimiento.
2.2. El plan de la primera Crítica
Si observamos la estructura de la obra que nos ocupa nos encontramos con un esquema, perfectamente pensado –y desarrollado-, que a primera vista resulta ininteligible, pero que es necesario exponer para pasar luego a desarrollar, a fin de que no nos dejemos ninguna pieza fuera del puzzle. Quizás el pensamiento de Kant, en principio, te resulte complejo pero es necesario que te lo plantees como un puzzle y que, como buen constructor de puzzles, tengas la paciencia necesaria para descubrir y colocar cada una de las piezas. Al final, tendrás la satisfacción de ver que todas las piezas encajan y que el puzzle está bien hecho. Por eso, ahora te exponemos cuáles son las piezas que constituyen el armazón de la primera parte de la investigación kantiana.
- Introducción. (Las condiciones del conocimiento científico).
- Doctrina elemental trascendental:
- Estética trascendental.
- Lógica trascendental:
- Analítica trascendental.
- Dialéctica trascendental.
- Doctrina trascendental del método:
- Disciplina de la razón pura.
- Canon de la razón pura.
- Arquitectónica de la razón pura.
- Historia de la razón pura.
2.3. Introducción. (Las condiciones del conocimiento científico)
Kant comienza con una afirmación tajante: Todo nuestro conocimiento comienza con la experiencia pero no se origina en la experiencia.
En consecuencia, tenemos que distinguir dos tipos de conocimientos:
- Conocimientos a posteriori o empíricos: Aquellos que no son posibles más que por la experiencia.
- Conocimientos a priori: Aquellos que tienen lugar con independencia absoluta de toda experiencia. De entre estos, a su vez distinguimos:
- Mixtos: Aquellos, que aun siendo independientes de la experiencia, se mezclan con ella. Así, por ejemplo, si afirmamos que “todo cambio tiene su causa”, nos encontramos con un conocimiento a priori, pero el concepto “cambio” que contiene esa proposición no podría ser comprendido sin la experiencia.
- Puros: Aquellos que son absolutamente independientes de la experiencia y no tienen mezcla alguna con ella.
Kant afirma como un hecho indiscutible que hay conocimientos absolutamente ciertos, estos son los conocimientos a priori.
Para comprender esta afirmación adecuadamente tenemos que tener en cuenta que los conocimientos se expresan en juicios, entendiendo por juicio o proposición como la unión de un sujeto y un predicado.
Así, nos encontramos con tres tipos de juicios:
- Juicios analíticos: Son juicios en los que el predicado no dice nada nuevo sobre el sujeto. Es el caso, por ejemplo, de "los triángulos tienen tres ángulos": no hay nada en el predicado (tres ángulos) que no esté contenido en el sujeto (tri-ángulo). (Se corresponderían con lo que Hume denomina relaciones de ideas, con la importante salvedad de que para el filósofo escocés dichos juicios son fundamentalmente los de la matemática, no así para Kant). Son juicios de explicación, por lo tanto, no aumentan nuestro conocimiento, sólo lo explicitan. Además, no dependen de la experiencia, por lo que podríamos afirmar que los conocimientos que nos proporcionan son a priori. Y, en ese sentido, también podríamos decir que son absolutamente ciertos. Es decir, son universales (enuncian algo que siempre se cumple)y necesarios (enuncian algo que tiene que cumplirse, que no puede no cumplirse).
- Juicios sintéticos: En estos juicios el predicado nos dice algo nuevo, algo que no nos aporta el sujeto. Así pues, nos da un nuevo conocimiento que no poseíamos antes. Por ello podemos afirmar que estos juicios son juicios de ampliación. Si observamos el juicio "el calor dilata los cuerpos" la idea de dilatación (predicado) no está contenida en la idea de calor (sujeto), sino que son dos ideas claramente distintas. (Se corresponderían con lo que Hume denomina cuestiones de hecho). Estos juicios son absolutamente dependientes de la experiencia lo que determina que el conocimiento que nos aportan es simplemente probable, son por tanto, a posteriori o empíricos. Es decir, son particulares (enuncian algo que se cumple en un sujeto o en varios, pero no en todos) y contingentes (enuncian algo que no tiene por qué cumplirse, que puede no cumplirse).
- Juicios sintéticos a priori: A diferencia de Hume, Kant se apercibe de que no todos los conocimientos se expresan a través de los dos tipos de juicios señalados. Tenemos una serie de conocimientos peculiares que también se expresan mediante juicios y cuyos juicios no son ni analíticos, ni sintéticos. ¿De qué conocimientos habla? De los que podríamos llamar científicos; a saber, los que forman parte de las matemáticas y de las ciencias de la naturaleza.
Esos conocimientos tienen una doble peculiaridad, son universales y necesarios, y, al mismo tiempo, no son analíticos. Es decir, son conocimientos nuevos, que no teníamos antes y que, como todo nuevo conocimiento, comienzan con la experiencia, tienen que tener su origen en la experiencia.
Por lo tanto, los juicios que expresan estos conocimientos tienen que ser juicios de ampliación o sintéticos y juicios a priori (universales y necesarios). Por eso Kant los denominará juicios sintéticos a priori.
Pero, ¿cómo son posibles tales juicios? Sólo son posibles si admitimos, como ya decíamos más arriba, que aunque todo conocimiento comienza con la experiencia, no se origina en la experiencia.
Es decir, en el conocimiento hay que distinguir entre una materia y una forma del conocimiento:
-Una materia: Algo dado, recibido a través de los sentidos y de naturaleza particular y contingente (el fluir de la experiencia es cambiante).
-Una forma: Algo puesto, dado por el sujeto trascendental y de naturaleza universal y necesaria. (Es la forma la que hace posible la existencia de juicios sintéticos a priori y, en consecuencia, la que aporta los caracteres de universalidad y necesidad que presenta el conocimiento científico).
Así queda explicada la posibilidad de los juicios sintéticos a priori y de los conocimientos que obtenemos a través de ellos. Pero Kant irá más allá, ya que materia y forma serán principios explicativos no ya del conocimiento científico, sino de todo posible conocimiento, como bien veremos más abajo. El conocimiento es bipolar pero la clave de él está en la forma.
La forma del conocimiento es subjetiva pero sólo en el sentido de que depende del sujeto, aunque no del sujeto psicológico, sino del trascendental. Todo lo que conocemos lo conocemos a través del material que nos suministra la sensibilidad pero organizado y filtrado por esas formas de conocimiento a priori que todos los hombres poseemos y que aplicamos de forma idéntica.
Consecuentemente tenemos que afirmar que nuestro conocimiento de la realidad viene filtrado por nuestra facultad de conocer. Nosotros no conocemos las cosas tal como son en sí mismas (noúmenos) sino tal como han sido elaboradas por nuestro conocimiento (fenómenos). Por lo tanto, nosotros sólo podemos conocer objetos subjetivizados (fenómenos) pero nunca objetos en sí (noúmenos).
El problema pues de la filosofía trascendental –nombre que el propio Kant da a su sistema- es buscar todos esos principios formales o aprióricos del conocimiento, como él mismo dirá, de modo arquitectónico, para garantizar completamente la integridad y certeza de todas las partes que componen el edificio del conocimiento.
Por eso divide su obra en dos grandes partes:
- Doctrina elemental trascendental: La parte más extensa de su obra. Investigará cuáles son los principios a priori, puros, formales o trascendentales que hacen posible el conocimiento. Como él indica, determinar cuáles son los materiales de los que disponemos para construir el edificio.
- Teoría trascendental del método o Metodología de la razón pura: Determinación de las condiciones formales de un sistema completo de la razón pura. Es decir, el proyecto de nuestro edificio –contando don los materiales que poseemos-. Lo más interesante de esta segunda parte son las observaciones que conectan el uso teórico de la razón pura con el uso práctico.
2.4. Doctrina elemental trascendental
La facultad de conocer o razón tiene en Kant tres niveles:
- Sensibilidad: Primer nivel receptivo o pasivo que recibe impresiones o sensaciones, tanto internas como externas.
- Entendimiento: Segundo nivel activo o espontáneo que unifica lo recibido de la sensibilidad pensándolo por medio de conceptos que él mismo aporta y elaborando juicios.
- Razón: Tercer nivel que enlaza los juicios procedentes del entendimiento mediante razonamientos llevando aún más lejos la función unificadora iniciada ya en el entendimiento.
Kant divide la Doctrina elemental trascendental en dos grandes secciones:
- Estética trascendental : Se ocupa de la sensibilidad. Es decir, de buscar cuáles son las condiciones trascendentales o a priori de ésta: intuiciones puras
- Lógica trascendental: La parte activa (entendimiento y razón). A su vez, se divide en:
b.1. Analítica trascendental: Se ocupa del entendimiento. Investiga cuáles son las condiciones trascendentales o a priori del pensar: conceptos puros o categorías.
b.2. Dialéctica trascendental: Se ocupa de la razón. Investiga cuáles son las condiciones trascendentales o a priori del uso ilegítimo del pensamiento más allá de la experiencia (dialéctica): ideas trascendentales.
Además, las distintas ciencias están muy estrechamente relacionadas con estos tres niveles de la facultad de conocer: las matemáticas con la sensibilidad, la ciencia natural con el entendimiento y la metafísica (supuesta ciencia) con la razón.
Así, podríamos esquematizar lo que Kant va a realizar:
Hay que observar que en el caso de la matemática y la ciencia natural se pregunta ¿cómo es posible...? (se da por supuesto que es posible, y simplemente se pregunta cómo), mientras que en el de la metafísica se pregunta ¿es posible...? Esto es así porque es esta cuestión (la posibilidad de la metafísica) la que fundamentalmente preocupa a Kant.
a. Estética trascendental
La Estética trascendental se ocupa de la sensibilidad, es decir, de nuestras sensaciones o percepciones sensibles. En griego a la sensación o percepción se le denomina con el término αϊσθησις (aisthesis) de donde procede la palabra estética que Kant utiliza. Por tanto, la estética se ocupa de la sensación, percepción (aisthesis).
¿Y qué es lo que va a intentar buscar?
Si nos fijamos en el cuadro que teníamos más arriba nos encontraremos con que tiene que buscar:
- Las condiciones a priori de la sensibilidad, su forma, lo que el sujeto pone y no la materia, las sensaciones, lo que el sujeto recibe. (Exposición metafísica).
- Que dichas condiciones hacen posible la existencia de la ciencia matemática. (Exposición trascendental).
a.1. Exposición metafísica
Kant afirma que la formas a priori de la sensibilidad son espacio y tiempo.
Para clarificar dicha afirmación tenemos que demostrar α) que espacio y tiempo son a priori, es decir, que toda la experiencia está sometida a ellos y β) que espacio y tiempo son intuiciones puras.
α) Espacio y tiempo son a priori
- Espacio y tiempo están en la base de nuestra experiencia. (Todo lo percibimos en un espacio y en un tiempo).
- Espacio y tiempo son necesarios en la experiencia. Nosotros podemos imaginar que no haya tales o cuales hechos o sucesos en el espacio y en el tiempo pero no podemos imaginar que no haya espacio y tiempo.
- Por tanto, espacio y tiempo son dados necesariamente a priori como condiciones de posibilidad de la sensibilidad externa (espacio) o de toda la experiencia –tanto sensibilidad externa como interna- (tiempo).
β) Espacio y tiempo son intuiciones puras
Kant propone dos pruebas:
- Espacio y tiempo son representaciones singulares. Todo lo que percibimos nos lo representamos siempre en un espacio y en un tiempo que, como mucho, parcelamos. En consecuencia, son intuiciones (representaciones de lo singular) y no conceptos (representaciones de lo general). Y además, puras porque –como habíamos visto antes- anteceden a la experiencia haciéndola posible.
- Espacio y tiempo son representados como una magnitud infinita dada. Sus representaciones particulares sólo son posibles como limitaciones de un espacio único. Al contrario que en los conceptos que son representaciones contenidas como notas comunes en infinidad de posibles objetos espacio y tiempo contienen los objetos y abarcan más que ellos. En consecuencia, son intuiciones puras.
a.2. Exposición trascendental
- Las matemáticas se basan en las intuiciones puras de espacio y tiempo: la geometría en la intuición del espacio, la aritmética en la intuición del tiempo (sucesión).
- Las leyes matemáticas, al fundarse en intuiciones puras, son juicios sintéticos a priori, por tanto, universales y necesarios. En consecuencia, ninguna experiencia puede negar su validez y por eso la matemática es una ciencia.
- Además, las intuiciones puras de espacio y tiempo son condiciones de toda experiencia por lo que podemos afirmar que en toda experiencia se cumplen necesariamente las leyes de la matemática.
b. Lógica trascendental
La lógica trascendental se ocupará de buscar cuáles son los principios a priori del entendimiento (Analítica trascendental) y de la razón (Dialéctica trascendental).
b.1. Analítica trascendental
La Analítica Trascendental busca las formas a priori del entendimiento y los principios sin los cuales ningún objeto puede ser pensado ni la ciencia natural sería posible.
Esta parte se divide en:
- Analítica de los conceptos: Investigará cuáles son los conceptos fundamentales que ordenan la multiplicidad de la experiencia aportada por la sensibilidad.
- Analítica de los principios: Se ocupará de los principios o leyes universales que se construyen sobre los conceptos.
i. Analítica de los conceptos
La analítica de los conceptos tendrá dos partes claramente diferenciadas:
α) Deducción metafísica: Se ocupará de deducir, desde su fuente misma, cuáles son los conceptos puros del entendimiento.
β) Deducción trascendental: Se preocupará por resolver la cuestión de la aplicación de dichos conceptos (generales) a los objetos (particulares).
α) Deducción metafísica
Kant busca el hilo conductor desde el cuál poder llegar a alcanzar cuáles son los conceptos básicos del pensar en general.
Es consciente de que el entendimiento ha sido definido clásicamente como la facultad de juzgar, de emitir juicios. Además, sabemos que un juicio lo que hace es poner en relación conceptos. Por tanto, si conociéramos los tipos de juicios que puede emitir el entendimiento, podríamos llegar hasta los conceptos que los fundamentan a ellos y a todo pensar.
La tipología de los juicios, piensa Kant, la tenemos, nos la ha proporcionado la lógica. Así, podemos establecer el siguiente cuadro en el que intentaremos expresar la deducción de las conceptos puros del entendimiento o categorías a partir de los juicios:
Como ya hemos visto, el propio Kant, designa a estos conceptos puros del entendimiento cuya misión fundamental es la de reducir la multiplicidad de la experiencia a unidad (organizar la experiencia) para que pueda ser pensada, con el término aristotélico categorías. Su uso no es accidental, el mismo Kant reconoce que el intento aristotélico es similar al suyo pero lo que le faltaba al estagirita era un “hilo conductor” por lo que su tabla de las categorías es fruto variable de ocurrencias ocasionales y carece de sistematicidad.
Kant divide las categorías en dos grandes grupos: matemáticas y dinámicas. Éstas, además, representan la lógica de las ciencias matemáticas y naturales conocida por el propio Kant: la foronomía –leyes del movimiento- cartesiana, la dinámica leibniziana y la mecánica newtoniana.
β. Deducción trascendental
Afrontamos ahora uno de los asuntos más importantes pero, a la vez, más difíciles de la reflexión kantiana. El propio Kant confiesa que resolverlo le costó diez años de profundas meditaciones y además lo atestigua la variación que existe entre lo escrito en la primera edición de la Crítica y la segunda.
El problema fundamental es saber cómo las categorías pueden referirse a objetos.
Este problema, a primera vista, podría parecernos “insulso” si no recordamos los supuestos de los que parte Kant:
- El sujeto sólo puede recibir lo dado en la experiencia mediante la sensibilidad.
- Con la intuición sensible sólo alcanzamos lo singular. En consecuencia, todo concepto que sea formado como abstracción de lo empírico sigue siendo empírico y no podrá nunca darnos un conocimiento absolutamente cierto, sólo podrá ser probable.
- Un concepto puro o categoría es un concepto a priori, independiente de los datos de la sensibilidad y, por tanto, reside en nuestro espíritu con total independencia de los objetos y de su influjo.
Ahora podemos valorar ya la fuerza del problema: Las categorías no pueden ser producidas por los objetos, ni producir ellas mismas los objetos.
Si fueran producidas por los objetos, no serían conceptos puros sino empíricos.
Si ellas produjeran los objetos, no serían conceptos, sino intuiciones creadoras.
La solución, estima Kant, sólo puede estar en que seamos conscientes de que para poder pensar un objeto necesitamos de una materia (lo aportado por la sensibilidad) y de una forma (lo aportado por el entendimiento). En este sentido, deberíamos decir que el sujeto no puede crear los objetos en sí o noúmenos pero sí establece el modo en que los objetos, en tanto cognoscibles, deben darse al sujeto. Es decir, el sujeto constituye el fenómeno. Dicho de otra forma, las categorías son la condición (formal) de posibilidad de todo conocimiento fenoménico.
Pero, ¿cómo a través de las categorías que son generales se pueden pensar los objetos que son particulares?
La solución variará en cada una de las ediciones de la Crítica:
- Primera edición: Imaginación trascendental. Ésta sería un puente entre la sensibilidad y el entendimiento. Se encargaría de producir “la síntesis reproductora”; es decir, que de alguna manera unificaría el múltiple material aportado por la sensibilidad para que el entendimiento pudiera aplicar “la síntesis del reconocimiento en el concepto”.
- Segunda edición: Unidad sintética de la apercepción o “yo pienso”. Si un objeto es una unidad de aspectos múltiples suministrados por la sensibilidad, es un hecho que dicha unidad no puede ser dada por la sensibilidad sino por el entendimiento. Así, quien da esa unidad es el sujeto mismo, el yo, la conciencia. (Conciencia trascendental, no empírica).
En ambos casos, lo que da unidad es el entendimiento. Esa es su función. Ahora bien, ¿qué hacen las categorías aquí? Kant responde ya sin titubeos, las categorías son cada uno de los modos en que el entendimiento da unidad al material sensible y, que en consecuencia, permite pensarlo como objeto (fenoménico).
ii. Analítica de los principios
En la Analítica de los conceptos ha quedado claro que la experiencia sólo es posible si el múltiple material organizado en la sensibilidad por las intuiciones puras de espacio y tiempo es unificado por las categorías. Ahora nuestro filósofo va a mostrar cómo se realiza dicha unificación.
Así, la Analítica de los principios tendrá dos partes:
α) Esquematismo de los conceptos puros: Estudio de las condiciones de aplicación de las categorías a los datos sensibles.
β) Sistema de los principios del entendimiento puro: Estudio sistemático de los juicios sintéticos a priori (principios) que surgen de esta aplicación y que determinan toda nuestra experiencia de los objetos.
α) Esquematismo de los conceptos puros
Kant pretende establecer un puente entre los conceptos puros y las intuiciones sensibles para mostrar cómo los objetos de la intuición pueden ser encerrados en conceptos.
¿Por qué un puente? Por la heterogeneidad que hay entre conceptos e intuiciones. Para poder relacionar cosas tan diversas es necesario un tercer término que pueda, por una parte, relacionarse con las intuiciones y, por la otra, con los conceptos.
Este mediador ha de ser una representación pura –sin nada empírico- por una parte, intelectual y por otra, sensible. Kant la denominará esquema trascendental.
Pero, ¿cuál es esa representación a priori que al mismo tiempo es sensible e intelectual?
Kant responde diciendo que tal esquema trascendental es el tiempo. Así el tiempo, intuición pura de toda sensibilidad es además, condición de aplicabilidad de las categorías a la intuición sensible. Quizás podamos entender esto con algún ejemplo: el esquema de la sustancia es la permanencia en el tiempo, el esquema de la causalidad la persistencia regular del orden sucesivo de los fenómenos en el tiempo, etc.
β) Sistema de los principios del entendimiento puro
Ahora que Kant parece haber consolidado bien la unidad indisoluble entre sensibilidad y entendimiento tiene que dar un último paso: establecer, a través de las categorías, cuáles son los principios del entendimiento. Es decir, cuáles son las reglas del juego de toda experiencia posible y, por tanto, de todo conocimiento posible. (Establecer, el alcance y los límites de nuestro conocimiento).
La primera de ellas, el principio supremo de toda experiencia es que el material sensible debe ser organizado por las intuiciones puras de espacio y tiempo y posteriormente unificado por las categorías. (Teniendo en cuenta la misión de la apercepción trascendental y del esquema trascendental del tiempo en dicho proceso).
Desde ahí, y tomando como base la tabla de las categorías, Kant establece los principios del entendimiento que no serían más que las reglas que determinan el uso objetivo de las categorías. (Se ha llegado a decir que son los principios que determinan la ontología trascendental kantiana).
Kant culmina la analítica trascendental haciendo una serie de observaciones acerca del uso extraempírico de las categorías.
Los conceptos puros del entendimiento, aunque son a priori, tienen la finalidad de ser aplicados a la experiencia. Sin la experiencia, no tienen sentido (son vacíos) así como la experiencia exige para dejar de ser caótica, ser ordenada por aquellos.
En consecuencia, el único uso legítimo de las categorías es un uso empírico. No se pueden aplicar para conocer objetos no sensibles pues tal aplicación sería inútil e improductiva, no nos produciría ningún conocimiento. Como el propio Kant dice, las categorías y los principios que surgen a partir de ellas, son el terreno de la verdad.
Así pues, las categorías sólo pueden ayudarnos a conocer los fenómenos (objetos sensibles) pero no los noúmenos o cosas en sí (objetos no sensibles).
Todo intento de intentar obtener conocimiento especulativo, ciencia o saber acerca del noúmeno es un intento vano, dialéctico, sofístico, e inaceptable.
En consecuencia, la metafísica, no es un saber o ciencia como han pretendido algunos pensadores a lo largo de la historia de la Filosofía. Pero eso no quiere decir que la pretensión de acceder al noúmeno sea algo evitable –como quizás pensaba Hume-. Nuestro filósofo sostiene que es inevitable (lo denominará ilusión trascendental). Y, además, aunque no podamos tener acceso especulativo al noúmeno eso no quiere decir que no se pueda tener acceso a él, quizás haya otra forma de alcanzarlo.
b.2. Dialéctica trascendental
La segunda parte de la Lógica trascendental es la dialéctica trascendental. En ella se ocupará de la Razón.
Pero la razón quiere saltar por encima de los límites que le impone la propia sensibilidad. Por eso habla Kant de dialéctica, porque este uso de la razón es ilegítimo, y por tanto, sofístico o dialéctico.
La razón, utilizará el material suministrado por el entendimiento –los juicios- para intentar mediante el razonamiento –enlace de juicios- saltar la barrera de la experiencia y acceder al conocimiento de los objetos metafísicos (noúmenos). Este intento está siempre abocado al fracaso, pero Kant reconoce que es inevitable, está arraigado en la naturaleza misma de la razón humana. (Ilusión trascendental).
Pero si la razón intenta este salto, tendrá que apoyarse en algo más que en la materia que le suministra el entendimiento (juicios), tendrá que utilizar también algo que la propia razón ponga, algunos principios formales aprióricos: las ideas trascendentales.
El término idea, como él mismo reconoce, lo toma de Platón y con él quiere designar a un concepto puro de la razón que excede la posibilidad de la experiencia y determina, según principios, el uso del entendimiento en el todo de la experiencia completa. Así, al contrario que las categorías, las ideas no se refieren a ninguna intuición sensible sino al uso del entendimiento en el conjunto total de la experiencia. Además, no son fingidas, son realmente propuestas por la naturaleza misma de la razón y superan los límites de toda experiencia en la que nunca puede darse un objeto que les corresponda, por tanto, su uso no es inmanente (no se puede dar en los estrechos límites de la experiencia) sino trascendente (intenta saltar los límites de la experiencia).
Kant intenta deducir cuáles son las ideas trascendentales tomando como modelo la deducción de las categorías del entendimiento.
Así como las categorías se deducen de los juicios, las ideas trascendentales tendrán que deducirse de los tipos de razonamiento ya que la razón es la facultad de raciocinar.
El ejemplo clásico de razonamiento es el silogismo. Éste consiste en partir de una proposición o juicio dado y, a través de la mediación de una segunda proposición o juicio, deducir o inferir una tercera proposición o juicio denominada conclusión.
La conclusión puede convertirse a su vez en la primera proposición de un nuevo silogismo (premisa mayor) y así a través de una segunda proposición (premisa menor) inferir una nueva conclusión y así sucesivamente.
Así, en este proceder de la razón, podemos observar:
- Que la razón se refiere a conceptos y juicios del entendimiento y no a objetos captados mediante intuiciones.
- Si el entendimiento unificaba los objetos de la sensibilidad, la razón se esforzará por unificar los conceptos y juicios del entendimiento.
- El principio unificador no podrán ser las categorías sino otro principio que unifique a éstas.
- En cuanto al proceso de raciocinio como proceso continuado habrá que decir que, en el fondo, lo que la razón busca es un fundamento incondicionado para el conocimiento condicionado del entendimiento.
Kant piensa que esta exigencia de buscar lo incondicionado que está presente en la razón se basa en dos supuestos que son su condición de posibilidad:
- Un principio sintético a priori de la razón que se formula: “Si se da lo condicionado, se da también la totalidad de la serie de las condiciones, totalidad que es ella misma incondicionada”.
- Ideas trascendentales: Ciertos conceptos puros de la totalidad de las condiciones –de lo incondicionado- que funcionan como principios de la síntesis de lo condicionado.
Ahora Kant, debe concretar y para ello echa mano de los tres tipos de silogismo que corresponden a las tres categorías de la relación: silogismo categórico, hipotético y disyuntivo.
El silogismo categórico se basa en la relación sujeto-predicado, el hipotético en la relación causa-efecto y el disyuntivo en la relación de exclusión mutua de las partes de un todo.
Correspondientemente, hay también tres formas del concepto de lo incondicionado postuladas por el principio sintético a priori de la razón (“Si se da lo condicionado, se da también la totalidad de la serie de las condiciones, totalidad que es ella misma incondicionada”):
- El incondicionado que busca el razonamiento categórico es un concepto de la razón (idea) que represente algo que sea siempre sujeto y nunca predicado.
- El incondicionado perseguido por el silogismo hipotético es una idea que sea la causa de las causas.
- El buscado por el razonamiento disyuntivo busca una idea que represente la totalidad que unifica todas las partes, la totalidad de la realidad, la totalidad del ser.
Si, además, tenemos en cuenta que todas nuestras representaciones incluyen tres tipos de relaciones:
- Al sujeto en la experiencia interna.
- Al objeto en la experiencia externa.
- A los objetos del pensamiento en general en la totalidad de la experiencia, tanto interna como externa.
Entonces, combinando los incondicionados que persiguen nuestros razonamientos con los tres tipos de relaciones a los que hacen referencia nuestras representaciones llegamos a la conclusión de que nuestras ideas trascendentales son:
- La idea del yo, como unidad absoluta del sujeto pensante.
- La idea del mundo, como unidad absoluta de la totalidad de los fenómenos.
- La idea de Dios, como unidad absoluta y suprema condición de posibilidad de todos los objetos del pensamiento en general.
Ahora bien:
- La idea del yo (sujeto pensante) es objeto de la psicología y, en consecuencia, da la idea para una doctrina trascendental del alma o Psicología racional (Pshycologia rationalis).
- La idea del mundo es objeto de la cosmología y proporciona la idea para una ciencia trascendental del mundo o Cosmología racional (Cosmologia rationalis).
- La idea de Dios es objeto de la teología y suministra la idea para un conocimiento trascendental de Dios o Teología trascendental (Theologia trascendentalis).
Si nos fijamos con atención, nos damos cuenta que tenemos retratada la Metafísica especial de Wolff con sus tres disciplinas: Psicología racional, cosmología racional y teología (racional).
Para clarificar lo dicho hasta ahora podríamos esquematizarlo así:
Pero a diferencia de Wolff y de toda la metafísica tradicional Kant no considera que los tres objetos metafísicos representados por las ideas trascendentales (yo, mundo, Dios) sean objetos accesibles por medio de nuestros razonamientos. Nuestros razonamientos no llegan a ellos porque al no ser sensibles, la razón no tiene objetos de conocimiento. Las ideas trascendentales sólo son funciones reguladoras de la experiencia porque se refieren a algo bajo lo cual se halla contenida toda la experiencia pero que no puede ser nunca objeto de experiencia.
Por tanto, Kant considera que todos los razonamientos que han pretendido demostrar racionalmente la existencia del yo, del mundo y de Dios son razonamientos sofísticos y las supuestas disciplinas metafísicas que se fundan en dichos objetos también lo son.
Pero, como buen filósofo, no le basta con hacer semejante afirmación tiene que bajar a la arena y demostrarlo. Para ello se embarcará en la crítica de los argumentos que pretenden demostrar la existencia de cada uno de esos objetos metafísicos y, en consecuencia, criticará la posibilidad de que las ciencias que se siguen de ellos sean auténticas ciencias.
Así procederá:
α) Paralogismos de la razón pura. (Crítica de la psicología racional).
β) Antinomias de la razón pura. (Crítica de la cosmología racional).
γ) Ideal de la razón pura. (Crítica de la teología natural).
α) Paralogismos de la razón pura
La sustancialidad del yo se demuestra con el siguiente silogismo:
- Aquello que no puede ser pensado más que como sujeto absoluto de los juicios no existe tampoco más que como sujeto, y es, por tanto, sustancia.
- Pero yo, en cuanto ser pensante, no puedo ser pensado más que como sujeto absoluto de todos mis juicios.
- Luego, yo, en cuanto ser pensante, soy sustancia.
Kant considera que las dos premisas son materialmente verdaderas pero es un paralogismo por equivocidad ya que el término que se repite en las dos primeras premisas (término medio) se usa en dos sentidos diversos:
- En la primera premisa “sujeto absoluto de los juicios” se usa como un objeto del pensamiento en general; por tanto, como algo que ha de poder ser dado en la intuición sensible.
- En la segunda premisa como sujeto trascendental, el yo puro de la autoconciencia.
Por lo tanto, dicho razonamiento es formalmente erróneo y no demuestra lo que dice demostrar.
β) Antinomias de la razón pura
La idea del mundo –objeto de la Cosmología- da lugar a una serie de afirmaciones antitéticas o contradictorias (antinomias). Recogemos dichas antinomias en el siguiente cuadro.
Según dice Kant las dos series de las antinomias matemáticas pueden ser falsas, las de las antinomias dinámicas verdaderas.
A fin de clarificar dicha afirmación procede a la crítica individualizada de cada una de ellas:
- La primera trataba de la limitación o ilimitación del mundo en el espacio y en el tiempo. Ahora bien, el mundo no nos es dado en su totalidad por ninguna intuición sensible. Por tanto, no podemos decir nada de su limitación o ilimitación. Lo único que conocemos es la serie de los fenómenos, serie que nos lleva siempre más allá en una regresión indefinida.
- La segunda se refería a la simplicidad o no simplicidad de los elementos del mundo. También aquí ambas afirmaciones son infundadas. Lo que nos parece divisible de los cuerpos se funda en la divisibilidad del espacio, que constituye la posibilidad del cuerpo a título de todo extendido. Es ese espacio, pues, el que es divisible al infinito, sin que por ello se componga de un número infinito de partes, ya que estas partes son a su vez espacio.
- La tercera trata de la contraposición entre libertad y necesidad de la naturaleza. No hay duda que en el mundo todo fenómeno está necesariamente enlazado por la relación de causa y efecto. Parece, pues, que no queda sitio para la libertad de la voluntad, que consiste precisamente en la facultad de empezar por sí misma, independientemente de las presiones de la sensibilidad.
Así, si los fenómenos fueran cosas en sí y el espacio y el tiempo fueran formas de la existencia de las cosas en sí entonces, las condiciones y el condicionado pertenecerían siempre a una única y misma serie; en consecuencia, esta serie sería o bien demasiado grande o bien demasiado pequeña para el entendimiento.
Si, por el contrario, los fenómenos no son más que simples representaciones que se encadenan siguiendo leyes empíricas, entonces sería preciso que sus causas no fueran fenómenos. Así, la causa estaría fuera de la serie causal y los efectos dentro de ella. Consecuentemente, el efecto podría ser considerado en relación a la causa inteligible como libre y, en relación a los fenómenos como una consecuencia de ellos según la ley de la necesidad imperante en la naturaleza. - La cuarta trata de la existencia o no existencia del ser absolutamente necesario. También aquí Kant tiene ambas afirmaciones por verdaderas, aunque en un orden distinto. Nada nos impide, en efecto, afirmar por un lado que todas las cosas del mundo sensible son absolutamente contingentes y no tienen más que una existencia empíricamente condicionada y admitir, por otro, para toda la serie una condición no empírica: un ser incondicionado y necesario. En este caso, los fenómenos del mundo nos remiten siempre a otro fenómeno sin que sea posible salir nunca de la serie ni encontrar, por más lejos que vayamos, el primer eslabón de la cadena; pero, al mismo tiempo, toda la serie de fenómenos se funda en un ser inteligible que, por lo mismo, no forma parte de ella sino que, libre de todo condicionamiento empírico, encierra el principio de posibilidad de todos los fenómenos.
γ) Ideal de la razón pura
Dios es el ideal de la razón pura en cuanto que contiene todas las perfecciones que podamos representarnos en los objetos. Además, la razón busca una idea que represente la unidad sistemática de todas las cosas del mundo psicológico y del mundo cósmico. Así, Dios sería el modelo de las cosas que, como copias imperfectas, extraerían del él la materia de su posibilidad.
Esta suposición, pese a ser necesaria para la razón, es un ideal ficticio. Con el fin de probarlo Kant procede a la crítica de las tres pruebas fundamentales que han pretendido demostrar racionalmente la existencia de Dios.
Tras todas estas críticas a los razonamientos metafísicos que son críticas a la metafísica misma en sus tres disciplinas fundamentales: psicología, cosmología y teología, nuestro filósofo nos recuerda que el único uso posible de las ideas trascendentales es un uso regulativo de la experiencia, del que ya hablamos más arriba, pero siempre dejando claro que no pueden pretender ir más allá de ella porque más allá de los límites de la experiencia no hay más que espacio vacío.
2.5. Doctrina trascendental del método
La segunda parte de la Crítica de la razón pura es la Doctrina trascendental del método. Esta parte es mucho más breve que la anterior y en ella, como ya indicábamos más arriba, Kant lo que pretende es, conocidos los materiales de que disponemos, establecer el proyecto del edificio de la razón pura o como el mismo dice, determinar las condiciones formales del sistema completo de la razón pura.
Lo más importante de esta parte estriba en las indicaciones que Kant nos da sobre la segunda parte de su proyecto que luego abordaremos: el uso práctico de la razón. Además de hacernos caer en la cuenta que ambas partes (uso teórico y uso práctico) constituyen el sistema completo de la razón pura.
Kant divide su sistema en cuatro partes:
- Disciplina de la razón pura.
- Canon de la razón pura.
- Arquitectónica de la razón pura.
- Historia de la razón pura.
a) Disciplina de la razón pura
Esta primera parte se refiere al método de conocimiento nacido de la investigación anterior.
Lo que más nos interesa de esta parte es la apreciación kantiana de la importancia decisiva de su método crítico para evitar los dos peligros en los que puede incurrir la filosofía: dogmatismo y escepticismo.
A Kant le parece que la filosofía ha ido creciendo. En su niñez fue dogmática, en su juventud escéptica –lo que le acercó a la crítica, aunque podía haberle llevado al abismo- y en su madurez asume el método crítico que le libra tanto del dogmatismo racionalista como del escepticismo empirista.
b) Canon de la razón pura
El canon de la razón pura es el conjunto de principios a priori que regulan el uso correcto de las facultades cognoscitivas.
Como ya ha advertido en la Doctrina elemental trascendental, el conocimiento, para ser tal, tiene que estar siempre mediado por la experiencia. Es verdad que reconoce que la razón, impulsada por esa tendencia natural que denomina ilusión trascendental, busca una unidad última incondicionada que sobrepasa la frontera de la experiencia. Pero este incondicionado es inalcanzable desde el uso teórico y sólo tiene la función positiva de regular la experiencia.
Pero aquí Kant nos adelanta algo de la segunda parte de su proyecto. Los tres objetos metafísicos representados por las ideas trascendentales (yo, mundo, Dios) pueden ser alcanzados desde el uso práctico de la razón entendidos como libertad de la voluntad (mundo), inmortalidad del alma (yo) y Dios.
En consecuencia, esa tendencia natural de la razón parece tener su respuesta en el uso práctico de la razón. Así, la filosofía pura, tal como la denomina Kant, no tiene otro fin que alcanzar tales objetos y éstos a su vez tienen otro fin: qué es lo que hay que hacer si la voluntad es libre y si existe Dios y si hay un mundo futuro.
Así Kant enuncia la problemática entera de la filosofía en tres interrogantes:
1) ¿Qué puedo saber?
2) ¿Qué debo hacer?
3) ¿Qué me es permitido esperar?
La primera pregunta es teórica. Su respuesta se contiene en la Doctrina elemental trascendental y constituye lo que podríamos denominar metafísica de las ciencias fisicomatemáticas.
La segunda pregunta es práctica. Pertenece al plano del obrar moral, no del saber. La respuesta a esta pregunta la constituirá la Crítica de la razón práctica.
La tercera pregunta, sin embargo, es a la vez teórica y práctica. Debería ser enunciada así: yo hago lo que debo, ¿qué me es permitido entonces esperar?
El hilo conductor para responder esta tercera pregunta es, por tanto, práctico ya que la esperanza es en el orden práctico lo que el saber en el orden teórico. Es decir, así como el saber tiende al conocimiento de las leyes de la naturaleza y de alguna forma muestra que ellas son, la esperanza tiende a la felicidad y así muestra que ella es. Así pues, la respuesta práctica se torna teórica: algo es puesto que algo debe hacerse.
Y, si ese algo es, ¿puedo esperarlo? A Kant le parece que si los principios de la razón práctica son a priori y, por tanto tan indiscutibles como los de la razón teórica, tiene que haber a nivel apriórico una conexión necesaria entre el deber y la felicidad. Entendiendo que esta última, como veremos más abajo, nunca debe superponerse al deber ya que el deber es lo primario y la felicidad es la consecuencia de una vida conforme al deber y, por tanto, desinteresada.
Pero además, esa conexión necesaria entre bien moral y felicidad establece necesariamente otras don condiciones: la inmortalidad del alma y la existencia de un ser absolutamente bueno y feliz que me asegure a mí la felicidad futura, si cumplo la ley moral por ella misma.
Pero el conocimiento de estos principios es un tener por verdadero una fe moral, no un saber.
Es una creencia objetivamente insuficiente pero subjetivamente suficiente para fines absolutamente necesarios. Es por lo tanto, una expresión de modestia en sentido subjetivo pero de firme confianza en sentido objetivo.
Con ello Kant concluye que aunque el uso práctico de la razón no añade nada al conocimiento, sí añade una inconmovible certeza moral en la que además debe estar fundada toda fe religiosa. Así, el canon establece que en el ser humano son imprescindibles tanto el saber como la fe, lo único que debemos hacer es no confundirlos ni mezclarlos.
c) Arquitectónica de la razón pura
Se ocupa de la sistematización de los conocimientos procedentes de la razón pura. Kant la define como el arte de los sistemas.
Ahora bien el conocimiento racional puede ser o bien un conocimiento por conceptos (filosofía) o bien un conocimiento por construcción de conceptos (matemática).
Las matemáticas pueden ser aprendidas porque aunque sus fundamentos son a priori, el uso de la razón se hace in concreto. La filosofía no puede aprenderse más que como historia, lo que sí puede aprenderse es a filosofar. Así pues el concepto de filosofía empleado por Kant no es un concepto escolástico sino cósmico. Es decir, la filosofía no es un sistema de conocimiento buscado por sí mismo como ciencia, sino la ciencia de la relación que tiene todo conocimiento con los fines esenciales de la razón humana y el filósofo no es un técnico de la razón sino el legislador de la misma.
La legislación de la razón humana tiene dos objetos: la naturaleza y la libertad que comprenden respectivamente la ley de la naturaleza y la ley moral. Así, la filosofía o metafísica se divide en filosofía o metafísica de la naturaleza (uso teórico de la razón) y filosofía o metafísica de las costumbres (uso práctico de la razón).
d. Historia de la razón pura
Por último aborda Kant la historia de la razón pura. Considera ésta como una laguna que deberá rellenar la posteridad. Él se limita a dar una rápida panorámica del conjunto de “construcciones admirables de edificios en ruinas” que la razón ha levantado.
Le parece claro que la filosofía ha empezado por donde hay que terminar: el conocimiento de Dios y la vida futura. Así pues, el interés práctico abrió el camino al teórico y por eso dio lugar a la metafísica que pretendió ser una disciplina científica arrojando el estado ruinoso, pero admirable, de la metafísica tradicional.
Al analizar las doctrinas filosóficas del pasado llega a la conclusión de que sólo queda una salida, la salida crítica que él mismo propone y que considera inacabado.
Kant termina su primera Crítica animando al lector a que camine con él por la senda crítica y a que aporte su granito de arena para así “dar plena satisfacción a la razón humana en relación con los temas a los que siempre ha dedicado su afán de saber, pero inútilmente hasta hoy”.
3. El uso práctico de la razón: La Crítica de la razón práctica
3.1. Una aclaración previa
Algunos textos de Filosofía de 2º de Bachillerato explican la diferencia entre la ética de Kant (ética formal) y todas las demás éticas (éticas materiales) afirmando que una ética formal es una ética sin contenido, una ética que no manda ni prohíbe nada concreto. En consecuencia, toda ética que presenta mandatos y prohibiciones concretas pasa a ser considerada como ética material.
Pues bien tal explicación es absolutamente falsa.
Para entender la diferencia entre una ética material y una ética formal tenemos que distinguir en una norma moral entre su materia y su forma.
En toda norma moral hay algo mandado y hay un modo de mandarlo (como una obligación: algo que todo el mundo debe hacer):
- Lo que manda, prohíbe o permite una norma moral es su materia, contenido, fin u objeto.
- El modo de mandarlo, prohibirlo o permitirlo es lo que hace que sea una norma moral y no otra cosa: es su forma.
Para Kant, la forma de las normas morales es su universalidad y necesidad, y por eso las llamamos leyes morales (al igual que ocurre con las leyes de la naturaleza):
- La universalidad de una ley moral consiste en que debe cumplirla todo aquél que esté en el caso que la ley señala.
- La necesidad de una ley moral consiste en que no admite posibles excepciones.
Una vez distinguidas materia y forma de una norma o ley moral, podemos distinguir las éticas materiales de las éticas formales: una ética material es aquélla en que la forma de las leyes morales se deduce a partir de su materia, y ética formal aquélla en que la materia se deduce de la forma.
3.2. El plan de la segunda Crítica
La estructura de la Crítica de la razón práctica es casi idéntica –con algunas variaciones que luego comentaremos- a la de la primera Crítica:
- Introducción.
- Teoría elemental de la razón pura práctica:
- Analítica de la razón pura práctica.
- Dialéctica de la razón pura práctica.
- Metodología de la razón pura práctica.
3.3. Introducción
El título con el que encabeza la introducción De la idea de una crítica de la razón práctica dice mucho más de lo que a simple vista parece.
Kant tiene claro que no puede haber crítica de la razón pura práctica, pero sí de la razón práctica. Expliquemos esta curiosa afirmación.
Nuestro filósofo reconoce que el uso práctico de la razón o uso moral tiene como objeto lo decidido o querido, por lo tanto, está al servicio de la acción para dirigir la voluntad.
Éste es un uso puro; es decir, absolutamente independiente de la experiencia y, más aún, que en dicha independencia reside la propia necesidad y universalidad de la moralidad. Por lo tanto, no necesitamos para nada de la experiencia para dirigir la voluntad, la voluntad se dirige desde dentro por sí misma.
Consiguientemente, no nos es preciso una crítica de la razón pura práctica porque ya conocemos que el uso práctico de la razón se rige por principios aprióricos.
Lo que sí es necesario es una crítica de la razón práctica. Es decir, una crítica de todas aquellas posiciones morales que sostienen que el fundamento de la moralidad de nuestras acciones se encuentra en la experiencia.
Dicho de otra forma: ¿la razón pura práctica se basta a sí misma para establecer el fundamento de determinación de la voluntad o es necesario, como hasta ahora han sostenido todas las teorías éticas, que el fundamento de determinación de la voluntad resida en la experiencia?
La respuesta de Kant será clara :
- Es necesario quitar a la experiencia la pretensión de constituir el fundamento de determinación de la voluntad.
- Probar que hay razón pura práctica. Es decir, dejar claro que el fundamento de determinación de la voluntad está en principios puros (formales) de la razón práctica.
3.4. Teoría elemental de la razón pura práctica
Lógicamente, si Kant considera que la sensibilidad no es fundamento de determinación de la voluntad, no será necesaria una estética. Por eso sólo hay una Analítica y una Dialéctica.
a. Analítica de la razón pura práctica
La analítica se ocupará de analizar los principios prácticos a priori.
Kant parte de que la moralidad es un hecho por lo que no se apoya en principio teórico alguno.
Este hecho se expresa en la ley moral. La ley moral no puede ser demostrada por la razón teórica, ni confirmada por la experiencia pero está ahí y se mantiene firme sobre sí misma.
Además, la conciencia nos muestra de forma innegable la existencia de la ley moral y su irreductibilidad a ley de la naturaleza. Por mucho que intentemos justificarnos nadie puede librarse “de la propia crítica y del reproche que se hace a sí mismo”.
¿Por qué no podemos librarnos del juicio de la conciencia moral? Porque la ley moral es debida. Es decir, la ley moral exige su propia realización. Así, hablamos de obligación moral o deber. (No podemos confundir la obligación moral con la obligación de las leyes de naturaleza: en el primer caso dicha obligación supone la libertad, en el segundo se realiza con total independencia de ésta).
En definitiva, el deber consiste en la necesidad de realizar una acción por respeto a la ley.
Kant comienza el primer capítulo de la analítica haciendo una serie de distinciones:
* Principios prácticos: Proposiciones que encierran una determinación universal de la voluntad a la que se subordinan diversas reglas prácticas. Estos pueden ser:
- Subjetivos o máximas: Cuando la condición es considerada por el sujeto como sólo válida para su voluntad. Expresa una relación puramente contingente. Su forma típica sería: “Siempre que se dé A, haré B”.
- Objetivos, leyes o imperativos: Cuando la condición es válida para todo ser racional. Por lo tanto expresa una necesidad, un deber ser. A su vez, podemos distinguir:
- Imperativos hipotéticos: Determinan a la voluntad como medio (condición) para conseguir otra cosa o fin. Su forma típica es: “Haz B, si quieres A”. (B siempre es un medio para realizar A). Ej: “No mates, si quieres tener la conciencia tranquila”.
- Imperativos categóricos: Determinan a la voluntad absoluta e incondicionadamente. Es decir, la acción no es un medio para conseguir otra cosa sino que es un fin en sí misma. Es, por tanto, necesaria en sí misma. Su forma típica es: “Haz A”.
Hechas estas distinciones surge una cuestión: ¿cómo han de ser los principios prácticos de la moralidad?
Todos sabemos que tales principios deben ser reglas de acción que tengan validez absoluta para todo el mundo y en cualquier circunstancia. Es decir, deben ser principios universales y necesarios.
En consecuencia, no podrán ser máximas sino imperativos. ¿Pero qué tipo de imperativos?
No hipotéticos porque la ley moral se nos presenta de forma absolutamente incondicionada, debe ser querida y realizada por sí misma ya que es un fin absoluto y no un medio relativo. Por tanto, los principios prácticos deberán ser imperativos categóricos.
Ya sabemos que los principios prácticos de la moralidad deben ser imperativos categóricos; ahora tenemos que abordar una cuestión subsiguiente: ¿Las éticas que determinan que el fundamento de determinación de la norma moral se encuentra en la materia o contenido de la norma moral proporcionan imperativos categóricos o hipotéticos? Dicho de otro modo: ¿Puede una ética ser ética material?
Veamos lo que dice Kant al respecto:
- Todo principio práctico material es empírico.
Si el objeto o materia es el fundamento de determinación de la voluntad, entonces ésta se determina: - Por la representación del objeto. (Experiencia)
- Por la expectativa de placer en la realidad del objeto. (Esta expectativa sólo puede fundarse en la experiencia, pues nunca puede conocerse a priori de ninguna representación si estará ligada a placer o dolor o si será indiferente).
- Ningún principio práctico material puede proporcionar una ley práctica.
Sabemos que toda ley práctica debe tener una validez universal (vale para todos los seres racionales y para todos los casos de lo mandado por la ley) y necesaria (vale sin ninguna condición, categóricamente).
Sabemos igualmente que todo principio práctico material es empírico tal como quedó indicado en 1) y que la experiencia no funda universalidad ni necesidad.
Por tanto, los principios prácticos materiales no pueden dar lugar a leyes prácticas (universales y necesarias). - Todo principio práctico material es un caso del principio universal del amor a sí mismo o felicidad propia.
Lo que Kant quiere decir es que los principios prácticos al ser empíricos hacen que la voluntad se determine por el placer o el dolor que encuentran en la materia de la norma moral. En definitiva, todas las éticas materiales son éticas hedonistas, y, por tanto interesadas. En definitiva, no pueden ser éticas porque la ética tiene que ser absolutamente desinteresada. (Uno no se puede hacer bueno de forma interesada, el bien –como el amor- o es desinteresado o no es bien. Es decir, es un fin en sí mismo, no un medio y toda ética hedonista utiliza el bien como un medio para conseguir placer –felicidad propia-). - Además, los principios materiales suponen a la voluntad sometida únicamente al mecanismo de las inclinaciones (la búsqueda de placer y la evitación de dolor). En consecuencia, son una negación a efectos prácticos de la libertad.
(Es decir, el ser humano estaría sometido a las inclinaciones naturales que le harían buscar el placer y el dolor, según la interpretación de las éticas materiales, y eso supone estar sometido a las férreas leyes de la naturaleza que están determinadas por la conexión absolutamente necesaria entre las causas y los efectos ; entre las que no cabría, por tanto, en absoluto la libertad. En definitiva Kant de nuevo insiste en que toda ética material supone la negación del hecho moral, lo cual es absurdo). - Por último, todo principio práctico material supone una dependencia absoluta de la libertad con respecto a su objeto. A esto Kant lo denomina heteronomía moral. Las éticas materiales serían éticas heterónomas que en vez de liberar al sujeto moral, le esclavizarían haciendo depender su voluntad libre de objetos ajenos a él.
En conclusión: Kant deja claro que toda ética material es empírica y por lo tanto no puede fundar leyes prácticas (universales y necesarias), es hedonista (busca sólo el placer), niega la libertad del sujeto moral (reduce la moralidad al mecanismo de las inclinaciones) y además es heterónoma (hace depender a la voluntad libre de objetos ajenos al sujeto moral y, por tanto le esclaviza). En definitiva las éticas materiales (todas ellas) niegan totalmente el hecho moral y, no sólo son falsas, sino que además, no son éticas.
Pero Kant no concluye aquí con un rotundo NO a la posibilidad de que el fundamento de determinación de la voluntad pueda estar en la materia de la norma moral, va más allá porque tiene que determinar qué éticas son materiales. Por eso establece un cuadro en el que clasifica todos los principios prácticos materiales posibles, llegando a la conclusión de que todos los sistemas éticos que ha conocido la historia de la humanidad hasta entonces son sistemas éticos materiales con todo lo que ello supone.
Entonces lo que queda claro es que los principios prácticos materiales son siempre imperativos hipotéticos, no categóricos.
Por tanto, el carácter de ley que presentan los principios prácticos morales si no puede residir en la materia de la norma moral tendrá que residir en su forma. La forma de la ley es la que le aporta a ésta su universalidad y necesidad y no su materia o contenido. Así pues, la ley moral es ley por su forma, no por su materia, lo cual no quiere decir que la ley no se refiera a una materia –entonces no habría ley ya que toda ley manda algo- sino que lo que hace que la ley sea ley es la forma de ésta.
En consecuencia, el fundamento de determinación de la voluntad tiene que ser la forma. Lo que hace posible que una máxima pueda ser pensada como un caso de una ley práctica universal y necesaria –incondicionada- es la forma. Esta es la ley fundamental de la razón práctica o norma suprema de la moralidad a la que Kant denominará imperativo categórico.
El imperativo categórico kantiano se puede expresar de tres formas (las dos últimas aparecen en la Fundamentación de la metafísica de las costumbres):
Si nos fijamos en la primera formulación del imperativo categórico, nos podremos preguntar qué es eso de que obremos de tal forma que la máxima de nuestra voluntad pueda valer como principio de una legislación universal.
Con esta formulación Kant nos está diciendo que el imperativo categórico nos tiene que ayudar en nuestra vida moral concreta a saber si lo que vamos a hacer es lo que debemos hacer o no. ¿Cómo? Partiendo del caso concreto (lo que pretendemos hacer, la máxima de nuestra voluntad) y universalizándolo; es decir, intentar convertirlo en ley universal. Puede ocurrir que no haya problema. Por ejemplo: Me encuentro en una situación en la que creo que no debo mentir. ¿Debo hacerlo? Universalicemos la máxima: “No se debe mentir”. Me doy cuenta, por tanto, que estoy ante un caso de un principio práctico incondicionado, ley moral. Por lo tanto, sé que eso es lo que debo hacer.
El problema aparece, sin embargo, cuando la máxima al universalizarla repugna a la razón porque hay contradicción ya que no puede pensarse como ley práctica.
La contradicción puede ser de dos tipos:
- Intrínseca a la máxima: Cuando realmente no se puede universalizar la máxima. Kant pone el ejemplo del suicidio. Es imposible universalizar dicha máxima ya que la vida exige ser preservada.
- Intrínseca a la voluntad que piensa la máxima: La máxima puede ser universalizada pero la realización de lo que pide repugna a la voluntad del sujeto moral. El ejemplo que propone es el de un hombre que se encoge de hombros ante la desgracia ajena. Esta actitud puede ser universalizada pero ese principio no puede ser admitido por todos como ley pues entonces, ¿qué pasaría si yo llegara a estar en desgracia?
Si el imperativo categórico es la ley suprema de la moralidad ya que ésta es ajena a cualquier tipo de condicionamiento empírico, entonces la razón pura ha de ser legisladora universal como indica la tercera formulación de dicho imperativo. Es decir, la razón moral es autónoma, no heterónoma. El fundamento de determinación de la ley moral, reside en el propio sujeto y lo constituye. El sujeto moral descubre en sí la ley moral y sabe que debe cumplirla.
Si la razón práctica es autónoma, eso quiere decir que está totalmente desligada del orden empírico de la ley de la naturaleza en el que sólo funciona la causalidad bruta. La razón práctica es libre.
Así nos encontramos que en el orden del conocimiento hemos llegado a deducir la libertad desde el imperativo categórico, pero en el orden de la fundamentación el imperativo categórico sólo es posible si el sujeto moral es libre. En el orden moral no funciona la causalidad no libre sino la causalidad por libertad –como le gusta decir a Kant-.
Llegamos así al final de la analítica pero nos vemos obligados, a modo de conclusión, a presentar las características de la ética formal kantiana, aunque, son evidentes.
b. Dialéctica de la razón pura práctica
La segunda parte de la Teoría elemental de la razón pura práctica estará dedicada al incondicionado de la razón pura práctica. Dicho incondicionado es el supremo bien.
Y también aparece aquí una antinomia que Kant expondrá y solucionará.
El hombre debe obrar por respeto a la ley, en eso consiste sin duda la virtud. Pero nosotros sabemos que la virtud debe traer consigo, como consecuencia necesaria, la felicidad. El hombre bueno debe ser feliz. Asimismo sabemos que la felicidad no es plena sino acompaña al bien. Por tanto, virtud moral y felicidad se reclaman mutua y necesariamente. Y a esta unión entre ambas Kant la denomina supremo bien.
Pero aquí aparece la antinomia. Si deben ir de la mano, ¿por qué no van? Y no sólo eso, ¿por qué a veces las máximas de realización de ambas son diversas y hasta contradictorias? ¡Cuántas veces hemos conocido que el que vive feliz, es moralmente malo y que al virtuoso se le llega a causar la mayor infelicidad quitándole la vida!
Kant piensa que dicha antinomia tiene solución. O bien el enlace entre virtud moral y felicidad es analítico (virtud y felicidad serían lo mismo), o bien es sintético. La primera solución ha sido expuesta –según Kant- por los estoicos y los epicúreos pero a él le parece que virtud moral y felicidad son realidades distintas, por lo que el enlace entre ambas debe ser sintético y, además, a priori.
Pero al determinar dicho enlace surgen dos proposiciones antinómicas:
- El deseo de felicidad es la causa motriz de las máximas de la virtud. Esto es imposible ya que, como vimos al criticar las éticas materiales, la felicidad (materia) no puede fundar ninguna ley práctica incondicionada y, en consecuencia, no puede fundar el bien moral, ni la virtud.
- La máxima de la virtud es la causa eficiente de la felicidad. Es contrario a la experiencia. La experiencia, como ya citamos más arriba, nos hace ver que muchas veces la virtud no trae consigo la felicidad, sino más bien la desgracia. La virtud, por tanto, muchas veces exige los mayores sacrificios. (Recuerda los casos históricos de Sócrates o de Tomás Moro, entre otros).
¿Entonces la antinomia no tiene solución?
Kant piensa que sí. La solución viene de b) ya que esta proposición es falsa sólo de modo condicionado. Es decir, es falsa en el mundo en que vivimos, mundo sensible. Pero la vida moral no pertenece al mundo sensible, sino al mundo nouménico o inteligible; por tanto, puede haber una conexión necesaria entre virtud moral y felicidad en dicho mundo.
Pero esta conexión nouménica necesaria entre virtud moral y felicidad no es inmediata, sino mediata. Sólo puede darse a través de los postulados de la razón práctica.
Éstos son tres: la libertad, la inmortalidad y Dios.
Kant no se para a demostrar el primero porque, como ya vimos, es condición de posibilidad –en el orden de la fundamentación- de la ley moral.
Sin embargo, inmortalidad y Dios no son condiciones de la ley moral sino condiciones de la realización de ésta en el supremo bien.
La inmortalidad deriva de la propia exigencia de realización del supremo bien en lo que se refiere a la virtud. Alcanzar la perfección moral o santidad –en lenguaje kantiano- es una tarea infinita ya que siempre se puede ser mejor. Así pues, la propia exigencia de la perfección moral implica una vida eterna –que no se acabe- en la que el progreso moral pueda ser continuo tal como exige la propia estructura de la moralidad.
Pero aquí aparece un problema. El hombre no podrá llegar nunca a ser bueno, en consecuencia tampoco feliz. Kant resuelve el problema acudiendo a un ser infinito sumamente bueno y feliz –Dios- para el que el hombre que persigue la virtud renunciando la felicidad es plenamente santo y, por tanto, él le otorga la felicidad como pura gracia.
Si observamos los tres postulados de la razón práctica podemos ver que hay una correspondencia entre ellos y las ideas trascendentales a las que accedíamos mediante la ilusión trascendental.
Kant afirma que desde el uso práctico de la razón accedemos al noúmeno. Por tanto, en cierto modo nuestro conocimiento es ampliado. Pero sólo en cierto modo, ya que, en sentido estricto, no podemos hablar más que de conocimiento en el uso teórico de la razón. La razón práctica abre nuestro mundo y nos hace captarlo en su plenitud accediendo a lo que hay más allá de la sensibilidad. Así, desde la moralidad, queda fundamentada la metafísica y los objetos a los que se refiere pero como objetos necesarios de la moralidad y su ejercicio, no de la actividad teórica de la razón.
La razón práctica es, por tanto, razón pura práctica. Y ello quiere decir que los principios de la moralidad son a priori. Por tanto, si la razón pura es una, aunque tenga dos usos, al uso teórico no le queda más remedio que admitir los resultados de la razón en su uso práctico. Es decir, la razón teórica aunque no llegue a ellos, tiene que admitir que existen objetos nouménicos y tiene que asentir ante una rehabilitación o refundación de la metafísica desde el uso práctico de la razón.
En consecuencia, Kant afirma el primado de la razón práctica sobre la razón teórica. La segunda tiene que estar subordinada a la primera.
Esto no quiere decir, en absoluto, que la razón práctica nos proporcione conocimiento o saber nouménico. No, la razón práctica sólo nos proporciona fe moral (fe racional práctica pura). Pero esta fe responde a las propias inquietudes del corazón humano que se expresan en el orden teórico en lo que denomina ilusión trascendental y en el orden práctico en la búsqueda del supremo bien. Por eso escribe: “Una vez reconocido que la ley moral pura obliga a cada cual irremisiblemente como mandato, puede muy bien decir el hombre honrado: yo quiero que exista un Dios; quiero que mi existencia en este mundo sea también, fuera del enlace natural, una existencia en un mundo racional puro; quiero finalmente que mi duración sea infinita. Persisto en ello y no me dejo arrebatar esa fe”.
Y esa fe moral entronca con la fe religiosa, siendo su fundamento. La ley moral a través del concepto de supremo bien como objeto y fin de la razón pura práctica conduce a la religión. Así, la ley divina no es un fruto arbitrario de la voluntad divina. La ley moral brota de la autonomía de la voluntad y concuerda con los mandatos divinos porque nosotros no podemos asegurarnos el bien supremo. Sólo puede asegurárnoslo Dios. Así pues, la ética no es una doctrina de la felicidad sino una doctrina de cómo debemos llegar a ser dignos de felicidad. La religión, nos aportará la esperanza de llegar a serlo.
3.5. Metodología de la razón pura práctica
La segunda parte de la Crítica de la razón práctica se ocupa del modo en que hay que hacer para que las leyes morales aniden en el corazón del hombre. Es decir, el método para que esas leyes no sólo sean objetivas sino subjetivas (guías de la acción moral).
El método propuesto por Kant se divide en dos grandes partes:
- Hay que hacer que los asuntos referentes a la moralidad y sus leyes sean ocupación natural (habitual) del ser humano:
- Preguntándose si la acción es conforme objetivamente a la ley moral y a cuál lo es.
- Preguntándose si la acción simplemente es conforme a la ley o si, además, tiene valor moral. Es decir, si se ha actuado por inclinación o por respeto a la ley.
- Fomentar el interés en las acciones y su moralidad a través de ejemplos:
- De forma negativa: Haciendo ver que la vida moralmente buena nos libra de la pesada carga de las inclinaciones.
- De forma positiva: Haciendo ver que la vida virtuosa, conforme al deber y por respeto al deber, es la única forma de respetarnos a nosotros mismos.
4. Conclusión
Terminamos ya nuestro largo recorrido. Largo porque sintetizar el pensamiento de un filósofo, intentando serle fiel, no es fácil y menos aún si ese pensador –con independencia de que estemos o no de acuerdo con él- es un genio como ocurre en el caso de Immanuel Kant.
Quizás la única forma de acabar sea culminar el edificio resultante del proyecto kantiano con aquellas palabras con las que comienza la Conclusión de su segunda crítica y parte de las cuales pasaron a constituir el epitafio de su tumba: “Dos cosas llenan el ánimo de admiración y respeto, siempre nuevos y crecientes, cuanto con más frecuencia se ocupa de ellas la reflexión: el cielo estrellado sobre mí y la ley moral en mí”.
Ojalá el elaborado pensamiento del maestro constructor Kant te haga tener en profundidad esa experiencia, o, al menos, que cuando mires a las estrellas o indagues en tu interior te acuerdes del viejo y venerable Kant, de nombre Immanuel.
6. TEXTOS
1. “Si la metafísica hasta ahora ha permanecido en un estado tan vacilante de inseguridad y contradicciones es porque el pensamiento no se planteó este problema, ni aun quizá siquiera la diferencia entre los juicios analíticos y los sintéticos. Ahora bien, la metafísica se mantendrá en pie o se derrumbará, según la solución que se dé a este problema o que se demuestre que la posibilidad que quiere obtener explicación no tiene en realidad lugar. (...) (Hume) Jamás hubiera caído en semejante afirmación, destructora de toda filosofía pura, si hubiese tenido ante los ojos nuestro problema en su universalidad; pues entonces hubiera visto que, según su argumento, tampoco podría haber matemática pura, porque ésta encierra seguramente proposiciones sintéticas a priori; y de esta afirmación le hubiera guardado su buen entendimiento.
En la solución del anterior problema está al mismo tiempo comprendida la posibilidad del uso puro de la razón en la fundación y desarrollo de todas las ciencias que encierran un conocimiento a priori teórico de los objetos, es decir, la contestación a estas preguntas:
¿Cómo es posible la matemática pura?
¿Cómo es posible la física pura?
Como estas ciencias están realmente dadas, puede preguntarse sobre ellas: ¿cómo son posibles? Pues que tienen que ser posibles queda demostrado por su realidad. Pero en lo que se refiere a la metafísica, su marcha, hasta ahora defectuosa puede hacer dudar a cualquiera, con razón, de su posibilidad; porque además, no se puede decir de ninguna de las presentadas hasta ahora que, en lo que toca a su fin esencial, se halle realmente dada ante nosotros.
Ahora bien, esa especie de conocimiento ha de considerarse también como dada en cierto sentido, y la metafísica es real, si bien no como ciencia, como disposición natural al menos (metaphysica naturalis). (KANT, Crítica de la razón pura, B 19-21).
2. “ La misma función que da unidad a las diferentes representaciones en un juicio, da también unidad a la mera síntesis de diferentes representaciones en una intuición, y esa unidad se llama, con expresión general, el concepto puro del entendimiento. El mismo entendimiento, pues, y mediante las mismas acciones por las cuales produjo en los conceptos la forma lógica de un juicio por medio de la unidad analítica, pone también, por medio de la unidad sintética de lo múltiple en la unidad en general, un contenido transcendental en sus representaciones, por lo cual llámanse estas conceptos puros del entendimiento, que se refieren a priori a objetos, cosa que la lógica general no puede llevar a cabo.
De esta manera se originan precisamente tantos conceptos puros del entendimiento referidos a priori a objetos de la intuición en general, como funciones lógicas en todos los juicios posibles hubo en la tabla anterior; pues el entendimiento queda enteramente agotado por las referidas funciones y su facultad totalmente abrazada. Vamos a llamar a esos conceptos categorías, según Aristóteles, pues que nuestra intención es la misma que la suya, en un principio, si bien se aleja mucho de ella en su desarrollo”. (KANT, Crítica de la razón pura, A 79-80 - B 104-105).
3. “Así todo conocimiento humano empieza por intuiciones, pasa a conceptos y acaba con ideas. Aun cuando con respecto a los tres elementos tiene fuentes de conocimiento a priori, que a primera vista parecen despreciar los límites de toda experiencia, sin embargo una crítica completa convence de que la razón, en el uso especulativo, no puede nunca, con estos elementos, salir del campo de experiencia posible, y de que la determinación propia de esta suprema facultad de conocer es sólo la de servirse de todos los métodos y de los principios para perseguir la naturaleza hasta su mayor intimidad, según todos los principios posibles de la unidad, entre los cuales el de los fines es el principal, pero nunca para volar más allá de sus límites, allende los cuales no hay para nosotros más que espacio vacío”. (KANT, Crítica de la razón pura, A 702 - B 730).
4. “Mi intención es convencer a todos aquellos que encuentran que vale la pena ocuparse de la metafísica, de que es imprescindible interrumpir por el momento su trabajo, considerar todo lo ocurrido hasta ahora como si no hubiera sucedido, y ante todo plantear primeramente la pregunta: “si algo así como la metafísica es, en general, al menos posible”.
Si es una ciencia, ¿cómo puede ser que no pueda ponerse como las otras ciencias, en situación de alcanzar una aprobación general y duradera? Si no lo es, ¿cómo es que alardea incesantemente con la apariencia de una ciencia, y entretiene al entendimiento humano con esperanzas nunca extinguidas, pero tampoco satisfechas?. Ya sea que uno demuestre su saber o su ignorancia, algo seguro habrá que decidir de una vez acerca de la naturaleza de esta presunta ciencia; pues con respecto a ella las cosas no pueden seguir en el mismo estado por más tiempo. Parece casi irrisorio que mientras toda otra ciencia progresa sin cesar, en ésta, que pretende ser la sabiduría misma, cuyo oráculo consulta todo ser humano, se ponga uno a dar vueltas siempre en el mismo sitio, sin avanzar ni un paso. Sus partidarios se han perdido también muchísimo, y no se ve que aquellos que se sienten suficientemente fuertes como para brillar en otras ciencias, quieran arriesgar su prestigio en ésta, en la que cualquiera, ignorante de todas las otras cosas, puede atribuirse un juicio decisivo, pues en este terreno no hay todavía pesas ni medidas seguras para distinguir entre la profundidad y la charlatanería superficial.
(...)
Preguntar si una ciencia es acaso posible, presupone que se dude acerca de la realidad de la misma. Una duda tal, sin embargo, ofende a todo aquel cuya fortuna entera consiste quizá en este presunto tesoro; y por eso, quien deje traslucir esta duda debe estar preparado para encontrar resistencia por todas partes. Algunos, con sus compendios de metafísica en la mano, lo mirarán con desprecio, llenos de la orgullosa conciencia de sus posesiones, antiguas, y precisamente por ello tenidas por legítimas; otros, que no ven en ninguna parte sino lo que es igual a lo que ya han visto en otro lado, no le entenderán; y durante algún tiempo todo permanecerá como si no hubiese ocurrido nada que hiciese temer o esperar un cambio inminente”. (KANT, Prolegómenos 255-256).
5. “Sería extenderse demasiado el mostrar aquí qué clase de metafísica podría esperarse como consecuencia de la crítica, una vez admitidos los principios de ésta. Y el mostrar cómo tal metafísica no habrá de aparecer mísera y reducida tan sólo a una figura pequeña, sólo por habérsela despojado de las plumas falsas, sino que puede aparecer, en otro respecto, rica y decorosamente dotada; pero otros grandes beneficios que una reforma tal traería consigo, se echan de ver de inmediato. La metafísica común era útil ya sólo por buscar los conceptos elementales del entendimiento puro para hacerlos distintos mediante el análisis y para hacerlos determinados mediante las definiciones. Ella era así, para la razón, un cultivo al cual ésta consideraría quizá luego bueno no volverse. Pero éste era también todo el bien que hacía. Pues este mérito suyo lo anulaba nuevamente, al favorecer, con afirmaciones temerarias, la presunción; con subterfugios sutiles y con encubrimientos, la sofistería; y con la facilidad para escapar de los problemas más difíciles gracias a un poco de sabiduría de escuela, la superficialidad, la cual es tanto más seductora cuanto más libertad tiene para tomar, por una parte, algo del lenguaje de la ciencia, y por otra parte, algo del lenguaje popular, gracias a lo cual lo es todo para todos, mientras que en realidad no es nada en absoluto. Mediante la crítica, por el contrario, se le suministra a nuestro juicio el patrón de medida con el cual se puede distinguir con seguridad entre el saber y la apariencia del saber; y la crítica, al alcanzar en la metafísica su ejercicio pleno, funda un modo de pensar que extiende luego su influjo benéfico sobre todo otro uso de la razón, e infunde por primera vez el verdadero espíritu filosófico. Pero tampoco es, ciertamente, menos de estimar el servicio que presta a la teología, al hacerla independiente del juicio de la especulación dogmática y al ponerla así a cubierto de todos los ataques de tales adversarios; pues aunque la metafísica común le prometía a aquélla mucho apoyo, no podía después cumplir esta promesa, y además, al convocar en su auxilio a la dogmática especulativa, no hizo sino armar a sus enemigos contra sí misma. La divagación, que en una época ilustrada no puede prosperar, salvo escondiéndose tras una metafísica escolástica, bajo cuya protección puede atreverse a delirar con razón, por así decirlo, es expulsada de este su último escondrijo por la filosofía crítica; y sobre todo, para un maestro de metafísica no puede sino ser importante el poder decir alguna vez, con asentimiento universal, que lo que expone es ahora también, por fin, una ciencia, y que con ello se proporciona una real utilidad a la comunidad”. (KANT, Prolegómenos, 383).
6. “El principio de la propia felicidad, por mucho que se use en él del entendimiento y de la razón, no contendría, pues, para la voluntad, ningunos otros fundamentos de determinación que los que son conformes con la facultad inferior de desear, y entonces, o no hay facultad superior alguna de desear, o la razón pura tiene que ser por sí sola práctica, es decir, tiene que poder determinar la voluntad mediante la mera forma de la regla práctica, sin la suposición de ningún sentimiento, por consiguiente, sin representaciones de lo agradable o desagradable, como materia de la facultad de desear, materia que siempre es una condición empírica de los principios”. (KANT, Crítica de la razón práctica, 30).
7. “¡Deber! Nombre sublime y grande, tú que no encierras nada amable que lleve consigo insinuante lisonja, sino que pides sumisión, pero sin amenazar con nada que despierte aversión natural en el ánimo y lo asuste para mover la voluntad; tú que sólo exiges una ley que halla por sí mismo acceso en el ánimo y que por sí misma, aun contra nuestra voluntad, se conquista veneración, aunque no siempre observancia; tú, ante quien las inclinaciones enmudecen, aun cuando en secreto obran contra ti, ¿cuál es el origen digno de ti? ¿Dónde se halla la raíz de tu noble ascendencia que rechaza orgullosamente, todo parentesco con las inclinaciones, esa raíz de la que procede como condición necesaria aquel valor que sólo los hombres pueden darse a sí mismos? No puede ser nada menos que lo que eleva al hombre por encima de sí mismo (como parte del mundo de los sentidos), lo que le enlaza con un orden de cosas que sólo el entendimiento puede pensar... No es ninguna otra cosa que la personalidad, es decir, la libertad e independencia del mecanismo de toda naturaleza, libertad que hay que considerar al mismo tiempo como facultad de un ser que está sometido a leyes puras prácticas peculiares, es decir, dadas por su propia razón, la persona, pues, como perteneciente al mundo de los sentidos, sometida a su propia personalidad, en cuanto pertenece al mismo tiempo al mundo inteligible; y entonces no es de admirar que el hombre, como perteneciente a ambos mundos, tenga que considerar su propio ser, en relación con su segunda y más elevada determinación, no de otro modo que con veneración y las leyes de la misma con el sumo respeto”. (KANT, Crítica de la razón práctica, 86).
8. “... en la ley moral no hay el menor fundamento para una conexión necesaria entre la moralidad y la felicidad, a ella proporcionada, de un ser perteneciente, como parte, al mundo y dependiente, por tanto de él; este ser, precisamente por eso, no puede por su voluntad ser causa de la naturaleza y tampoco puede, en lo que concierne a su felicidad, hacerla coincidir completamente por sus propias fuerzas con sus propios principios prácticos. Sin embargo, en el problema práctico de la razón pura, es decir, en el trabajo necesario enderezado hacia el supremo bien, se postula esta conexión como necesaria: debemos tratar de fomentar el supremo bien (el cual, por tanto, tiene que ser posible). Por consiguiente, se postula también la existencia de una causa de la entera naturaleza, distinta de la misma naturaleza y que encierre el fundamento de esta conexión, esto es de la exacta concordancia entre la felicidad y la moralidad”. (KANT, Crítica de la razón práctica, 124-125).
9. “Pero, ¿cuál puede ser esa ley cuya representación, aun sin referirnos al efecto que se espera de ella, tiene que determinar la voluntad, para que ésta pueda llamarse buena en absoluto y sin restricción alguna? Como he sustraído la voluntad a todos los afanes que pudieran apartarla del cumplimiento de una ley, no queda nada más que la universal legalidad de las acciones en general –que debe ser el único principio de la voluntad-; es decir, yo no debo obrar nunca más que de modo que pueda querer que mi máxima deba convertirse en ley universal. Aquí es la mera legalidad en general –sin poner por fundamento ninguna ley determinada a ciertas acciones- la que sirve de principio a la voluntad, y tiene que servirle de principio si el deber no ha de ser por doquiera una vana ilusión y un concepto quimérico; y con todo esto concuerda perfectamente la razón vulgar de los hombres en sus juicios prácticos, y el principio citado no se aparta nunca de sus ojos”. (KANT, Fundamentación de la metafísica de las costumbres, 402).
10. “Los seres cuya existencia no descansa en nuestra voluntad, sino en la naturaleza, tienen empero, si son seres irracionales, un valor meramente relativo, como medios, y por eso se llaman cosas; en cambio, los seres racionales llámanse personas porque su naturaleza los distingue ya como fines en sí mismos, esto es, como algo que no puede ser usado meramente como medio, y, por tanto, limita en ese sentido toco capricho (y es un objeto del respeto). Éstos no son, pues, meros fines subjetivos, cuya existencia, como efecto de nuestra acción, tiene un valor para nosotros, sino que son fines objetivos, esto es, cosas cuya existencia es en sí misma un fin, y un fin tal, que en su lugar no puede ponerse ningún otro fin para el cual debieran ellas servir de medios, porque sin esto no hubiera posibilidad de hallar en parte alguna nada con valor absoluto; mas si todo valor fuere condicionado y, por tanto, contingente, no podría encontrarse para la razón ningún principio práctico supremo.
Si, pues, ha de haber un principio práctico supremo y un imperativo categórico con respecto a la voluntad humana, habrá de ser tal, que por la representación de lo que es fin para todos necesariamente, porque es fin en sí mismo, constituye un principio objetivo de la voluntad y, por tanto, puede servir de ley práctica universal. El fundamento de este principio es: la naturaleza racional existe como fin en sí mismo. Así se representa necesariamente el hombre su propia existencia, y en ese respecto es ella un principio subjetivo de las acciones humanas. Así se representa, empero, también todo ser racional su existencia, a consecuencia del mismo fundamento racional, que para mí vale; es, pues, al mismo tiempo un principio objetivo, del cual, como fundamento práctico supremo, han de poder derivarse todas las leyes de la voluntad. El imperativo práctico será, pues, como sigue: obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca solamente como un medio”. (KANT, Fundamentación de la metafísica de las costumbres, 429).
7. ACTIVIDADES
1. Te pedimos que definas los siguientes conceptos: (Igual que los ejercicios de definiciones de las otras unidades).
Razón: Tercer nivel de la facultad de conocer. Nivel que enlaza los juicios procedentes del entendimiento mediante razonamientos llevando más lejos la función unificadora iniciada por el entendimiento.
Razón práctica: Facultad moral. Parte de la razón pura del ser humano en la que a partir del hecho moral podemos llegar a alcanzar sus fundamentos aprióricos que son los objetos nouménicos (metafísicos): Libertad (mundo), inmortalidad (yo) y Dios.
Razón teórica: Capacidad del ser humano que le permite obtener conocimientos científicos (universales y necesarios) partiendo de la experiencia. Kant también la denomina uso teórico de la razón, razón teórica o, simplemente, razón.
Dogmatismo: Defecto en el que, según Kant, incurrió el racionalismo por pretender que las capacidades cognoscitivas del ser humano eran tan altas que podían llegar a conocer con certeza absoluta las realidades metafísicas. En consecuencia, descuidó la experiencia.
Escepticismo: Defecto en el que, según Kant, incurrió el empirismo al pretender que el único conocimiento que el ser humano puede tener es el suministrado única y exclusivamente por la cambiante experiencia. Dicha afirmación lleva necesariamente a negar que el ser humano pueda llegar a tener conocimientos absolutamente ciertos: científicos y metafísicos.
2. ¿Cuál es el plan de la Crítica de la razón pura? Aquí lo tienes desordenado. Ordénalo. (Desordenar).
- Introducción. (Las condiciones del conocimiento científico).
- Doctrina elemental trascendental:
- Estética trascendental.
- Lógica trascendental:
- Analítica trascendental.
- Dialéctica trascendental.
- Doctrina trascendental del método:
- Disciplina de la razón pura.
- Canon de la razón pura.
- Arquitectónica de la razón pura.
- Historia de la razón pura.
3. Te proponemos una lista de juicios o proposiciones. Dinos si son analíticos, sintéticos o sintéticos a priori.
- Todas las alteraciones suceden según la ley del enlace entre causa y efecto. (SINTÉTICO A PRIORI).
- Un soltero es un no casado. (ANALÍTICO).
- En un triángulo rectángulo el cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma de los cuadrados de los catetos. (SINTÉTICO A PRIORI).
- El sol sale por el Este. (SINTÉTICO).
- Una figura cuadrangular tiene cuatro ángulos. (ANALÍTICO).
- Los gorilas son negros. (SINTÉTICO).
- La virtud moral debe implicar necesariamente felicidad. (SINTÉTICO A PRIORI).
- El fuego quema. (SINTÉTICO).
- Los cuerpos, en el vacío, caen con una aceleración constante de 9,8 m/s2. (SINTÉTICO A PRIORI).
- El todo es mayor que cada una de sus partes. (ANALÍTICO).
4. ¿Qué intenta hacer Kant en la Doctrina elemental trascendental? Aquí tienes esquematizado cuál es su propósito. Pero en el cuadro hay elementos que están descolocados. Te pedimos que tú los coloques, de forma que el cuadro refleje el propósito kantiano. (Desordénalo como quieras)
5. SOPA DE LETRAS: Busca la lista de las doce categorías kantianas.
6. De nuevo te proponemos un cuadro. En él aparecen los principios del entendimiento puro. El cuadro está desordenado y no aparece la definición de cada uno de los principios. Asi que tienes que ordenar el cuadro y definirlos.
7. CADA OVEJA CON SU PAREJA. (Según el modelo del cuadro que adjunto. Consistiría en que hicieras 6 columnas y, abajo, todos los elementos desordenados de tal forma que el alumno tuviera que colocarlos en cada columna y en el orden que le corresponde).
8. ¿Qué representa cada una de las ideas trascendentales? Escríbelo.(Ejercicio de vocabulario).
YO: Unidad absoluta del sujeto pensante.
MUNDO: Unidad absoluta de la totalidad de los fenómenos.
DIOS: Unidad absoluta y suprema condición de posibilidad de todos los objetos del pensamiento en general.
9. El razonamiento que muestra la sustancialidad del yo es, según Kant, un paralogismo por equivocidad. Aquí tienes el razonamiento incompleto y la razón por la que es un paralogismo por equivocidad. Completa lo que falta. (Lo que va entre paréntesis y en negrita no debe aparecer. Es lo que el alumno debe escribir).
RAZONAMIENTO
- Aquello que no puede ser pensado más que como (sujeto absoluto de los juicios) no existe tampoco más que como (sujeto), y es, por tanto, (sustancia).
- Pero (yo), en cuanto (ser pensante), no puedo ser pensado más que como (sujeto absoluto) de todos mis juicios.
- Luego, (yo), en cuanto (ser pensante), soy (sustancia).
¿POR QUÉ ES UN PARALOGISMO POR EQUIVOCIDAD?
- En la primera premisa (“sujeto absoluto de los juicios”) se usa como un (objeto del pensamiento en general) por tanto, como algo que ha de poder ser dado en la (intuición sensible).
- En la segunda premisa como (sujeto trascendental), el (yo puro de la autoconciencia).
10. En este cuadro se contienen las Antinomias de la razón pura. Ordénalas.
11. Kant reduce los argumentos que, a lo largo de la historia de la filosofía, han intentado demostrar que Dios existe. Te proponemos tres textos. Cada uno de ellos se corresponde con uno de los tres argumentos que Kant critica. Lee los textos detenidamente y dinos de qué tipo de argumento se trata.
- "La tercera (vía) está sacada de lo posible y de lo necesario, y se expone de este modo. En la naturaleza hallamos cosas que pueden ser y no ser, puesto que hay quien nace y muere, y que puede, en consecuencia, ser y no ser. Ahora bien: es imposible que tales seres existan siempre; porque lo que es posible que no exista, alguna vez no existe. Por consiguiente, si todos los seres han podido no existir, ha habido un tiempo en que nada existía. Si así hubiera sido, nada existiría ahora; porque lo que no existe no puede recibir el ser sino de lo que existe. Por consiguiente, si no hubiera existido ningún ser, hubiera sido imposible que ninguna cosa comenzase a existir; y por lo mismo nada existiría ahora; lo cual es a todas luces falso. Por lo tanto, no todos los seres son posibles, sino que es preciso que en la naturaleza haya un ser necesario. Pero todo ser necesario o tiene la causa de su necesidad en otro, o no; y como no es posible que se proceda hasta lo infinito en las cosas necesarias que tienen causa de su necesidad..., se deduce que es preciso admitir un ser que sea necesario por sí mismo, que no tome de otra parte la causa de su necesidad, sino al contrario, que sea él la causa de la necesidad respecto de los demás; y éste es el ser que todo el mundo llama Dios." (SANTO TOMÁS DE AQUINO. Summa Theologiae, I,q. 2, a. 3, Sol.)
TEXTO 1: ARGUMENTO COSMOLÓGICO - “Señor, Tú que das la inteligencia de la fe, dame cuanto sepas que es necesario para que entienda que existes, como lo creemos y que eres lo que creemos; creemos ciertamente que Tú eres algo mayor que lo cual nada puede pensarse. ¿Y si, por ventura no existe una tal naturaleza, puesto que el insensato dijo en su corazón: no existe Dios? Mas el propio insensato, cuando oye esto mismo que yo digo “algo mayor que lo cual nada puede pensarse”, entiende lo que oye; y lo que entiende está en su entendimiento, aunque no entienda que aquello exista realmente. Una cosa es pues, que la cosa esté en el entendimiento, y otra entender que la cosa existe en la realidad. (...) El insensato debe convencerse, pues, de que existe, al menos en el entendimiento, algo mayor que lo cual nada puede pensarse, porque cuando oye esto, lo entiende, y lo que se entiende existe en el entendimiento. Y, en verdad, aquello mayor que lo cual nada puede pensarse, no puede existir sólo en el entendimiento. Pues si sólo existe en el entendimiento puede pensarse algo que exista también en la realidad, lo cual es mayor. Por consiguiente, si aquello mayor que lo cual nada puede pensarse, existe sólo en el entendimiento, aquello mayor que lo cual nada puede pensarse es lo mismo que aquello mayor que lo cual puede pensarse algo. Pero esto ciertamente no puede ser. Existe, por tanto, fuera de toda duda, algo mayor que lo cual nada puede pensarse, tanto en el entendimiento como en la realidad”. (SAN ANSELMO. Proslogion, Cap. 2).
TEXTO 2: ARGUMENTO ONTOLÓGICO - "La quinta vía está tomada del gobierno del mundo. En efecto: Vemos que los seres desprovistos de inteligencia, como los cuerpos naturales, obran de un modo conforme a un fin; pues se les ve siempre, o al menos muy a menudo, obrar del mismo modo para llegar a lo mejor; de donde se deduce que no por casualidad, sino con intención deliberada, llegan a su fin. Los seres desprovistos de conocimiento no tienden a un fin sino en tanto que son dirigidos por un ser inteligente, que lo conoce; como la flecha es dirigida por el arquero. Luego hay un ser inteligente, que conduce todas las cosas naturales a su fin; y este ser es el que llamamos Dios." (SANTO TOMÁS DE AQUINO. Summa Theologiae, I,q. 2, a. 3, Sol.)
TEXTO 3: ARGUMENTO TELEOLÓGICO
12. Kant critica cada uno de los argumentos que intentan demostrar la existencia de Dios. Te pedimos que completes lo que falta a cada crítica. (Lo que aparece entre paréntesis y en negrita tiene que rellenarlo el alumno).
ARGUMENTO (ONTOLÓGICO): En ningún (concepto) está contenida la (existencia real). Ésta no es un (predicado real), no es un (atributo) que añada algo a la (esencia) de una cosa.
ARGUMENTO (COSMOLÓGICO): La prueba tiene dos elementos:
- De la (experiencia) del (ser contingente) se concluye la (existencia) del (ser necesario) como su causa. Este tránsito es (ilegítimo) ya que supone la aplicación de la categoría (causal) más allá de los (fenómenos).
- El (ser necesario) es el ser (perfectísimo) o (realísimo). Es una realización, a la (inversa), del (argumento ontológico).
ARGUMENTO (TELEOLÓGICO): A lo sumo, llega a un (ordenador) o (arquitecto) del universo, no a su (creador). Para llegar a éste, habría que echar mano de la prueba (cosmológica), la cual, a su vez, se funda en la (ontológica).
13. Kant considera que la norma suprema de la moralidad es el Imperativo categórico. Como bien sabes, dicho imperativo tiene tres formulaciones distintas. Abajo tienes los elementos que te ayudaran a componer cada una de estas formulaciones. ¡Suerte! (Tú sabrás como hacerlo).
14. Te proponemos ahora un texto de Kant y te pedimos que lo esquematices: (Lo que va en negrita, lo debe rellenar el alumno).
“ ¡Deber! Nombre sublime y grande, tú que no encierras nada amable que lleve consigo insinuante lisonja, sino que pides sumisión, pero sin amenazar con nada que despierte aversión natural en el ánimo y lo asuste para mover la voluntad; tú que sólo exiges una ley que halla por sí mismo acceso en el ánimo y que por sí misma, aun contra nuestra voluntad, se conquista veneración, aunque no siempre observancia; tú, ante quien las inclinaciones enmudecen, aun cuando en secreto obran contra ti, ¿cuál es el origen digno de ti? ¿Dónde se halla la raíz de tu noble ascendencia que rechaza orgullosamente, todo parentesco con las inclinaciones, esa raíz de la que procede como condición necesaria aquel valor que sólo los hombres pueden darse a sí mismos? No puede ser nada menos que lo que eleva al hombre por encima de sí mismo (como parte del mundo de los sentidos), lo que le enlaza con un orden de cosas que sólo el entendimiento puede pensar... No es ninguna otra cosa que la personalidad, es decir, la libertad e independencia del mecanismo de toda naturaleza, libertad que hay que considerar al mismo tiempo como facultad de un ser que está sometido a leyes puras prácticas peculiares, es decir, dadas por su propia razón, la persona, pues, como perteneciente al mundo de los sentidos, sometida a su propia personalidad, en cuanto pertenece al mismo tiempo al mundo inteligible; y entonces no es de admirar que el hombre, como perteneciente a ambos mundos, tenga que considerar su propio ser, en relación con su segunda y más elevada determinación, no de otro modo que con veneración y las leyes de la misma con el sumo respeto”. (KANT, Crítica de la razón práctica, 86).
- Características del deber:
- Pide sumisión pero no atenta contra el querer de la voluntad.
- Exige la realización de la ley moral que está inscrita en el ser humano.
- Controla las inclinaciones.
- Cuestión: ¿Cuál es el origen del deber?
- Respuesta: La libertad.
- Características de la libertad:
- Eleva al hombre al mundo nouménico.
- Independencia de las leyes naturales.
- Condición de posibilidad de las leyes morales.
- Nos hace conscientes de la dignidad del ser humano.
15. CADA OVEJA CON SU PAREJA. Aquí tienes desordenados: las ideas trascendentales, las definiciones de las ideas trascendentales, los postulados de la razón práctica y sus definiciones. Te pedimos que los ordenes.
16. Lee el siguiente texto con atención y dinos si las siguientes afirmaciones son verdaderas o falsas:
“... en la ley moral no hay el menor fundamento para una conexión necesaria entre la moralidad y la felicidad, a ella proporcionada, de un ser perteneciente, como parte, al mundo y dependiente, por tanto de él; este ser, precisamente por eso, no puede por su voluntad ser causa de la naturaleza y tampoco puede, en lo que concierne a su felicidad, hacerla coincidir completamente por sus propias fuerzas con sus propios principios prácticos. Sin embargo, en el problema práctico de la razón pura, es decir, en el trabajo necesario enderezado hacia el supremo bien, se postula esta conexión como necesaria: debemos tratar de fomentar el supremo bien (el cual, por tanto, tiene que ser posible). Por consiguiente, se postula también la existencia de una causa de la entera naturaleza, distinta de la misma naturaleza y que encierre el fundamento de esta conexión, esto es de la exacta concordancia entre la felicidad y la moralidad”. (KANT, Crítica de la razón práctica, 124-125).
- La conexión necesaria entre virtud moral y felicidad es lo que Kant denomina supremo bien. (VERDADERO).
- Si observamos la ley moral nos damos cuenta de que sí existe un fundamento para establecer una conexión necesaria entre virtud y felicidad. (FALSO)
- El ser humano no puede, por mucho que lo intente, establecer una conexión necesaria entre moralidad y felicidad. (VERDADERO)
- La razón pura práctica postula la conexión entre virtud y felicidad como necesaria. (VERDADERO).
- No es necesaria una causa distinta de la naturaleza que encierre el fundamento de la conexión entre virtud moral y felicidad. (FALSO).
- Esa causa es Dios entendido como supremo bien. (VERDADERO).
17. Te proponemos ahora algunos temas de relación para que junto con tus compañeros y, asesorado por tu profesor, investigues las relaciones que hay entre el pensamiento de Kant y el de otros filósofos:
- Distinción teoría-praxis: Aristóteles, Marx.
- Relación de Kant con el empirismo.
- Relación de Kant con el racionalismo.
- Sentido kantiano y aristotélico de las categorías.
- Sentido de metafísica en Kant y en todos los filósofos anteriores y posteriores a él.
- Kant y las pruebas de la existencia de Dios.
- Parece que a Kant el argumento más importante, de los que intentan demostrar la existencia de Dios, le parece que es el argumento ontológico. ¿Por qué? Compara la crítica de Kant a dicho argumento con las de otros filósofos anteriores y posteriores: Sto. Tomás, Hume, Marx, Filosofía analítica... Investiga también las razones que dan algunos de sus defensores: Descartes, Leibniz, Hegel...
- El acceso de Kant al noúmeno. ¿Limitación o ampliación de la razón?
- Sentido de filosofía en Kant. ¿Cambia Kant el concepto clásico de filosofía?
- ¿Todas las éticas materiales son éticas hedonistas?
- ¿Tiene razón Kant al afirmar que las éticas relativistas no son éticas?
- ¿Sólo es posible como ética una ética formal?
- La segunda formulación del imperativo categórico y la dignidad del ser humano.
- ¿Es verdad que la realización del bien exige la felicidad? ¿Qué piensan sobre el tema otros filósofos?
- ¿Es cierto que la moralidad exige la inmortalidad y la existencia de Dios? (¿Qué crees que dirían S. Agustín y Sto. Tomás con respecto a esta cuestión? ¿Y Nietzsche?).