INTELIGENCIA
Es la capacidad o facultad propiamente humana de conocer la esencia de las cosas. Trae consigo la universal apertura a la verdad. La inteligencia rebasa la mera atenencia y reacción a los estímulos de agrado y desagrado para ahondar en la realidad misma de las cosas y comprender lo que son, más allá de las apariencias sensibles. Por la inteligencia el ser humano se abre a un horizonte de infinitud.
El conocimiento intelectual permite a un sujeto tomarse a sí mismo como objeto de conocimiento (reflexión), distinguir medios y fines, pensar la negación, la existencia y la inexistencia. Por ella “sabemos”, pero también “sabemos que sabemos”, tenemos conciencia de nosotros mismos y de nuestras operaciones. Brinda por ello la posibilidad de aportar novedades -invención, creatividad-, de conocer dimensiones como el ser –y la nada– y la universalidad, no patentes a nuestra sensibilidad.
La inteligencia es una forma de conocimiento, en fin, que expresa una singularidad radical del ser humano respecto de todos los demás seres que habitan el mundo.
La especie humana, a diferencia de lo que ocurre en las demás especies animales, no marca a sus miembros pautas fijas e innatas de conducta, sino que ofrece espacios para la autodeterminación de cada individuo, de cada persona.
En el ser humano los estímulos no desencadenan forzosamente una respuesta o reacción, sino una tendencia, la cual puede o no ser secundada por el individuo. Entre el estímulo y la respuesta se halla nuestra libertad. Nuestro querer se produce ante lo que nuestra inteligencia nos presenta como bueno en algún sentido. Por ello, en la conducta propiamente humana se da primero una cierta deliberación intelectual, una valoración racional, y después un consentimiento, una decisión, el querer propiamente dicho, que es el que nos hace dueños y responsables de lo que decidimos y hacemos de forma voluntaria.
El comportamiento animal queda limitado por el marco de los estímulos para cuya captación su especie le ha preparado, adaptándose, a lo sumo, a circunstancias concretas, y reaccionando en función de la excitación de agrado o desagrado que los estímulos desencadenan en su organismo. Pero el ser humano es capaz de conocer lo que es la cosa que es fuente de los estímulos, más allá de éstos, de descubrir virtualidades no evidentes en ellos (que una rama se convierta en un arco, y no sólo en una “lanza” o un garrote, requiere un proceso de comprensión de posibilidades no inmediatas), y de decidir su conducta sin estar "forzado" a una respuesta desencadenada necesariamente por un estímulo. Precisamente por esta singular dimensión de apertura a la realidad de las cosas, Xavier Zubiri definió al ser humano como 'animal de realidades'.
Al intentar comprender qué es la inteligencia, la psicología experimental, las “neurociencias” y la informática, han simplificado excesivamente el conocimiento intelectual, reduciéndolo a una simple e imprecisa “capacidad de resolver problemas”, genérica en exceso. Este reduccionismo es sumamente engañoso porque diluye la demarcación entre la naturaleza humana racional por un lado, y las máquinas y animales por otro, como es patente en expresiones equívocas como las de “inteligencia artificial” o “inteligencia animal”, por ejemplo.
La abstracción es la operación básica de la inteligencia. Consiste en prescindir de los aspectos sensibles concretos al considerar cosas o acontecimientos, captando lo que hay de necesario y universal en ellos, su esencia.
Paradójicamente, el conocimiento intelectual es capaz de captar notas o rasgos que, sin ser sensibles, se advierten a partir de lo sensible. La abstracción es un descubrimiento y no una invención. Se capta o descubre el modo ser que la cosa tiene objetivamente de suyo, de por sí. Precisamente por la objetividad de nuestro conocimiento intelectual es posible entenderse: se pueden comprender las cosas del mismo modo (del modo de ser que es propio de las cosas). Si no fuera así, nuestro conocimiento no nos serviría para vivir y para comunicarnos,
El resultado de la abstracción es el concepto (noción o idea), en el que se representa en su universalidad la esencia de la cosa. El concepto es la representación intelectual -universal y abstracta- de un objeto. Con los conceptos, la inteligencia elabora representaciones más complejas: el juicio y el razonamiento, nuestros pensamientos, en fin.
A su vez, el concepto y sus elaboraciones puede ser expresado mediante distintos recursos convencionales: lenguaje articulado (término o palabra), sonidos (lenguaje telegráfico, melodía, ritmos...), imagen visual (dibujo, fotografía), gestos, señales u otros símbolos.